El serbio Novak Djokovic no recibirá ningún tipo de ayuda por parte de la Federación Australiana de tenis si intenta gestionar el ingreso al país para el primer Grand Slam de 2023, un año después que fuera deportado por no vacunarse contra el Covid-19.
El campeón de 21 torneos de Grand Slam no pudo defender su título del Abierto de Australia en enero pasado tras una saga legal de 10 días que culminó con la revocación de su visa en la víspera del inicio del certamen que Rafael Nadal eventualmente ganó.
Djokovic recibió en principio una exención para saltarse el estricto protocolo de vacunación, emitida por un par de comisiones de médicos y la federación australiana, para competir en el Abierto de Australia. Sin embargo, tras viajar a Melbourne y creer que tenía todo en orden, el permiso fue rechazado por las autoridades fronterizas.
“No es un asunto en el que nos corresponde intervenir. Se trata de un asunto entre ellos dos y entonces, dependiendo del desenlace, vamos a darle la bienvenida al Abierto de Australia”, dijo Craig Tiley, director general del torneo, en el lanzamiento formal de la edición de 2023, refiriéndose a Djokovic y el gobierno federal.
Australia modificó las restricciones fronterizas y, desde el 6 de julio, los visitantes ya no tienen que presentar obligatoriamente una certificación de estar vacunados contra el coronavirus.
“Me dijo que obviamente le encantaría volver a Australia, pero sabe que será una decisión final del gobierno federal. Ha aceptado esa posición. Es un asunto privado entre ellos. No es un asunto en el que podamos intervenir”, agregó al respecto Tiley.
Flamante campeón de torneos en Israel y Kazajistán, Djokovic podrá aplicar ante el nuevo ministro de Inmigración, Andrew Giles, para que se reconsidere su estatus. La federación decidió que la gestión de las aplicaciones de visa de los tenistas quede a cargo de una compañía especializada en asuntos migratorios.