Fuera de canchas

Jesse Owens: El atleta que desafió a Adolf Hitler en los Juegos Olímpicos

Jesse Owens consiguió la gloria en Alemania, pero regresó a Estados Unidos sin tener algún reconocimiento de parte de su país

Jesse Owens recibe su medalla de oro por salto de longitud en Berlín 1936
Jesse Owens recibe su medalla de oro por salto de longitud en Berlín 1936 Foto: AP

James Cleveland "Jesse" Owens, es el atleta estadounidense que dio el salto a la fama internacional por lograr cuatro medallas de oro en los Juegos Olímpicos de Berlín 1936. Esta justa fue conocida como los "Juegos Olímpicos de la Paz", que se convirtieron en un campo de batalla silencioso entre la propaganda nazi.

Owens, contra viento y marea, triunfó en medio de un entorno hostil, rompiendo récords mundiales y desafiando las expectativas. 'JC' (por su apodo en inglés), ya era un deportista destacado en Estados Unidos al competir en 'The Ohio State University', una de las universidades con mayor tradición atlética, siendo el primero de su familia en asistir a la universidad; sin embargo, Jesse no tenía los mismos privilegios que sus compañeros.

En Alemania, Jesse Owens había viajado junto con los atletas blancos y se le permitió hospedarse con los mismos, situación que no ocurría en su país, ni siquiera a su regreso. En la celebración en honor a los medallistas, le cual tuvo lugar en el hotel Waldorf Astoria en Nueva York, al multicampeón afroamericano no se le permitió entrar por la puerta principal.

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En un mundo donde las divisiones raciales y políticas amenazaban con socavar los ideales olímpicos de unidad y paz, Jesse Owens emergió como un símbolo de resistencia y valentía. Mientras Hitler y su régimen buscaban demostrar la superioridad aria, Owens subió al escenario internacional ganándole a dos atletas alemanes, para demostrar que el talento y la determinación trascienden las barreras artificiales impuestas por la ideología.

En una época en la que el racismo y la intolerancia aún persisten en muchas partes del mundo, la historia de Jesse Owens sigue resonando como un faro de esperanza. Su éxito, además de la victoria personal, se convirtió en un recordatorio poderoso de que el talento no conoce límites raciales ni políticos.

Jesse Owens condenado a vender sus piernas

A su regreso a Estados Unidos, Jesse Owens seguía siendo el afroamericano al que no respetaban los locales. Al principio, el multimedallista seguía compitiendo, pero sin recibir un sueldo por sus participaciones.

Owens se retiró cuando se dio cuenta de que no era una forma de ganarse la vida, por lo que se hizo gerente de una lavandería e incluso se convirtió en bailarín de jazz. El atleta fue utilizado como actor de entretenimiento al ponerlo al correr contra caballos, perros o medir su velocidad en comparación con un automóvil.

El corredor creció y se cultivó en torno al tema del jazz, pues no solo fue un corredor legendario en la pista, sino que también encontró su pasión y ritmo en otro escenario, el cual se convirtió en una forma de escape y creatividad para él.

Después, el atleta creó su propia empresa de relaciones públicas, la que utilizó para promover sus conferencias y contar su propia historia. Cuando surgió el movimiento del "Black Power", se le cuestionó a Owens el porqué no era un participante activo, a lo que el respondió:

"Es un símbolo sin significado. Cuando abres los puños, tienes a la vista tus dedos, que son frágiles. La única ocasión en que el puño cerrado tiene significado es cuando tienes dinero agarrado. Allí reside el verdadero poder", el exatleta publicó un libro titulado "He cambiado".

Adolf Hittler y el gran gesto hacia Jesse Owens

Debido al choque de ideologías, se desarrolló un testimonio controvertido sobre el supuesto encuentro entre el atleta afroamericano Jesse Owens y el líder nazi Adolf Hitler, en el que afirmarían que el 'führer' alemán, le rechazó el saludo al atleta afroamericano cuando éste ganó la competencia de salto de longitud ante dos alemanes.

Las pruebas concretas sobre este incidente son escasas y contradictorias. Sin embargo, Owens aclaró muchas veces que el mandatario teutón le dirigió el saludo, incluso le hizo llegar una carta de felicitación. Caso contrario al presidente estadounidense Franklin Delano Roosevelt, de quien no había recibido ni un telegrama, además de no dejarlo asistir a La Casa Blanca en su regreso de la justa veraniega.

Su historia sigue siendo relevante en un mundo que todavía enfrenta desafíos relacionados con el racismo y la discriminación.

mmt

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