Sol en lo azul, calor níveo, alumbre de luz en el ruedo de relumbrón por un Estoque de Oro olvidado que seis coletudos, tres hispanos, tres mexicanos, se debatirían. Ponce, a secas; Ferrera, muy impuesto; Morante, indulgente; Mauricio buscando todo lo alto; Joselito, resuelto y enlutado; y Luis David, nervioso. Comenzaba la tarde con grato reconocimiento a Juan Vázquez, subalterno de dos mil corridas y mucha trayectoria.
Seis diversas ganaderías lucirían frente a las seis firmas toreras, y la de Julio Hamdam abría paso con Caudal de memorias, 518 en peso, zainoso cornivuelto listón que por bajarle la mano Enrique Ponce, se quedó atorado en la arena en media vuelta de campana y luego de malpicarlo, el juez lo devolvió a los chiqueros. El primero bis salió al ruedo, era de La Joya, coloradito ojito de perdiz, casi la media tonelada, Buen amigo, alto botinero acucharado, al que por poco le sucede la misma suerte del anterior, por bajarle el capote el valenciano.
Fernando García tuvo su segundo tercio, convidó a Gabriel Luna de ello, luego de lo cual Ponce, pizarra y oro, desentendió a un rebrincón sin las prestaciones que deseaba.
Para Antonio Ferreira, mismo traje de cita anterior, Tocayo, otro de La Joya, más fuerte que su hermano, altísimo enmorrillado cornivuelto que cayó en buena vara de Alfredo Ruiz. Luis Alcántar y Rafael Luna le pusieron pares de garapullos lucidos y en la muleta para el extremeño paseador, dos trincherillas de lujo, ha subido, con su creatividad franca, los tonos en la arena. Por derechas bien, de pecho genial, todo teatral muy sentido. De hinojos le arrebató pases de magia al cornúpeta de Zacatlán y sus 498 kilos. Con excesiva exaltación, el de la ganadería de González Esnaurrizar fue indultado. Mucho enternecimiento, quedó el primer Estoque de Oro en manos de un torero español.
El dato. Reconocimiento y pasión el toro Cinco Estrellas fue el pretexto para redondear una tarde excesiva y entrañable.
Romero, de Bernardo de Quirós, cárdeno pesado de 558 de fuerza, corto de estampa y de fuerza, listón que retumbó en el peto del caballo. Sin mucho más que ofrecer después del primer palo, donde dejó todo, Morante de Puebla, patilludo recamado en oro, pinchó dos veces, imponiéndole ni media estocada bajonazo en su apuro al engatillado, volviéndose a enfrentar con los tendidos y llevándose un aviso.
A José Mauricio, celeste en oro, Coco, un cornivuelto de 534 de peso, bajito rabicano cárdeno enmorrilladísimo y garganto que le ofreció dos buenas medias verónicas de saludo. Morales apenas lo hirió en el primer tercio, las patas no le daban, y aun así, se dio gusto en su quite por chicuelinas y una caleserina en dos pases al probón animal. Con un pico de nobleza y profundidad, el de Xajay se empleó bien en faena derechista y en redondo. Mérito y paciencia en los remates, la estructura del torero capitalino se dejó ver en pesadas aguantadas que igual jugaban con el ritmo que impuso, sensitivo e inspirado, el cuarto espada. Con estocadón tendido recogía la primera peluda y una ovación con su valor.
Cinco estrellas, del fierro bravo Reyes Huerta, lucero de 535 kilogramos, cárdeno bragado de astas vueltas fue para Joselito Adame, pistache y oro y flecos y machos negros. Palo muy cuidado, quites desinflados por gaoneras pero un segundo tercio de lujo, con Ferrera Morante desdeñó la oportunidad, y Luis David convidados a poner unos pares extraordinarios, al alimón con el Adame mayor de la tarde. Con la muleta, tandas derechistas y defectuosas de embestidas. Sacándole el agua a la piedra, en medio de un par de dozantinas por nota se dejó tocar, golpazo, por el de la ganadería de Ajuluapan, quedándose adolorido y todavía coronándose con una tanda, la interrumpida, un espadazo bien puesto y dos orejas reclamadas.
Luis David, berenjena y sutil dorado, cerró plaza con un nada claro Palomito de Las Huertas, deslucido descoordinado, con aires de manso pero fijo peleador en su puya, rogado en los quites afarolados en tablas, pasando por los rehiletes de milagro de Juan Ramón Saldaña. Desinteresado, gazapón, querencioso; todo fue mal en la faena oficiosa del Adame menor. La noche se hizo.
Estoque de Oro
La corrida por el Estoque de Oro es una celebración en torno a la fundación de la Asociación Nacional de Matadores de Toros y Novillos, Rejoneadores y Similares. El matador Finito Contreras, primer secretario general de dicha asociación ideó ese premio y tal evento a beneficio de la creación de la instancia que fue pensada para consolidar la tradición taurina en nuestro país, en tiempos de llenos constantes en las varias plazas que había en la Ciudad de México. El sábado 8 de abril de 1967, en corrida nocturna, se jugó la suerte del primer Estoque de Oro con toros de Mariano Ramírez Miguel, y quedó en manos de Manolo Martínez, y ya la última vez que ocurrió tal reconocimiento en la plaza de la colonia Nochebuena, fue el 9 de julio de 1978, cuando Curro Rivera se fue con su pedazo dorado y su toro, Saltillero de nombre, Campo alegre de ganadería, indultado. Hoy, décima ocasión de tal estoque en La México, se repite aquella historia casi medio siglo después: un torero se va con la escultura de Martín Bringas y su animal renacido.
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