Con toros de Marrón, de la finca Santa Inés, de San Miguel de Allende, nos dieron cita al show de Coco revival charreada trasnochada en tan bello domingo, tan lleno de ilusiones apaciguadas.
Riojas, Jesúsig y Backer, entre otros ilustres, atendieron la desordenada orden de lidia que la Plaza México propuso al respetable que, como ni se enteró, ni llenó el primer tendido.
Aquí casi se dio la crónica así. Para variar y en atención a los valientes, al principio de tan larga espera de crónica, los Forcados Amadores de Évora se la jugaron duro en dos pegas. Nacidos en 1963, vinieron a dar con un marrón muy justo que les hizo ver su suerte.
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Enseguida, napoleónico, azul bien azul, a Jorge Hernández Gárate tocó en suerte Fontanero, 536 kilos de entrepelado listón con fuelle justo que le dio para tirarlo, dolerlo, alarmar a su cuadrilla y quedado, recibir un rejón de querencias.
En terrenos de exigencias inéditas, el aterciopelado Guillermo Hermoso de Mendoza toreó a Perlito, 534 kilos de aparatosa quedadez, enano, pero largo Marrón que ni se enteró de su suerte suprema de película de Orol contra barreras y de oreja muy pitada.
Ya los forcados mejor enterados de lo que estaba pasando en el pandero, se mezclaron y en inédita al alimón de corpachones, los mexicanos y los portugueses jugaron con los tendidos más tibios y más engolosinados.
Javier Funtanet, tercer rejón de suerte, ni tarde que se pintaba en gris para un general que figurabaa, cuando menos, el segundo tendido.
Tabernero, más res de toda la tarde, segunda oreja de la tarde-noche, quizá la de poder, cayó en rejones de un Hernández Gárate como desentendido.
Peor la tarde, la segunda apéndice, compradísima hasta para el respetable, para el junior Hermoso de Mendoza, de un Chaleco, cárdeno bragado listón y ojito de perdiz que valió la estampa de toda la tarde, pero sin rejoneador.
Vengativo, 528 kilos de bragado caribello de un marrón movido, fue para Funtanet un sensible cierraplaza, de tanta discreción como de poder.
Malplan, mala noche para el reparto de la Domecq, que sin toros y sin rejones, todo pudo acabar en bello domingo.