Otra tarde azul sin nube para otra confirmación de otro peninsular que llegaba de tejer cosas interesantes entre cornamentas europeas, triunfando en Sevilla. Juan Ortega se vistió de obispo en pasamanería oro para duendear sin toros.
Juan Pablo Sánchez, de marino y oro, y Diego Silvetti, celeste de seda y joyas en oro blanco, a la espera de un par de ganaderías ligeritas, que prometían al público mucha movilidad.
De Hueyotlipan, los tlaxcaltecas cornúpetas Montecristo, y de Saín Alto, los zacatecanos Pozohondo dispusieron menos que mansedumbres entre los conocedores.
Sevillano para el sevillano, el más lejos de la media tonelada, zaino listón, jugó muy bien fuera del tercio en los palitroques, justo con los rehiletes y, en la muleta que confirmó, querencioso batalló hasta llegar a una toledana fina, pero con mal descabello .
Siguió la suerte de Sánchez y su Merengue, 492 de carnes cárdenas y un listón de estampa y de pitones cornivueltos, rechiflado por el respetable y abreviado por el coleta hidrocålido, al final dieron aviso de que salió reseñado con neumonía.
Broche de oro, Montecristo trotador, pasó, voló y fue cambiado para un Silvetti igual de desentendido que el burel, al que le cayó un cambiazo con Paliacate, un Pozohondo alto, listón bragado astifino que le dio palmas a las varas de Acosta, pero mala tarde para el rehiletero Saldaña. De ahí, todo se complicó.
Aldinegro, careto girón, Colorín Colorado fue un Montecristo de 505 kilos para un Sánchez en busca de un triunfo sabor a apéndice que precisamente le llegó con este castaño con el que se regustó el de Aguascalientes en cambiados, por pecho y naturales.
Sí hubo quinto malo y tuvo a mal tocarle, otra y otra vez, al irapatuense de casta. Yerbaníz, un Pozohondo de 498 kilos ni pasaba ni su espada ligaba.
De cierraplaza para el ya confirmado, Molcajete, otra carita y ojito de perdiz que con todo el entre del hispano acaso se enteró de tres muletazos, a pesar de las buenas banderillas de Escribano y Fernando García.