La poeta, narradora, periodista cultural y traductora Myriam Moscona (Ciudad de México, 1955) da a conocer León de Lidia (Tusquets, 2022), una ficción que se columpia entre lo autobiográfico y un imaginario en que las recordaciones recobradas repercuten en el presente. Personajes marcados por el desamparo y en la búsqueda constante de lo perdido. La mirada de la narradora se posa en la arboleda y la madre atraviesa el sendero horizontal de las evocaciones: aparecen destellos de imágenes que se nutren de rastros interpolados por huellas tejidas por el enigma de la extrañeza.
Narraciones independientes una de otra, vinculadas, sin embargo, entre sí, por el diálogo que establecen las imágenes y dibujos fijados en los folios, no como meras ilustraciones sino en la conformación de un cuaderno paralelo conformado por retratos familiares —a veces irreales—, que emergen de los arcos de un imaginario reflectante acompasado por palpitaciones: “Recordar es respirar el mismo aire, pero en tiempos distintos”, apunta la relatora.
Me interesan los orígenes: el de la vida, el de las especies, el familiar, el del país de mis ancestros... No volveré a concebir un texto como León de LidiaMyriam Moscona<br>Escritora
“Mi libro más exigente, diría que lo saqué todo de mis entrañas. Creo que no volveré a concebir un texto como León de Lidia. Qué vendrá después, no sé: me quedé vacía en esta exploración por la orfandad, las raíces de la identidad, la infancia, el sentido de pertenencia familiar, la pérdida y todo lo que se esconde en el desarraigo. Soy descendiente de emigrantes de origen búlgaro sefardí, la novela se mueve en esas coordenadas emocionales sufragadas en recordaciones tejidas entre la fantasía y el desvelo”, expresó en entrevista con La Razón Myriam Moscona, Premio Xavier Villaurrutia (2012) por Tela de sevoya.
¿Continuación de Tela de sevoya? No es un díptico, son novelas independientes. Se pueden leer sin vínculos. Hay referencias: quien conozca Tela de sevoya se enfrenta a León de Lidia quizás, familiarizado con Bulgaria. Pero, son propuestas distintas, aunque vuelvan a asomarse los entornos de la familia y el idioma ladino.
Apelación de primera persona narrativa. ¿’Yo’ que narra o el ‘yo’ narrado? Asunto que me interesa mucho. En la novela no hay como tal una literalidad. Pensemos en el personaje Marcel de En busca del tiempo perdido: ¿es Marcel Proust? No es autobiográfica ni mucho menos autoficción —término que reniego—. Descifrar en tu memoria al padre, la abuela, la hermana y a la madre desde ‘aquella niña’ que escribía pliegos. El yo que narra, en esta novela es un ‘yo narrado’ por las fragilidades de la reminiscencia.
¿Sigue usted obsesionada por la exploración de sus raíces búlgaras? Bulgaria es una realidad y también algo fantasmagórico. He ido dos veces por necesidad anímica, he tenido contacto con los últimos hablantes del judeoespañol. En este libro, Bulgaria es una alegoría enigmática que da vuelo a la memoria.
¿Pasado-presente, vida-muerte, imaginación-recordación? Me interesan los orígenes: el de la vida, el de las especies, el familiar, el del país de mis ancestros. Pienso en la imagen de ese pájaro de Jorge Luis Borges, en Zoología fantástica, que vuela hacia atrás: no le interesa el vuelo por recorrer, sino el origen del vuelo y de dónde viene.
Citas de Quevedo, Rulfo, Proust, Canetti, Pavese, Mann...: ¿Autores que sustentan su propuesta? No hay una pretensión intelectual de arrogancia en esas citas, sólo dialogan con el texto y sí, apoyan algunas conjeturas de la narradora. Lo mismo sucede con las referencias de músicos como Bach o Sibelius.
¿Melancolía y orfandad arropadas por la emoción? Pero, alejada del melodrama, del dolor tantas veces dilucidado desde trivialidades sentimentales. Quiero que los lectores reconozcan el sumario de emociones presente en la novela en un reflujo de circunstancias marcadas por el dolor: por ejemplo, el de esa niña de ocho años que pierde al padre.
León de lidia
- · Autora: Myriam Moscona
- · Género: Novela
- · Editorial: Tusquets, 2022