Publica Demonios de la culpa

Sealtiel Alatriste entrega un "western a la mexicana"

El autor narra acciones de afanosos personajes acorralados por la desventura; se sumerge en la sociedad de nuestro país en los años 40, 50 y 60 del siglo pasado

El novelista y promotor cultural Sealtiel Alatriste, en una foto promocional de la novela.
El novelista y promotor cultural Sealtiel Alatriste, en una foto promocional de la novela. Foto: Cortesía Sealtiel Alatriste

El editor, diplomático, articulista, promotor cultural y novelista Sealtiel Alatriste (Ciudad de México, 1949) —Premio Internacional de Novela Planeta-Joaquín Mortiz 1995 por Verdad de amor— publica Demonios de la culpa (Alfaguara,2024), una novela que ha sido calificada como un “western a la mexicana” que se sumerge en los derroteros de la sociedad mexicana durante los determinantes años 40, 50 y 60 del siglo pasado.

Historia ambientada en la Ciudad de México y protagonizada por los hermanos Esponda, Armando y Raúl, quienes son el centro de episodios hilvanados por venganzas, recelos, negocios ilegales y beligerancias familiares en que una proverbial presencia del pasado retumba en los desdoblamientos de gestos de personajes condenados a la tragedia.

“He querido dar testimonio de la ciudad de mi infancia. Esta novela transcurre en esos tiempos concluyentes de mi crecimiento emocional e intelectual. Aquí está una ciudad rememorada, en la cual yo crecí. Una urbe pujante que brindaba muchas oportunidades: una persona, por ejemplo, con un pequeño negocio en La Merced, podía ascender y hacerse rico. Propongo un retrato de la clase media y, asimismo, de los avatares de sus aspiraciones”, expresó a La Razón Sealtiel Alatriste.

¿Quiénes son estos hermanos Esponda? Personajes centrales de la historia, quienes llegan a la Ciudad de México en 1949 y, aceptados en el círculo familiar, hacen prosperar los negocios de la familia en La Merced en un acercamiento con la ilegalidad en la gestión de ventas farmacéuticas. Llegan a casarse con las sobrinas adoptivas del tío que los recibe. Los agravios se presentan y se desencadena una guerra entre familias cercanas.

¿Episodios reales registrados por estos hermanos? La crónica de estos hermanos no está sustentada por hechos reales. Hay rememoraciones; pero, más que todo me interesaba edificar personajes inmersos en un relato que fuera verosímil apuntalado en los códigos de la ficción.

¿Un western a la mexicana? La venganza como hilo conductor para redimir la ofensa recibida por uno de los hermanos y por el control de las calles de Los Ángeles en el preámbulo del narcotráfico. Sí, “western a la mexicana” con ciertos retumbos de tinturas de ‘melodrama telenovelero’: la trama le debe mucho a las telenovelas mexicanas.

¿Índices de una sociedad de clase media? Ésa es la intención: plasmar a la sociedad mexicana de los 40, 50 y 60 del siglo XX, que indiscutiblemente estaba conformada por un conglomerado muy de clase media, que compartía afanes, voluntades y principios con la voluntad de cimentar nuevos valores. Ése es el ánimo que impulsa a la novela.

¿Referencias a José Emilio Pacheco, Efrain Huerta o Carlos Fuentes en un tributo a la Ciudad de México? No soy Ixca Cienfuegos, nadie como Carlos Fuentes ha dilucidado con tanta maestría la vitalidad de la capital mexicana como aparece en La región más transparente. Pacheco y la nostalgia de esa ciudad perdida en Las batallas en el desierto. Huerta con esos versos que describen una “ciudad negra o colérica o mansa o cruel”. Me interesaba transcribir la cadencia de una urbe llameante en aquellos años. El Distrito Federal de mi infancia era una maravilla.

El reflejo invertido en el espejo de la fortuna

Armando y Raúl Esponda llegaron a la capital desde Guadalajara al mediar el otoño de 1949, cuando en México se iniciaba la bonanza derivada de lo que más tarde se llamó desarrollo estabilizador. Por entonces, en la colonia Roma (donde supuestamente vivía su tío Federico) ya se podían ver turistas, ansiosos de descubrir el exotismo de la ciudad, paseando con señoritas emperifolladas. La pujante clase revolucionaria que había fundado la colonia años atrás empezaba a mudarse a zonas con mayor perspectiva económica, sin importarles que algunos amigos permanecieran aferrados a las casonas que en alguna época alguien llamó palacetes. Era una época en la que el país hervía con la fiebre mexicanista heredada de los tiempos en que el presidente Lázaro Cárdenas nacionalizó las industrias petroleras, en la que todo mundo buscaba nuevos negocios para adueñarse del pudiente mercado mexicano. Nadie hubiera podido calcular la edad que entonces tenían los Esponda —seguro rondaban los veinte años, poco arriba o poco abajo— ni cuál de los dos era el mayor. Raúl era un tipo grueso, guapo, de facciones recias, pelo negro y bigote crespo, más que fuerte era robusto, a quien su manera de caminar delataba como un tipo estridente y entrón; aunque peleonero, bueno para los cates desde chico, era cauteloso y trataba de no meterse en líos. Armando, en cambio, tenía una complexión delgada, de huesos duros y facciones afiladas; la fuerza de Raúl se descomponía en su cara en una serie de ángulos rectos que remataban en una quijada poderosa; como tendía a la calvicie había desarrollado un tipo de sabiondo, en el que destacaba una mirada…

Fragmento del libro

Demonios de la culpa
Demonios de la culpa
  • Autor: Sealtiel Alatriste
  • Género: Novela
  • Editorial: Alfaguara