Cinco minutos antes de iniciar el partido de vuelta en América y Pumas, Santiago Hernán Solari Poggio era el hombre más solo en el estadio Azteca.
Nadie hablaba con el técnico del América, quien desde su llegada a este club, el 20 de diciembre de 2020, no soltó la frase obligada de que haría campeón a las Águilas.
En las gradas, la siempre exigente afición local también se hizo sentir con su ausencia; caló hondo el juego ultradefensivo ante Pumas del miércoles pasado para regresar con un mezquino 0-0.
Marca personal al timonel del América
También baja afluencia de los revendedores, quienes al parecer olieron el rechazo o bien, decidieron quedarse en casa ante el riesgo de contagio por la nueva variante de COVID-19, que fue factor para que los boletos fueran vendidos al precio, momentos antes del silbatazo inicial para sumar una asistencia de 51 mil 302 aficionados.
Con el primer grito de gol de la afición visitante, se confirma que el Azteca es suyo, son mayoría, sobre todo, por esa enorme masa que no deja de cantar, de gritar como es su porra, ubicada en el primer tiempo, en la parte alta del arco de Alfredo Talavera, su portero.
En la banca de las Águilas, Solari cambia de los dos pasitos a la izquierda, y de regreso, como lo hace un mal bailarín de cumbia que tenía al inicio del partido, por carreras de tres a cinco metros para reclamar a sus jugadores el segundo gol de la UNAM obra de Washington Corozo, Nadie lo escucha, siguen en medio de su marasmo ante la velocidad y buen juego de los rivales en ese momento.
Solari también arremetió contra el abanderado luego del gol de chilena de Henry Martin, anulado por claro fuera de lugar, reclamos que continuó su cuerpo técnico.
Desde el inicio, Pumas dio muestras de que iba por el triunfo e hizo el primer tiro a puerta con una marcada comba para el primer susto a un Guillermo Ochoa cuyo vuelo hace más espectacular la jugada, mientras Solari se toca la cabeza con ambos manos y pide a sus jugadores que se concentren, y con ademanes, pide que toquen el balón.
Cuando cayó el tercer gol de Pumas, ya Solari no tenía fuerza en los brazos, se refugió en la banca y habló con sus auxiliares, mientras los seguidores de las Águilas comienzan a abandonar el estadio. Desde el sonido local piden porras para las Águilas, que sí se puede, pero las caras de los jugadores dicen que no, que esta vez no se puede.
A diferencia del torneo anterior, en el actual no hay gol de visitante, ése que fue determinante en la eliminación de las Águilas en mayo pasado; sin embargo, Solari parece que no supera sus fantasmas, así como él, su equipo no supera el trauma y al menos esta vez, no pide que aplaudan al rival que los superó, porque sabe que ya no hay margen para eso.
El técnico del América, no aprovechó su posición en la tabla como superlíder para jugar el juego de vuelta la Liguilla, ni tampoco que está vez no hubo gol de visitante; en lo único que cumplió es no haber ofrecido nada.
El tiempo se le acabó, sin mostrar en estos meses rasgos del Solarismo, y como ocurrió con el Real Madrid, ahora el América le quedó grande, muy grande, situación que se refleja cuando abandona la cancha, se va solo, como llegó.
EVG