Entre 15 y 20 expertos lo estudian

Tras el origen del códice Tonalámatl de Aubin: ¿es prehispánico o colonial?

María Isabel Álvarez Icaza, especialista de la UNAM, quien forma parte del proyecto, comparte a La Razón que hay elementos que guardan semejanza con la escuela mexica de pintura; se trataría del tercer manuscrito de esa época

Algunas imágenes del códice que estudian los investigadores.
Algunas imágenes del códice que estudian los investigadores. Foto: Biblioteca Nacional de Antropología e Historia

Hace cuatro décadas el códice Tonalámatl de Aubin acaparó los reflectores debido a que el periodista mexicano José Luis Castañeda del Valle lo sustrajo subrepticiamente de la Biblioteca Nacional de París, donde se encontraba desde 1898, a donde llegó también de manera ilícita. El hecho, que el también abogado consideró como un “acto de justicia” para tener de vuelta un patrimonio nacional, generó una crisis diplomática entre nuestro país y Francia, finalmente se decidió dejarlo en territorio mexicano y ahora es resguardado por la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia. Este importante documento aún tiene varios enigmas por revelar, entre 15 y 20 especialistas lo estudian porque consideran que se trataría de un códice prehispánico y no colonial como por mucho tiempo se ha creído, lo cual resulta de gran relevancia, pues se agregaría a los 17 que hasta ahora se conocen.

“Desde los años 80 no se volvió a estudiar este manuscrito en gran parte, porque tuvo más peso que era un códice colonial, quizá por eso fue perdiendo interés, era como el ‘patito feo’ de los códices religiosos del México antiguo o Mesoamérica y no se le prestó tanta atención. Si resulta ser prehispánico sería el tercer códice de la época que tendríamos en México, es de enorme relevancia su estudio”, compartió en entrevista con La Razón María Isabel Álvarez Icaza, experta del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM, quien forma parte del grupo de especialistas dedicados al estudio de este documento, coordinado por Guilhem Olivier y Baltazar Brito Guadarrama.

En el proyecto multidisciplinario participan historiadores, arqueólogos, historiadores del arte y científicos, quienes “estudian el códice desde el punto de vista de su materialidad para intentar despejar las incógnitas más importantes respecto a su origen, temporalidad y el significado de lo que viene plasmado en sus 18 láminas”, comentó Álvarez Icaza, quien se ha enfocado en el estudio de los códices mesoamericanos, especialmente a los del “Grupo Borgia” y otros religiosos.

De acuerdo con la especialista, hasta ahora han encontrado diversos elementos que comprobarían que este códice pertenece a la época prehispánica o por lo menos tiene influencias de ese periodo.

“Pensamos que no hay argumentos para situarlo en la temporalidad colonial, consideramos que es un códice más cercano a la escuela mexica de pintura por las comparaciones que hemos realizado, incluso de la época prehispánica; tiene toda la tradición indígena, no tiene influencia de los cánones ni de los valores plásticos de la tradición europea”, compartió la experta Álvarez Icaza.

El códice Tonalámatl de Aubin se conforma por 18 folios de amate, de los cuales faltaban dos y Antonio de León y Gama los reconstruyó en el siglo XVIII. Su importancia radica en que es un libro que contaba los días y los destinos, cuando alguien nacía tenía un augurio sobre su futuro; por ejemplo, si iba a ser una persona borracha o dedicada al arte.

En sus láminas se representa un cuadro de mayor tamaño que contiene al dios patrono de la trecena del calendario ritual nahua, mientras que en recuadros pequeños están los días con sus numerales, los nueve señores de la noche, los 13 señores del día y las 13 aves, con lo cual los sacerdotes podían realizar diferentes rituales.

Gráfico
Gráfico

“Comparándolo con relieves y material arqueológico de origen prehispánico vemos que tiene semejanzas; entre algunos de los rasgos que podemos encontrar del estilo mexica es el signo de día cocodrilo, cipactli en náhuatl, que los mexicas tienden a representar con unos picos como dientes, haciendo una analogía con la textura rugosa de las escamas, estos picos, además en la punta los representan en rojo, eso hace alusión a los cuchillos, finalmente es un pueblo en el que en toda su iconografía está muy presente el sacrificio”, detalló la especialista de la UNAM que ha realizado estancias de investigación en París y Austria para el estudio de códices originales.

Otros elementos en los que han encontrado similitudes con el estilo mexica son la representación de las deidades, y la gama cromática, está presente el rojo, proveniente de la grana cochinilla.

“Hemos llevado ya unos 20 años en desarrollar una metodología para hacer un análisis de estilo, donde comparamos material arqueológico pictográfico o pintado de procedencia conocida, pueden ser cerámica, pintura mural u otros códices cuyo contenido u origen ya se ha conocido. Se comparan rasgos estilísticos, donde se incluye la materialidad y la técnica, así como aspectos plásticos, entre éstos la composición, la línea, la gama cromática, las estrategias de representación y de forma, a través de cuadros vamos realizando estas comparaciones realizadas de manera sistemática”, comentó.

Otros indicios son la representación de deidades adoradas por los pueblos nahuas, como Tláloc y Tlazoltéotl.

No quisiéramos poner el énfasis en que sea prehispánico, es posible que lo sea, pero en realidad aunque fuera de la época colonial pertenece a la tradición indígena antigua, es más cercano a la escuela mexica o a alguna de la Cuenca de México
María Isabel Álvarez Icaza, Historiadora de arte de la UNAM

María Isabel Álvarez Icaza señaló que aún resta indagar otras escuelas como la de los xochimilcas o la gente de Azcapotzalco, para continuar los comparativos y determinar las diversidades estilísticas.

Apuntó que todavía hace falta consenso entre la comunidad científica; sin embargo, consideró que si no se tratase de un códice prehispánico, sí pertenece a la tradición antigua indígena, lo cual es de amplio valor. Si se llega a comprobar que es prehispánico, se agregaría a los 17 que hasta ahora se conocen.

“No quisiéramos poner el énfasis en que sea prehispánico, es posible que lo sea, pero en realidad aunque fuera de la época colonial pertenece a la tradición indígena antigua, entonces, esto sí está muy claro, es más cercano a la escuela mexica o a alguna de la Cuenca de México.

“Cuando salga a la luz un libro sobre esta investigación, que sea publicado el siguiente año, esto generará interés tanto por los estudiosos como por el público en general, dado que son 17 los documentos que se conocen como prehispánicos, tendríamos uno más, 18, si es que hay consenso de que se trata de un manuscrito prehispánico”, concluyó la especialista. Sería una coedición entre la UNAM y la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia.