En una larga lista de hechos que marcaron su vida, el clavadista Carlos Girón Gutiérrez, quien este 13 de enero perdió la vida, destacó su paso por Acapulco, puerto de Guerrero, donde escuchó varias veces “Hey, mister, one coin to the water”.
Tenía 10 años en la década de los sesentas, cuando junto con varios amigos se lanzaba sus primeros clavados para recoger las monedas que lanzaban los visitantes.
En Acapulco aprendió a nadar, según se escribe en la historia que de él publica el Comité Olímpico Mexicano.
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“Tragué cantidades industriales de agua salada, me hundí cientos de veces en el bravío oleaje del puerto, pero lo hice: aprendí a nadar. Porque sólo así podía estar con mis amigos, de vagos, cuando salíamos de la escuela. Pero nadar no me atraía; lo que más me gustaba era tirarme del trampolín, de las rocas, del malecón…”; describió Girón.
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Lanzarte un clavado es como volar, repitió constantemente el nacido el 3 de noviembre de 1954, en Mexicali, Baja California; donde hasta ayer, profesores de natación estaban pendientes de su salud, de acuerdo a reportes locales.
El medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Moscú 1980 falleció este 13 de enero, luego de padecer un aneurisma en el pulmón, que le fue detectado hace meses.
“ Desde entonces (Acapulco) sentí una fascinación especial por ir de cabeza, el cuerpo en libertad, al encuentro con el agua”, decía sobre su fascinación por los clavados.
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RMP