Ingresar a los predios ubicados en Guatemala 16 y 24, en el Centro Histórico, es trasladarse a la época prehispánica: en el primero, desde que se pasa un pasillo y se comienzan a bajar unas escaleras se pueden admirar vestigios del Templo Ehécatl y parte del juego de pelota; en el segundo, se aprecia parte del Huey Tzompantli, un muro construido con cráneos de personas que eran sacrificadas en el Templo Mayor y en el juego de pelota.
Ambos sitios pronto podrán ser visitados por el público, adelantó a La Razón, Raúl Barrera Rodríguez, supervisor del Programa de Arqueología Urbana (PAU).
“La idea es que estos espacios posteriormente puedan ser abiertos al público cuando ya se den las condiciones de seguridad. Lo que se puede ver son avances en cuanto a la excavación del Huey Tzompantli, la mayor parte de la torre de cráneos. Continuamos haciendo trabajos de seguimiento de la obra y la conservación de estos restos óseos”, detalló Barrera Rodríguez tras el recorrido por ambos lugares, después de la presentación del Pabellón Ventanas Arqueológicas en la Casa del Marqués del Apartado.
El arqueólogo señaló que en el caso del Templo Ehécatl y el juego de pelota, el acceso será independiente y será administrado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH); mientras que la entrada para el Huey Tzompantli será compartida con el Museo del Chocolate, que también alberga el edificio.
“En el caso de Guatemala 16 van a ser dos cosas diferentes, va a ser el museo que va a ser subterráneo, a cargo del INAH, con su propia vigilancia y control; en la parte superior va a ser hotel, cada uno tiene su propio acceso. En Guatemala 24 será una entrada compartido, habrá espacios exclusivos para la muestra de los vestigios. Del cobro tendrá que ser el INAH el que decidirá en su momento de qué manera se va a controlar”, especificó.
Barrera Rodríguez explicó que por ahora continúan dando seguimiento a las obras de rehabilitación en ambos predios. A la par continúan los trabajos de excavación del Huey Tzompantli hallado en 2015. “En estos momentos los avances nos permiten conocer gran parte de la estructura circular de este muro, pero nosotros seguimos con las intervenciones . Estamos concretando las etapas constructivas, tenemos tres ya definidas, que van desde 1440 a 1502”, abundó.
Mientras el Huey Tzompantli y el Templo Ehécatl abren al público, a partir de hoy y hasta noviembre, el público puede visitar el Pabellón de Ventanas Arqueológicas en la Casa del Marqués del Apartado, un recuento por los trabajos arqueológicos que han permitido desenterrar y exhibir, en lo posible, aquellos vestigios del antiguo Recinto Sagrado que permanecen en el subsuelo del primer cuadro de la Ciudad de México.
“Una gran oportunidad” . Para Jorge Gómez Valdés, responsable del área de antropología física del INAH, los hallazgos del Huey Tzompantli, la primera edificación hecha con cráneos humanos de la cual se tiene conocimiento, abren una ventana importante para estudiar la época prehispánica desde los individuos.
“Tenemos una oportunidad única, nunca antes habíamos tenido la oportunidad de centrar nuestro interés en los individuos del sacrificio humano. De las dinámicas de las poblaciones mexicas se sabe mucho, hay fuentes históricas, etnohistóricas, como los códices, también los mismos vestigios, pero el Huey Tzompantli nos está proporcionando la posibilidad de que estos estudios se centren en los sujetos, esto se convertirá en un modelo de investigación”, dijo a La Razón.
Indicó que incluso este descubrimiento y los estudios hasta ahora realizados llevarán a la invención de una nueva ciencia dedicada a preservar edificaciones construidas con restos óseos de personas.
“Hay que inventar la ciencia que se dedique a preservar eso, porque antes no había habido otro, está por investigarse y hacerse, es un reto muy importante. Para nosotros es un desafío. Es poder estudiar y completar la visión de los mexicas con lo que se sabe”, resaltó.
Gómez Valdés detalló que hasta el momento, de acuerdo a los estudios realizados, se sabe que la mayor parte de los cráneos corresponden a hombres jóvenes, pero también hay una buena proporción de mujeres. Entre sus características destaca que tenían un buen estado de salud y que la mayoría había sido sometida a un modelado cefálico cultural.
“Es muy relevante porque este vestigio está dedicado al dios de la guerra: saber que eran hombres mayoritariamente, pero también mujeres, es de gran interés. También se hacen estudios no solamente de cómo fue la circunstancia de la muerte de estos sujetos, sino también todo el tratamiento corporal que se les dio después de su deceso.
“Tratamos de reconstruir las condiciones en que ocurrió la muerte de los individuos, en última instancia, los antropólogos junto con los arqueólogos y otro tipo de fuentes de información, no solamente con los restos óseos, buscamos reconstruir las condiciones de vida, quiénes eran, cómo fallecieron; otros datos relevantes sobre su estilo de vida”, agregó Gómez Valdés.