Hacia las 3:30 de la mañana se fundieron en un abrazo intenso, en silencio. Las lágrimas corrían por las mejillas de Antonio Carapaz y Ana Montenegro, padres de Richard Carapaz, quien ganó la medalla de oro en Tokio 2020.
Por televisión habían visto recién el despliegue de valentía y poder que permitió el sábado a su hijo Richard Carapaz ganar la medalla de oro en el ciclismo de ruta de los Juegos Olímpicos en Tokio.
Pasado el primer momento de incredulidad, los padres estallaron en gritos de alegría y nuevos abrazos en la soledad del campo, dentro de su humilde morada rural cerca de la población de El Carmelo.
La cuna de Carapaz se ubica a 3 mil metros de altura, en la provincia de Carchi, cerca de la frontera con Colombia y 126 kilómetros al norte de la capital ecuatoriana.
En la mañana del sábado, cerca de 300 personas habían copado el patio de tierra de la vivienda de los Carapaz, adonde también habían llegado la banda municipal y Cristian Benavides, alcalde de la ciudad de Tulcán, capital de Carchi.
Durante la jornada, un río de gente subió un lodoso camino que llevaba hasta la casa, todos querían felicitar a los Carapaz, abrazarlos y dirigirles algunas palabras, si bien a los más emotivos se les quebraba la voz.
Richard Carapaz la nueva leyenda del ciclismo
Carapaz, de 28 años, se ha convertido en la nueva leyenda deportiva de Ecuador luego de ganar el Giro de Italia, el segundo puesto en la Vuelta a España, el tercer lugar en el Tour de Francia y ahora el oro olímpico.
Apenas la semana pasada, la madre del campeón lo vio subir en tercer lugar en el podio del Tour de Francia. Esta vez, en declaraciones a The Associated Press, dijo: “me siento feliz y contenta al ver que mi hijo logró un triunfo que tal vez no lo esperábamos”.
Recordó al pequeño Richard, inquieto, jugando con su primera bicicleta sin llantas y sin asiento, la que rescató de la chatarra y con la cual comenzó hace cerca de 20 años sus sueños de ciclista en medio de la pobreza y la dura vida de campo, en los Andes ecuatorianos.
La familia tiene ganado vacuno y cultivos de papas, a lo que ha sumado desde el 2019, luego del triunfo en el Giro de Italia, la escuela de ciclismo que lleva el nombre del campeón.
Entre las decenas de aficionados que llegaron a festejar la medalla olímpica figuró Mathew Bolaños, estudiante de 22 años, quien envuelto en una bandera de Ecuador estaba desde primera hora en la casa de los Carapaz.
“Vine a felicitarlos porque Richard refleja a tantos jóvenes que tenemos tantos sueños y queremos conquistar el mundo, pero Richard los está haciendo con dos ruedas, para mí ese es el imán que nos está atrayendo hasta esta casita”, manifestó.
Fiesta en casa de Richard Carapaz por el oro
Los padres de Carapaz ofrecieron a los visitantes comida, como caldo de gallina, chuletas de cerdo fritas, queso con miel y productos de la tierra. La mayor parte degusta los platos, ofrecidos a módicos precios.
“Siento una gran emoción que mi hijo haya logrado lo que no se ha logrado en este país y ver la alegría tan grande que ha provocado entre los ecuatorianos, es un orgullo y un honor que sea mi hijo. El es mi héroe, lo admiro”, expresó Antonio Carapaz, de 60 años, en declaraciones a la AP.
“Siento una emoción y un orgullo tan grande en el pecho que me estalla de la alegría, solo quiero abrazarlo y decirle que lo amo”.
Muchos visitantes quieren posar ante la destartalada primera bicicleta que permanece colgada bajo el alero de la casa, otros prefieren fotografiarse frente a la bandera de Ecuador, con un mágico paisaje formado por retazos de colores de los diferentes cultivos andinos a sus espaldas.
Richard Carapaz quería ser como Popeye
Diego Herrera, un arquitecto de 60 años, llegó al sitio en una imponente moto y aseguró a la AP: “en cuanto vi el triunfo de Carapaz, decidí que debía llegar acá, conocer a sus padres y sobre todo agradecerles por el hijo tan maravilloso que han dado a Ecuador, pocos tienen la fortuna de parir un hijo de esos quilates”.
Ana Montenegro ríe cuando recuerda que, cuando era niño, Richard le pedía a su papá que sembrara espinacas, porque quería ser tan fuerte como Popeye el Marino.