El hombre que no conoció el límite
“Nadie me hará creer nunca que mis errores con la droga cambiaron mis sentimientos. Nada, soy el mismo de siempre. Soy Maradona. Yo soy el Diego”, se lee en el libro biográfico del periodista deportivo Daniel Arcucci, quien entrevistó al autor de la famosísima “mano de Dios”.
Estar en la cúspide y ser considerado un ser superdotado no lo exentaron de los problemas del común. “Es demasiado grande el negocio de la droga como para que yo lo detenga”, dijo también a Arcucci, ya en el retiro, en un ejercicio “bárbaro” de examinar su pasado, una historia en la que sus fanáticos lo vieron acariciar la muerte en constantes episodios de sobredosis.
Para Rubén Zamora, periodista que siguió de cerca su trayectoria, entender al futbolista argentino y al monstruo mediático hace necesaria una reflexión sobre por qué vino a deslumbrar al mundo. “Fue un tipo fuera de serie, adelantado a su época en lo deportivo” y, por otro lado, en lo social, “por sus raíces, por el lugar de donde viene y por el hombre en el que se convirtió”.
Diego vino a enamorar “a una América Latina bien conocida por sus carencias. Los pueblos vieron en él al personaje humilde que alzó la voz por sus sueños”. Además, señala Zamora, “se comunicó en todo el mundo con el idioma universal, el futbol”, con el que supo tocar los corazones en varios idiomas y culturas.
Pero el camino no fue un campo de rosas. El D10s fue superado por sus demonios. En 2014 quedó registrado en un video cómo golpeó a su pareja, en Dubái. En la grabación, después desmentida por la afectada, se ve al exfutbolista pegarle dos veces. Cuatro meses antes ya habían aparecido imágenes de ella con moretones. Pero eso no fue todo, Yekaterina Nadólskaya, periodista rusa, lo acusó de intentar quitarle la ropa mientras ella buscaba entrevistarlo. La reportera presentó cargos.
Diego también tuvo una guerra con el fisco italiano, por más de 34.2 millones de euros. Allá mismo, en 2006, la policía le confiscó dos relojes valuados en 10 mil euros como parte de pago de la deuda.
¿Tanto dinero tenía el astro? El patrimonio de Diego al día de su muerte ronda los 100 millones de dólares; sin embargo, la cifra oficial se desconoce; hay versiones que señalan que después de sus excéntricos gustos, su fortuna vino abajo. Se sabe que ostentaba varias residencias en Argentina, una colección de autos de lujo, inversiones en el extranjero y joyas, muchas joyas.
Medios argentinos le acreditan una mansión, un departamento con cinco baños y dos casas familiares. Tenía una debilidad por la excentridad, en su haber hay un Ferrari Testarossa y un camión Scania; cuando entrenó al club Al Walsl, en Arabia, presumía un Rolls Royce Ghost, valorado en 300 mil euros y un BMW i8, cuyo precio se estimaba en 145 mil euros; sin contar otros millones que se agenció por su labor como entrenador y estrella de la TV.
Pierna zurda, también en la política
El deportista argentino que conquistó las canchas con su pierna zurda también optó por la izquierda en el ámbito político. En su hombro derecho lucía el rostro inconfundible de otro ídolo, Ernesto Che Guevara. En su pierna —la mágica—, la imagen del líder cubano Fidel Castro, su “segundo padre”.
Para él su mártir siempre fue el Che y su gran amigo, Fidel, quien por cierto murió justo cuatro años antes, un 25 de noviembre de 2016.
Su vocación contestataria la llevó siempre al frente, haciendo eco de todo lo que pensaba sin censura, opiniones que iban mucho más allá de sus conocidas críticas a la Federación Internacional del Futbol (FIFA).
Diego dio voz a Fidel Castro en el programa de televisión donde era presentador en 2005 y también reivindicó con los suyos a otros líderes autocráticos de izquierda radical, al publicitar, por ejemplo, su amistad y admiración por el expresidente de Venezuela, Hugo Chávez y luego instar a los venezolanos a votar por su alfil, Nicolás Maduro, el actual y cuestionado presidente de la nación petrolera que vive polarizada. Como entrenador, se le vio salir a la cancha a menudo con una gorra con los colores de la bandera venezolana, identificada con el socialismo chavista.
“¡Hoy se hizo justicia”, escribió en noviembre de 2019 cuando los tribunales brasileños liberaron al expresidente, también progresista, Luiz Inàcio Lula Da Silva, después de 19 meses en prisión por acusaciones de corrupción. Tiempo antes le expresó su apoyo: “Lula querido, el Diego está contigo”.
Fiel a sus amistades, Maradona llegó a disputar en La Paz un partido amistoso con Evo Morales, el líder indígena de izquierda con más tiempo en Bolivia, para respaldar el derecho de ese país a jugar en los 3 mil 600 metros de altitud de esa ciudad latina, una condición que la FIFA quería impedir a toda costa.
“Lamento el golpe de Estado orquestado en Bolivia. Sobre todo por el pueblo boliviano y por Evo Morales, una buena persona que trabajó siempre por los más humildes. #EvoElMundoEstaContigo”, expresó en 2019 en Instagram, al caer su gobierno tras cuestionadas elecciones, con las que buscó perpetuarse.
En Argentina, este “soldado peronista”, como se autodefinió, se alineó con la expresidenta Cristina Kirchner (2007-2015), a quien por cierto acompañó hombro a hombro cuando murió su esposo, el también expresidente Néstor Kirchner, y con el actual mandatario, sucesor del kirchnerismo, Alberto Fernández, quien en su honor decretó tres días de luto nacional, para despedir a una de las figuras que proyectó al país austral en el mundo y reivindicó a las masas adoloridas de la llamada patria grande.