Quizá algunos pensaron que Novak Djokovic tendría que lidiar con ciertos problemas en esta edición del Abierto de Australia.
Djokovic tiene un claro dominio en Melbourne Park, donde es prácticamente total, nueve títulos obtenidos en nueve finales. Además, sigue acercándose a Roger Federer y Rafael Nadal en la tabla de posiciones en cuanto a Grand Slam ganados, ahora con un total de 18, dos menos del récord masculino.
Así que habrá que colocar los nueve trofeos que Djokovic ha alzado en Australia al lado de sus cinco de Wimbledon, tres del US Open y uno de Francia.
El torneo comenzó con un retraso de tres semanas debido al coronavirus; el primer Grand Slam de la temporada se completó con 7 mil 426 espectadores en la Arena Rod Laver y la mayoría de ellos no cumplió con la sana distancia.
Se impidió el ingreso de aficionados durante cinco días en la semana previa al ordenarse un confinamiento, pero se permitió un 50% de capacidad.
Djokovic empleó un soberbio servicio, su habitual persistencia en el peloteo y su excelente desempeño en la línea de fondo para ganar 11 de 13 juegos en un tramo y derrotar por 7-5, 6-2 y 6-2 a un frustrado Daniil Medvedev, llevándose su tercer trofeo seguido del Abierto de Australia.
Cuando el encuentro terminó, menos de dos horas después, Djokovic cayó de espaldas sobre la cancha. Luego de despedirse de Medvedev, Djokovic se dirigió a una de las laterales, se quitó la camiseta blanca y se despegó del abdomen piezas de cinta adhesiva deportiva color beige.
“Ha sido como una montaña rusa para mí, especialmente en las últimas dos semanas”, señaló Djokovic, cargando el trofeo plateado en su brazo izquierdo.
El serbio ofreció un “especial agradecimiento” a su entrenador personal, el fisioterapeuta argentino Ulises Badio por ayudarle después de una lesión.
