Flores triunfa con la primera oreja de peso de la temporada

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Xajay, su sosería y bravura, daba la pauta de la cuarta y helada tarde de temporada. Ahí estaban Sebastián Castella, crucetas oro en seda zafira; Sergio Flores, berenjena y platino; Ginés Marín, rioja y ramales de joyería; y Luis David Adame, uva dorada.

Corto enmorrillado, rabón agujifino, el cárdeno meano Gorrito, de 498 de justa fuerza, fue la primera suerte de Castella. Malinyectado por Efrén Acosta, malbanderillado, todo se fue retardando, hasta el primer muletazo que ya avisaba de la lidia derechista y por debajo que el galo iba a dibujar. Cuando empezaba a lucir un par de cambio de manos indiscutible, el de Xajay ya se había rajado.

Lajeño, zaino cornivuelto, bajito apenas de 480 de brío muy breve, tocó en malatarde a Flores, que llegaba con ganas de triunfar como en la temporada pasada, pero que se tuvo que limitar a pasar una factura expedita, desarmado de muleta, ante otro rajón mal lidiado en tablas. Otra mala tarde fue para Ginés Marín, pues su Cumpleañero, rechiflado entrepelo, acabó devuelto por una triste fractura.

De reserva, Cumplido, listón bragado de 493 kilos de puro parado, fue la suerte de la misma ganadería para un Marín que no pudo lucir más que el desdén de saludo ante un rijoso y complicado burel que no dejó de pasar, fijado, pero que hizo ver su suerte al de Cádiz, que no tocó pelo sino hasta tres pinchazos después. Coquetón, 497, de puro deslucido fue para Marín la nadería en su segundo turno.

Media tonelada de cárdeno entrepelo, Escarcha, rabonsón de poco más de media tonelada, bien pinchado por Curro Campos, y bien lucido, pasando por las chicuelinas del quite de su bisoño Adame, quien abrió de a pases por las espaldas para empezar, y de ahí todo fue disfrute de pecho, de naturales en redondo, de cruces encimistas. Hasta que con mucha entrega, colocó a bien Luis David toledana sin toro, dándole nervioso fin a su nerviosa lidia brindada a los tendidos. Su segunda cita, Batanero, bravo de 506 kilos, tampoco significó más que otros pitonudos xajayescos.

Inolvidable, ojito de perdiz, cárdeno reunido oscuro de 486 kilos de pitones afilados, fue el segundo turno del francés que, aunque pintó buenos quites por tafalleras después de varas justas de Ángel Juárez, y a pesar de su emocionante péndulo de inicio de la muleta y sus trazos en redondo, pinchó y con un aviso se fue recogiendo ovaciones al tercio y una amonestación pública a su subalterno Rafael Viotti, por extraer el estoque desde el callejón.

Fantasmagórico, Qué bonito, cárdeno enguantado rabicano de la media tonelada, fue una tilde de los pases del de Apizaco, que triunfó cual debe un matador que sabe colocar una toledana, luego de una faena a la que le exprimió los pases que había que darle a ese bravo seco que diera el trofeo de la noche. Por derechas y naturales, todo lo hizo bien Flores.

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