“ El relato, más que la novela, define al verdadero escritor”*: Medardo Fraile

Medardo Fraile
Medardo FraileFoto: Especial
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Glasgow, Inglaterra. Medardo Fraile (Madrid, España, 1925- Glasgow (Escocia), 2013), pertenece a la generación de escritores europeos de “medio siglo”. Cultivó con especial asiduidad el relato corto, género en el que es considerado, con unanimidad poco habitual, un consumado maestro. Por vez primera se publicó en México una antología seleccionada por el crítico Pedro M. Domene bajo el título de Descontar y contar (Universidad Veracruzana), donde Fraile según Augusto Monterroso, como “un gran cuentista, que ha creado un singular mundo literario sobre la base de tres cualidades fundamentales: su impecable manejo del idioma, su inagotable capacidad de invención y su profundo conocimiento de los seres humanos”. Sus relatos se caracterizan por su estilo sobrio y por su mímimo desarrollo argumental. Aunque predomina un enfoque realista, centrado en la recreación de ambientes y costumbres, está bastante alejado del estilo característico de la generación de los años 1950, en la que suele incluírsele. Sus cuentos son a menudo cuadros magistrales de la vida diaria (véanse por ejemplo los recogidos en Con los días contados), en los que la reducción de la anécdota, que a veces se limita a recoger una escena o tipo, y la preferencia otorgada al lenguaje coloquial son rasgos definitorios. Es autor de los libros de cuentos: Cuentos con algún amor (1954), A la luz cambian las cosas(1959); Cuentos de verdad (1964), Descubridor de nada y otros cuentos (1970), Años de aprendizaje (2001) y Antes del futuro imperfecto (2010).

Muchos de sus cuentos se desarrollan en la posguerra española, ¿cómo fueron esos años y su profundo conocimiento de los seres humanos?

-Llevábamos una vida muy opaca. Muchos de nosotros colaboramos en dos revistas, que eran las únicas que habían, por lo demás, fue una época muy difícil para cultivar las artes. Teníamos una represión muy dura, complicada; creíamos que nunca iba a acabar. En las tertulías del café Gijón ( a donde íbamos los jueves) surgía, a veces, alguna oportunidad, y ahí publiqué mi primera obra, El hermano, en “Acanto”, suplemento de Cuadernos de Literatura, porque me lo pidió un escritor de nombre García Nieto. La aspereza de los tiempos la suplíamos con una camadería escasa de dinero, pero muy rica en afecto.

Sus primeros textos tienen mucho que ver con el teatro, pero años después usted elige, definitivamente, el camino de la narrativa, ¿cómo fue ese proceso de cambio de género literario?

-Mis obras de teatro fueron Ha sonado la muerte, Un día más y El hermano, que escribí en tres mañanas en uno de los muchos cafés madrileños que han desaparecido. Todas fueron incluidas en el libro antológico Teatro de vanguardia, de 1949. Si me fui del teatro no es porque no me interesara ni me interese, pero lo que me interesaba, en sí, era su mundo, o mundillo. He sido siempre muy independiente y enemigo de las bandas conocidas y los tejemanejes. Mi prosa no tenía nada que enviar a las hazallas de los dramaturgos y me encontraba muy a gusto escribiéndola a solas. Así sigo hasta hoy.

Medardo Fraile
Medardo Fraile

Su primer libro ya de cuento se publica en 1954: Cuentos con algún amor. En un ensayo sobre su propia creación usted dice:” La realidad en el cuento se sirve de la fantasía”. ¿Cuánto de verdad y de fantasía puede encontrar el lector en su obra narrativa?

-Lo que yo escribí es que “la realidad en el cuento se sirve de la fantasía para ser real más hondamente”. Abunda más la realidad que la fantasía, por supusto, pero se dan las dos vertientes desde antes de mi primer libro; es decir, desde antes de 1954, hasta el punto de que, en un artículo publicado hace años, el autor se preguntaba quien había escrito primero cuentos fantásticos: si Cortázar o yo. Y Sanz Villanueva, en su Historia de la novela social española, señala que hay relatos míos en los que “se pierde la frontera de la realidad y, caso insólito en la generación de edio siglo, se produce el salto al terreno de lo fantástico”.

¿Cómo crre que ha evolucionado su obra en los más de 30 años que meiían su primer libro y los últimos cuentos que ha escrito, o está escribiendo en estos momentos?

-No sé exactamente en qué ha consistido la evolución, pero la hay, y el gozne empezó a girar en el cuento intitulado “La trampa”, el primero que escribí en Inglaterra. Acaso mis cuentos, a partir de entonces (1964), se han vuelto más abstractos, menos localizables en tiempo y lugar, y más descarnados, quizás. Creo que esas preocupaciones las encuentran los crítics o los estudiosos de la obra de uno; yo sólo escribo u lo trato de hacer mejor cada vez.

Medardo Fraile
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Usted , que es un maestro de la teoría del cuento, ¿cómo descubre o encuentra las nuevas “tendencias narrativas” a diferencia de las de su generación?

-Bueno, conozco muchas antologías y a muy pocos jóvenes escritores. Creo, sin duda, que el relato es una formula literaria inagotable que define, más que ninguna otra, al verdero escritor, porque el cuento no es más fácil de hacer que la novela, sino más difícil; la noevela requiere más tiempo y más paciencia, pero ni más precisión, ni más concentración, ni más agudeza, ni más esfuerzo. En cuanto a los “presupuestos actuales” yo diría que, en general, son más frívolos, pero también la España actual es menos dramática y más frívola que la que yo viví, pues hay que recordar la dictadura. Quizás había algo por lo cual luchar. Recuerdo las propuestas pictóricas de Juan Genovés, Rafael Canogar, Antoni Tàpies o Ràfols- Casamada, que también dieron lucha por buscar una libertad creativa.

¿Por ello dejó España para emigrar a las universidades de Reino Unido?

-Esa paryida la motivó un hastío que me llevó casi a la neurastenia. Mis mejores amigos saben que, durante cuatro o cinco años, era recurrente la idea de marcharme, y ninguno, por supusto, lo creía, ni podía imaginarme en otro contexto fuera del español. Ya han pasado más de 40 años en que vivo en el Reino Unido. Tres años en la Universidad de Sourhamton, 18 en la Universidad de Strathelyde (Glasgow) y varios de jubilación, en los que he trabajado tanto o más que antes. Vivo en Bishopbriggs, cerca de Glasgov y voy a España una o dos veces al año. El reto, mis impresiones sobre este país, las recogí en 1973 en un libro que se llamó La penúltima Inglaterra, que acaba de salir ampliado.

Medardo Fraile
Medardo Fraile

¿Cree que hay difusión de la literatura en español en las universidades inglesas?

-No lo creo, pues hay muy poca difusión y muy pocas traducciones. Y, además, no salen de los tópicos: que si García Loca, que si Cela, Paz, Cortázar, Borges y poco más. Si se hiciera un recuento de la literatura en español que se enseña en las universidades británicas, tendríamos la impresión de que nuestra lengua y litratura son repetitivas y paupérrimas. Con las excepciones de rigor, muy pocos son los maestros que se encuentran a gusto cobrando un sueldo con lo poco que saben, y llegan a hacer creer a los estudiantes que lo poco que saben es todo lo que hay en lengua castellana.

*Esta entrevista es pare del libro La vida constante, de Miguel Ángel Muñoz que publica en España La Junta de Extremadura y en México Editorial Praxis.