Antes de convertirse en futbolista profesional y coronarse campeón con los Xolos de Tijuana, Richard Ruiz tuvo que enfrentarse a una realidad complicada que lo llevó a trabajar como árbitro en partidos relámpago y amateurs para poder subsistir.
Su buen paso por la frontera llamó la atención de Cruz Azul, que lo contrató en el segundo semestre de 2015, sin embargo, aunque disputó 47 partidos con los celestes, no pudo consolidarse en la escuadra cementra. También militó en equipos como Toluca y Alebrijes de Oaxaca, donde concluyó su carrera recientemente a los 38 años.
Originario de Cuauhtémoc, un pequeño municipio agricultor en Jiquipilas, Chiapas, Richard Ruiz enfrentó una infancia difícil. En entrevista con Mediotiempo, el exfutbolista relató cómo su familia se dedicaba a la agricultura y la cría de ganado, en un entorno donde las opciones de vida se reducían al vicio, la escuela o el deporte.
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“Fue un proceso muy duro, mis papás no tenían solvencia económica. Tenía muchas deudas y mi mamá trabajaba en limpiar casas. A nosotros nos tocaba estudiar y trabajar el fin de semana. Bueno, trabajar entre comillas, porque íbamos a pitar y jugar futbol”, recordó en entrevista.
Hoy, el lateral se despide del futbol profesional, dejando una increíble lección de vida. Su historia de esfuerzo y perseverancia sirve como ejemplo para las nuevas generaciones que sueñan con trascender en el deporte.
Richard Ruiz explica lo complicado de perseguir sus sueños
El camino hacia el futbol profesional no fue sencillo, pues también reveló que muchas veces no tenía dinero ni para los pasajes de autobús, dependiendo de encontrar monedas en la calle para asistir a la escuela y los entrenamientos. También compartió las dificultades que enfrentó debido a una alimentación escasa.
“Recuerdo mucho que siempre me acalambraba en el segundo tiempo, porque simplemente en ese tiempo pues no daba para comer bien. La verdad iba a la escuela, de la escuela me iba a entrenar”, comentó el exfutbolista.
En ese tiempo unas papitas, una coca y unas galletas o lo que había, la verdad no había muchoRichard Ruiz