Los Juegos Olímpicos de Tokio comenzaron con muchas dudas y no sólo por su realización, sino por ver quiénes serían los atletas que se robarían los reflectores, ante la ausencia de los más recientes ídolos.
Sin Michael Phelps ni Usain Bolt, entre otros deportistas de renombre, era un enigma quiénes serían los nuevos rostros en el olimpismo.
Esas dudas quedaron resueltas. Los Juegos Olímpicos de Tokio se desarrollaron sin mayor problema y dejaron nuevas hazañas para la historia. En América Latina, Yulimar Rojas acaparó los reflectores. La venezolana se coronó en el salto triple y destrozó un récord mundial que parecía imposible de superar, impuesto por la ucraniana Inessa Kravets en Suecia, hace más de 25 años.
Ella no fue la única. Si hubieran preguntado antes de la justa veraniega, tal vez nadie pensaba que el trono que dejó vacante Usain Bolt sería ocupado por un velocista italiano. Marcell Jacobs dio la sorpresa y se coronó en los 100 metros planos para convertirse en el hombre más rápido del mundo, además, se colgó el oro en los relevos de 4x100 varonil.
En la categoría femenil la velocista originaria de Jamaica, Elaine Thompson-Herah se consolidó como la máxima figura de las pistas en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020. Ganó todo lo que disputó; conquistó los oros en los 100 y 200 metros planos, además del relevo 4x100, junto a sus compañeras Shelly-Ann Fraser-Pryce, Shericka Jackson y Briana Williams.
Las tierras niponas fueron testigo de grandes historias como la de Sifan Hassan. Nacida en Etiopía, pero refugiada y adoptada por los Países Bajos, la atleta dominó las pruebas de fondo en el atletismo. Ganó los oros en los 5 mil y 10 mil metros, además del bronce en los 1,500, mostrando de paso la perseverancia que se requiere para ser medallista olímpico, luego de que tropezara en la última vuelta de las semifinales de dicha prueba, pero se levantó y se las arregló para terminar en el primer puesto de su heat.
En la natación se necesitaba un atleta que ocupara el lugar de Michael Phelps, el máximo medallista en la historia de Juegos Olímpicos, y, por fortuna, llegó Caeleb Dressel, quien se encargó de destrozar récords y de paso colgarse medallas en cuantas pruebas participó.
El estadounidense se convirtió en el rey de la piscina de Tokio 2020. Cumplió con las expectativas y cubrió el puesto que dejó vacante el Tiburón de Baltimore. Se colgó cinco oros: 4x100 combinado, 50 metros libres, 100 metros mariposa, 100 metros libres y 4x100 libres.
Las albercas también fueron el escenario en el que Katie Ledecky debía consagrarse; sin embargo, la australiana Ariarne Titmus le compitió de tú a tú y le robó los oros en los 200 y 400 metros libres. Además, se quedó con la plata en los 800 metros y el bronce en el relevo 4x200 libres.
Tokio 2020 quedará en la historia por las grandes hazañas que se vivieron y por las lecciones que se aprendieron. Pese a que no obtuvo más de dos medallas, la gimnasta estadounidense Simone Biles sacudió al olimpismo y al deporte internacional, al poner en primer plano la concientización de la salud mental.