Dividida la decisión del indulto

Última corrida de la México cierra con una tarde de luces

Un adiós de la Plaza acalorado y repleto de gran afición que no para de alentar; Emiliano Gamero, dueño de su espectáculo, hace que sus tendidos disfruten de buenos pases

Tarde encantada para el cielo que despedía la reapertura de La México.
Tarde encantada para el cielo que despedía la reapertura de La México. Foto: Instagram Plaza México

En los toros, ya nos vamos enterando, nada está escrito, nada puede estarlo. Caos y glorias, emociones y decepciones, tristezas y alegrías repartieron 48 astados en estas semanas de luces y sombras para siempre. Se eligió al rejón para sellar el serial con el que la Plaza México nos volvía a mostrar igual bravuras que cosidas, y se eligió por ser el espectáculo más palpable, donde incluso se invitó a votar por la mejor pega de forcados que se llevaron los portugueses de Alcochete.

Nostalgia fue un bragado de 551 kilos para un muy sobrio de traje Andy Cartagena. Parado y a contracorriente fue encontrando en la múltiple monta del jinete hispano un diálogo que acabó en buena primera pega de la tarde que acaloraba de más al tercio de los forcados Amadores de Alcochete.

Para el ensimismado bigote del encharrado Emiliano Gamero, un Pluma blanca, 548 kilogramos de ensabanado, bocinero ojito de perdiz, fue un tren que desde la estampa reclamaba toda atención. Rodando el bravo seco fue el que malhirió al forcado de cara de los Amadores de México, Uriel Montes de Oca.

A Fauro Alio, el jovenazo mejor vestido a caballo, le cayó la noche. Primero contra Nevado del Ruiz, 510 de peso, corto cárdeno manchado de los cuartos traseros y un lucero bragado, probón desinteresado. Y luego con Siempre juntos, anticlimático cierra temporada deslucido hasta para sus forcados que no vieron suerte tampoco. Ningún buen oficio hace buen toro.

La tarde se coloreaba en el pozo cuando apareció Colibrí, 513 kilos de un rabicano cárdeno, un badanudo caribello rodaba para Cartagena cuando un espontáneo saltó a buscar que lo arrestaran, sin tiempo de más nada que de emplear su vieja chamarra para dar a entender algo incomprensible. Pausa lamentable que inmediatamente salvó otra espontaneidad, ésta sí gustosa, la del cantaor José Mora que brindó al de a caballo bellas palabras por la transmisión.

Quizá eso bastara para que don Gilberto Ruiz, el juez, le concediera la primera oreja con pinchazo y público dividido al alicantino centauro, quizá eso también fue calentando el pandero para la llegada de un clímax incauto, una condonación desde los tendidos para el que lleva desde el dicho siempre la buena pinta de suerte, el quinto de la tarde.

Recuerdos, cárdeno caribello de media tonelada, nevado de los cuartos traseros, fue recibido para sus buenos trotes por Emiliano Gamero, dueño de su espectáculo, a la garrocha y para que sus tendidos disfrutaran de buenos pases con su monta del todo lucida. Estaba tan emocionado con lo que conseguía cada vuelta que invita a asomarse al sobresaliente, El sevillano, que fue de revolera a revolcada.

Una vez más, el encaste Llanguno daba de qué hablar con absolución dividida para el bicho de Guanajuato. No obstante, se prestaba tal acontecimiento para cierre de portada con gran vuelta al ruedo de ganaderos, forcados y un caballo que iba agradeciendo, vuelta a la que el distinguido monosabio Gamucita tuvo que recordar la trayectoria correcta del triunfo.