Los primeros registros de la existencia de los clavados datan de los siglos XVIII y XIX en Alemania y Suecia, aunque no fue hasta 1891 que se redactó el primer reglamento oficial de esta disciplina, que tuvo su primera participación en Juegos Olímpicos en San Luis 1904 (la tercera edición de esta competencia en la era moderna) con la rama varonil, pues la femenil debutó en Estocolmo 1912.
En cada edición del magno evento, éste es uno de los deportes favoritos de los aficionados, que se embelesan con la estética de los clavadistas ya sea desde la plataforma (10 metros) o el trampolín (3 metros), siendo México uno de los países protagonistas a nivel mundial con referentes históricos de la talla de Joaquín Capilla y más recientemente Paola Espinosa.
Los clavados (también denominados saltos) pueden hacerse de reverso, frente, espiral, espalda o parado de manos, cada uno con un grado de dificultad preestablecido, el cual se multiplica por la calificación obtenida para así sacar el puntaje final.
Gráficos: Ismael F. Mira, Roberto Alvarado y Luisa Ortega.