Ninguno de los dos países es potencia en el futbol, pero protagonizan una interesante y encarnizada batalla por ver cuál de los dos ficha a los mejores futbolistas del mundo. Estados Unidos y Arabia Saudita están en los ojos de los aficionados al balompié alrededor del mundo por tener en sus ligas a Lionel Messi y Cristiano Ronaldo, los dos grandes referentes de este deporte en las últimas dos décadas.
El argentino rechazó la estratosférica oferta de 1,200 millones de dólares por dos temporadas del A-Hilal, que quería revivir la rivalidad entre él y CR7 en Medio Oriente, pero La Pulga se decantó por el Inter Miami, que le ofreció 50 millones de billetes verdes por dos años, según información de The Athletic.
Apenas el pasado 5 de junio, la ambición de los árabes por fichar a los mejores jugadores del orbe se elevó a otro nivel luego de que el Fondo de Inversión Pública asumió un control mayoritario en cuatro de los equipos más importantes, uno de ellos el Al-Nassr, donde milita Cristiano Ronaldo desde hace seis meses.
El denominado “proyecto de privatización” tiene como objetivo estimular la inversión del sector público en el deporte, lo que ha convertido al futbol en una prioridad bajo la iniciativa respaldada por Mohamed bin Salmán, príncipe heredero de Arabia Saudita, que con estratosféricos sueldos busca convencer a los jugadores más destacados de terminar sus carreras ahí.
El Fondo de Inversión Público indicó en un comunicado que la privatización del Al-Nassr, Al-Hilal, Al-Ahli y Al-Ittihad “generará diversas oportunidades comerciales, incluyendo inversiones, alianzas y patrocinios en una serie de deportes”, además de que la Agencia de Prensa Saudí aseguró que el torneo doméstico “recibirá el apoyo en su ambición de estar en las 10 mejores ligas del mundo”.
Esta meta de la Superliga de Arabia Saudita por convertirse en uno de los mejores certámenes del planeta también está relacionada con la intención del país de presentar su candidatura para ser sede del Mundial varonil del 2030 o del 2034.
Del otro lado del globo terráqueo, la MLS siempre ha querido estar en la élite mundial del balompié, pues desde su primera edición en 1996 llevó a figuras del momento como el colombiano Carlos Valderrama, el italiano Roberto Donadoni, el boliviano Marco Etcheverry y el mexicano Jorge Campos.
Ya en la década de 1970, la NASL, antecesora de la actual liga estadounidense, llevó en su momento a estrellas del calibre de Pelé, Franz Beckenbauer y Johan Cruyff. Además de sueldos muy jugosos, la MLS le ofrece a las figuras un estilo de vida más cómodo y similar al que conocen, debido a que la influencia cultural es más occidentalizada y hay apertura en distintos temas, desde religiosos hasta sociales.
En cuanto a estadios en ambas competencias, la carrera la gana de manera clara la MLS al contar con 29 canchas, 13 más que la Superliga árabe, además de que los recintos con menor capacidad de aforo reciben a 18,000 personas (los de San Jose Earthquakes e Inter Miami), mientras que en el país asiático el recinto del Al-Batin apenas puede acoger a 6,000 aficionados.
En el torneo estadounidense, todos los equipos son vestidos por Adidas, además de que como parte del contrato de la transmisión de Apple, los kits incluyen Apple TV+ como patrocinador principal.
Así como Messi se une a la MLS como el bombazo del año, el francés Karim Benzema llega al Al-Ittihad como el nuevo y gran fichaje en el campeonato de Arabia Saudita, por el que anteriormente pasaron figuras como Toni Kroos y Sebastian Giovinco.