Si algo distinguía al actor y director de cine Orson Welles, de quien el jueves 6 de mayo se cumplen 106 años de su nacimiento y quien fue capaz de cambiar la forma de hacer y entender el cine, era no sólo estar completamente consciente de la trascendencia de su propio mito —rasgo que compartía con su viejo amigo y cómplice John Huston—, sino que además era capaz de desdibujar los límites del mismo, yendo y viniendo para alimentarlo e incluso reírse de él.
Un juego que en este caso Morgan Neville —“Won’t You Be Neighbor?” (2018)—entiende a la perfección en el documental “Me amarán cuando esté muerto”, en el cual utiliza la enorme cantidad de material de archivo para que el propio Orson Welles reaccione y a veces responda a otro cúmulo de testimonios, fragmentos de programas, detrás de cámaras y reportajes periodísticos; dándole con esto réplica a “Al otro lado del viento”, la gran obra inconclusa del legendario director —que en 2018 varios realizadores se dieron a la tarea de terminarla—, alrededor de la cual aquí gira todo, y que se planteaba como cine dentro del cine.
Estamos pues ante la disección de lo que en su tiempo era un ambicioso ejercicio fílmico, para exponer los procesos creativos de un genio y la forma en que se mezclaban y afectaban sus relaciones personales, tal cual como lo reflejaba con sus películas, en las que cada acción hacía eco de la propia naturaleza humana.
En “Me amarán cuando esté muerto”, documental para recordar a Orson Welles en su natalicio, destaca una sofisticada estilización de las transiciones y de algunas entrevistas, que les conecta con el contexto y refiere a momentos emblemáticas de la vida del también responsable de “Sed del mal” (1958) y “La dama de Shanghái” (1948).
Por otro lado, se agradece que aunque la narración del actor Alan Cumming —“X Men 2” (2003)— también entra en el juego visual, nunca cae en el protagonismo excesivo. Hay además un enorme sentido dramático del armado de los segmentos de las películas que se retoman, como al unir varias escenas en las que Welles interpretó caídas, para ilustrar un punto clave del malogrado proyecto en cuestión y que aluden a su declaración de que odiaba las despedidas y explicaba que para él, cada que se apagaba la luz en la sala era como una forma de morir, apuntando de paso al mito acerca de que no le gustaba terminar sus películas y hasta buscaba la forma de postergar el hecho.
Se trata pues de uno de los documentales más completos y fascinantes que se ha realizado alrededor de Orson Welles, uno que incluso logra contener la siempre abrumadora sombra del “Ciudadano Kane” (1941), sin duda su obra más grande, pero a la que aquí se le da el justo valor para poder dimensionar con soltura al artista y al hombre, lúcido y atormentado por igual.
Realizado en 2018, “Me amarán cuando esté muerto” resulta irresistible para cualquier cinéfilo que se precie de serlo y está disponible en Netflix.
AG