Publica Martín Moreno su Ladrón de esperanzas

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Foto: larazondemexico

Francisco Martín Moreno ha publicado más de 25 novelas cuyo eje temático se centra en episodios de la historia de México. Él mismo se identifica como investigador, no como un cronista de la historia de México: sus indagaciones se enclavan en asuntos políticos, sociales y religiosos. En sus libros presenta un empalme muy sugerente entre Historia y ficción.

Uno de los autores más leídos en nuestro país: ha publicado más de cuatro mil artículos de opinión y columnas en periódicos y revistas, los cuales se han convertido en referencia del México contemporáneo.

Aparece Ladrón de esperanzas (Alfaguara, 2019). ‘Novela’ de ficción de corte ideológico, narrada en tiempo presente en que se aborda la situación político-social del México actual en el entorno de la llegada a la presidencia de Andrés Manuel López Obrador.

“Los mexicanos queremos justicia: parece que nos conformamos con regalos y pensiones del poder. El Presidente usa esa estrategia que sigue siendo de campaña electoral. El pueblo votó y no pensó en una compensación de los poderes, actualmente corremos el riesgo de una presidencia totalitaria. En este primer volumen de una trilogía abordo los eventos del 1 de julio al 15 de diciembre de 2018. En el tomo dos aparecerán los hechos hasta 2021; el tercero resumirá hasta 2023”, precisó para La Razón.

Libro que entrecruza elementos del ensayo, crónica, informe, panfleto, narración y apuntes periodísticos. Agotó la primera impresión de 50 mil ejemplares: una segunda (50 mil), a una semana ya casi se acaba. “Es un libro donde pretendo narrar justamente al ritmo de los sucesos políticos que ocurren día a día en el país”.

Ladrón de esperanzas

Francisco Martín Moreno

Fragmento

Si bien la más cara aspiración de mi existencia durante interminables cincuenta años consistió en llegar a ser presidente de la República, nunca imaginé la posibilidad de experimentar otro deseo similar, intenso e indomable: la vida, Dios, Nuestro Señor, alguna divinidad, una inteligencia superior a la humana, tal vez un supremo arquitecto ha de concederme el incomparable placer de poder ir a escupir sobre la tumba de Ernesto Pasos Narro.

Sí, sí, ya sé que no hay ninguna condenación para quienes estamos con Cristo Jesús, sé que el que gana almas es sabio; sé que de la misma manera en que Cristo perdonó, yo debo perdonar para salvarme, pero no puedo, no, no puedo perdonar, Dios me perdone, a Pasos Narro ni a la pandilla que gobernó a este país los últimos seis años. Sé que he repetido en todo foro al que asisto aquello de “paz y amor”, y sé que he insistido en perdonar, sí, perdonar, pero olvidar, no. Sé que debo ser congruente en mis posiciones políticas para no perder el respeto de mis conciudadanos, ¿cómo negarlo? Pero ¿disculpar a quienes le robaron sus migajas a los pobres, asaltaron a los miserables que ya no creen ni en la Virgen ni tienen consuelo alguno?, ¿perdón para esos miserables ladrones que nunca conocieron la piedad? Si yo llegara a disculparlos y no los acusara ni los denunciara ni los encarcelara, semejante absolución legal a los bandidos me haría cómplice y culpable de cargos peores aún de los que ellos son acreedores y, sobre todo, haría insoportable mi existencia por traicionar los principios éticos contenidos en mi Constitución Moral… ¿Con qué cara podría ver al pueblo si me convierto en aliado de rufianes poderosos que le arrebataron el pan de la boca a los olvidados?

Juré acabar con la corrupción en este país maravilloso que se desangra por los costados; juré acabar también con la Mafia del Poder y encarcelarla para que ya nunca volviera a imponer a un nuevo títere. Juré administrar una gran purga para ahorrar quinientos mil millones de pesos que son el saldo de los cochupos y de la putrefacta corrupción del gobierno; juré arrestar a los ladrones del patrimonio público y ahora tengo que tragarme una a una mis palabras, porque no perseguiré a nadie aunque me acusen de traicionar las promesas de campaña con las que logré que treinta millones de mexicanos me eligieran para hacer justicia y aplicar indiscriminadamente la ley por primera vez en nuestra dolorida historia. Pero bueno, por más que le choque a medio mundo lo de “al margen de la ley nada y por encima de la ley nadie”, debe entenderse como una estrategia para ganar votos. Mi promesa es válida del 1 de diciembre en adelante, porque para atrás nada, ni siquiera para tomar vuelo, aunque mis opositores me ataquen alegando que se trata de una invitación al gobierno saliente para robar hasta hartarse en la inteligencia de que no perseguiré a nadie. ¿A robar, entonces? Si así lo quieren entender, ni modo. Claro que mis seguidores me etiquetarán también como el primer presidente “blanqueador” porque estoy lavando el dinero robado por Pasos y su pandilla de pillos, pues no los voy a enjuiciar, bien, sí, pero prefiero, por el momento, cumplir mi pacto secreto con Pasos y con Villagaray, por más que me duela, en lugar de cumplirle al pueblo de México que tanto se merece y tanto le quedamos a deber los políticos, pero que muy pronto se olvida de todo. Esa es la ventaja: mis compatriotas, para mi buena fortuna, tienen muy mala memoria y no se acuerdan de nada y cuando finalmente se acuerdan, no hacen nada, y menos todavía si el día de la protesta callejera se juega un clásico de futbol o llueve, porque entonces nadie los sacará de sus casas. ¿Cuántos presidentes no soñarían con tener un electorado así de olvidadizo y de resignado? [...]

Ladrón de esperanzas

Autor: Francisco Martín Moreno

Género: Novela

Editorial: Alfaguara, 2019.

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