A pesar de contar con un salario elevado como comentarista en FOX, la leyenda de la NFL, Tom Brady, se adentró en el mundo de los negocios, convirtiéndose en copropietario de los Las Vegas Raiders.
En principio, parece una jugada que podría suceder en cualquier otro contexto, pero el cruce de estos dos roles le impone severas limitaciones sobre lo que puede y no puede comentar acerca de otras franquicias.
Uno de los aspectos más polémicos es el reporte que acusa a TB12 de jugar un papel activo en la contratación de Ben Johnson, coordinador ofensivo de los Detroit Lions, para que se convierta en el próximo entrenador en jefe de los Raiders.
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Esto deja abierta la pregunta de si el exjugador de los New England Patriots puede mantener su imparcialidad como comentarista mientras maneja los intereses de su equipo, en este caso, el conjunto establecido en Las Vegas.
A lo largo de su primera temporada como comentarista principal de FOX, el GOAT ha recibido algunas críticas negativas, argumentando que tiene una presencia robótica. Además está el cuestionamiento sobre si este conflicto de intereses será sostenible a largo plazo.
En su objetivo por mantener la integridad de la liga y evitar la percepción de favoritismos o manipulaciones, la NFL podría verse obligada a intervenir, pues tendría que hacer algo al respecto antes de que el problema se convierta en una crisis más grande.