La sugerente y sobria escritura de Annie Ernaux (Normandía, Francia, 1940) ha sido reconocida con el Premio Nobel de Literatura 2022. Obra marcada por la experiencia personal en textos narrativos trenzados a episodios autobiográficos desde confidencias íntimas en convergencia con temas que transitan por la agonía materna, las angustias del aborto o la ausencia paterna.
Libros que exploran en las dársenas de lo cotidiano: presencia de un YO narrativo espiado por la desolación de la existencia. Lo femenino en bordones de desnudas configuraciones: retrato compasivo de gestos donde una espiral ronda el desconcertado quebrantamiento de las asoladas circunstancias que las mujeres arrogan en los espacios dominados por los varones.
¿Literatura feminista? “No hablaría de literatura feminista, sin embargo, yo lo soy. Soy mujer, soy feminista y esta es mi toma de posición en el mundo. Vivimos en una sociedad de dominación masculina, tanto en la literatura, que sigue dominada por los hombres, como en otros ámbitos” ha dicho la autora de la conmovedora novela El acontecimiento (2000) en la cual narra los agónicos incidentes de la interrupción de un embarazo.
Tres fábulas narrativas sustanciales de Annie Ernaux: Pura Pasión (Tusquets, 1993), novela breve de apariencia baladí: una mujer divorciada, madre de hijos mayores, y económicamente independiente, se desquicia por el amor de un diplomático de un país del eje comunista del Este. Despliegue, desde una prosa transparente y descarnada, de los desvaríos del deseo que perturba, arruina y trastorna la conducta humana. Relato excitante y tierno, recomendable para iniciarse en los recodos del impar cosmos de Ernaux.
Memoria de chica (Cabaret Voltaire, 2016) vendió en Francia más de 100 mil ejemplares. Inquietante invocación de Ernaux donde relata su primera noche con un hombre durante el verano de 1958. Recurrencia a sus diarios íntimos, fotografías, cartas, testimonios de amigos, de ese ‘primer varón’ y de sus recuerdos más recónditos: la autora francesa explora una época crucial de su vida avistada por el deseo, el delirio y la vanidad juvenil. Muestrario de sus vergüenzas y contradicciones sin disimulos ni eufemismos.
La mujer helada (Cabaret Voltaire, 2019): la esposa de un alto ejecutivo, madre de dos niños, profesora de un acreditado colegio, vive en un fastuoso departamento con la familia. Preparar cenas, bañar a los hijos, hacer el amor con el marido y compras en el supermercado: actos rutinarios de la condición normal de cualquier mujer. Las acciones de esta ama de casa se inmovilizan por el naufragio de sus sensaciones vitales, por la disgregación de la identidad en las rutas de un sometimiento al que las mujeres son conminadas de manera irremediable. Ernaux con osadía y franqueza, corre la cortina de todos los recelos, objeciones, reclamos y clemencias de lo femenino. Rito que deriva en un sumario de ofrendas simuladoras: profesora discreta, esposa que estrena vestidos de alta costura: una mujer helada escurriéndose sobre el tiempo cedido.