Llega a México la novela Las malas

Sosa Villada presenta manifiesto de las travestis

La escritora aborda temas como la maternidad trans y el maltrato que vive este sector; “quise develar la furia que sentimos ante la violencia”, afirma a La Razón

La autora, en una fotografía de archivo.
La autora, en una fotografía de archivo. Foto cortesía: Planeta

Circula en librerías de México una de las novelas más sediciosas de la literatura latinoamericana contemporánea Las Malas (Tusquets, 2019), de la actriz, vocalista y escritora transexual argentina Camila Sosa Villada (La Falda, 1982). Historia de un grupo de travestis que tras hallar un bebé abandonado toman conciencia de la maternidad. Mirada a la infancia y adolescencia de Cristian en su mudanza a Camila como un “acto de reivindicación y resistencia”.

Deudas con Reinaldo Arenas (Celestino antes del alba), Jean Genet (Santa María de las Flores) y Severo Sarduy (Gestos). Sosa Villada dice sentirse cercana a Marguerite Duras, Carson McCullers y Wislawa Szymborska. El lector tiene en sus manos una suerte de bildungsroman (relato de formación) empalmado con sutiles franjas de realismo mágico y atmósfera fantástica que hacen referencias a la británica Angela Carter (Cuentos de hadas).

Escritura autobiográfica que se sumerge en el travestismo de una ciudad (Córdoba) anudada a una descarnada realidad: un grupo de travestis en el Parque Sarmiento alrededor del busto de Dante Alighieri. Noche invisible y frágil: otro mundo en que la carnalidad entroniza sus leyes. Procesión detrás de la Tía Encarna con el bebé encontrado en una zanja: El Brillo de los Ojos, ilusión y también demanda. La pretensión negada de maternidad de las travestis.

“Escribía dando tumbos, tal vez de una manera inconsciente: parecería que no tenía claro los propósitos; iba fantaseando a medida que avanzaba. Mi intención la tenía clara: aproximar al travestismo a una suerte de mitología, de leyenda. Me dije: ‘Quiero reflexionar desde mi alma y exclamar: no somos sólo carne, sino también espíritu; profesamos un credo’. Yo creo en el travestismo como una fe. De ahí esa Tía Encarna que nos enseñó toda una ética espiritual. Las malas es, más que todo mi manifiesto y un itinerario que nace de la imaginación”, precisó en conversación telefónica desde Buenos Aires con La Razón, Camila Sosa Villada, la también actriz protagonista del aclamado filme Mía (2011).

¿Fabulación autobiográfica: ficción y evocación personal? Recordamos, pero somos infieles a la memoria. Guardo imágenes de la infancia de aquel padre golpeador que llegaba a casa borracho. Me veo vendiendo helado en la costanera. Recuerdo las peleas callejeras, tratando de rescatar a una que venía huyendo de un cliente o yo misma corriendo para esquivar a unos agresores. Todo eso aparece aquí deformado por la imaginación. Escribiendo esta novela me di cuenta del poder milagroso de la ficción.

¿El retrato violento y agresivo de la novela es real? Lo es. Las travestis son asesinadas en México y en Argentina y en el resto de los países latinoamericanos. Somos rechazadas por la sociedad. Todo eso es una realidad que estimuló mi imaginación.

¿Esa Tía Encarna como salida de una película de Fellini es un símbolo? El símbolo de la Madre de todas las travestis. Era dura y exigente: nos enseñó a ser íntegras, a respetarnos. Era un resplandor que nos acompañaba cada noche.

Prosa explosiva, furiosa y festiva aderezada de improntas poéticas. ¿Cómo concibe usted la escritura? Escribo con la misma intensidad con la que hago el amor. Como cuando preparo un platillo o cuando me maquillo o me visto. Creo en la escritura como un rito.

¿Escenas de la infancia de la narradora enmarcadas en la consternación del llanto? Yo no podía llorar frente a mi padre. Estaba prohibido llorar. Yo lloraba de miedo. Aprendí a llorar en silencio. Quise trasmitir toda esa impotencia en la novela. Sin embargo, me regocijaba en ese llanto, el cual me permitía ser la protagonista de mi melodrama marica.

¿Relato de violencia y desprecio hacia las travestis? Quise develar la furia que sentimos ante esa humillación. Tragamos toda esa ponzoña. Nos suicidamos y morimos jóvenes. Todavía estamos solas y a la intemperie, bajo el sol de una noche perdurable.

Las malas

Por Camila Sosa Villada

Es profunda la noche: hiela sobre el Parque. Árboles muy antiguos, que acaban de perder sus hojas, parecen suplicar al cielo algo indescifrable pero vital para la vegetación. Un grupo de travestis hace su ronda. Van amparadas por la arboleda. Parecen parte de un mismo organismo, células de un mismo animal. Se mueven así, como si fueran manada. Los clientes pasan en sus automóviles, disminuyen la velocidad al ver al grupo y, de entre todas las travestis, eligen a una que llaman con un gesto. La elegida acude al llamado. Así es noche tras noche.

El Parque Sarmiento se encuentra en el corazón de la ciudad. Un gran pulmón verde, con un zoológico y un Parque de diversiones. Por las noches se torna salvaje. Las travestis esperan bajo las ramas o delante de los automóviles, pasean su hechizo por la boca del lobo, frente a la estatua del Dante, la histórica estatua que da nombre a esa avenida. Las travestis trepan cada noche desde ese infierno del que nadie escribe, para devolver la primavera al mundo.

Con este grupo de travestis también está una embarazada, la única nacida mujer entre todas. Las demás, las travestis, se han transformado a sí mismas para serlo. En la comarca de travestis del Parque, ella es la diferente, esa mujer embarazada que repite desde siempre el mismo chiste: tomar por sorpresa la entrepierna de las travestis. Ahora mismo lo hace y todas ríen a carcajadas.

El frío no detiene la caravana de travestis. Una petaca de whisky va de mano en mano, papeles de cocaína visitan una a una todas las narices, algunas enormes y naturales, otras pequeñas y operadas. Lo que la naturaleza no te da, el infierno te lo presta. Ahí, en ese Parque contiguo al centro de la ciudad, el cuerpo de las travestis toma prestado del infierno la sustancia de su hechizo.

La Tía Encarna participa del aquelarre con un entusiasmo feroz. Está exultante después de la merca. Se sabe eterna, se sabe invulnerable como un antiguo ídolo de piedra. Pero algo que viene de la noche y del frío convoca su atención, la separa de sus amigas. Desde la espesura algo la llama. Entre las risas y el whisky que viene y que va de una boca pintada a otra, entre los bocinazos de los que pasan buscando un turno de felicidad con las travestis, La Tía Encarna distingue un sonido de otra procedencia, emitido por algo o alguien que no es como el resto de las personas que aquí vemos.

Fragmento

Las malas
Las malas
  • Autor: Camila Sosa Villada
  • Género: Novela
  • Editorial: Tusquets, Planeta, 2019