José Luis Cuevas El maestro del dibujo

Foto: larazondemexico

Este 3 de julio murió quien se llamaba a sí mismo el enfant terrible de la pintura mexicana. Vanidoso y polémico, José Luis Cuevas (Ciudad de México, 1931 o 1934) creó un personaje, como lo hicieron Dalí y Warhol, que le permitió figurar durante mucho tiempo en el paisaje del arte mexicano.

Aunque al final, ese mismo personaje desfiguró su verdadero talento: el dibujo.

Generación

de la Ruptura

Sin los grandes maestros solitarios como Rufino Tamayo, Carlos Mérida, Gunther Gerzso y Mathias Goeritz no existiría la llamada Generación de la Ruptura. De hecho, estos artistas ya habían hecho el trabajo más duro que consistió en abrirse paso entre el nacionalismo que no sólo permeaba el arte plástico de la época, sino la música, el cine y la literatura.

A principios de los años cincuenta, Vlady —hijo del revolucionario Victor Serge— y su esposa Isabel montaron en su propia casa la Galería Prisse. Sus miembros fundadores fueron el propio Vlady, Alberto Gironella, Josep Bartolí y Héctor Xavier. Para el año 52, la galería era el centro de reunión para artistas, poetas y narradores. Un año después se incorporó José Luis Cuevas.

A lo largo de la siguiente década abrieron —y en ocasiones cerraron— un grupo de galerías donde podía verse el arte joven, la Galería Proteo y frente a ella, la Galería Antonio Souza, pero fue la Galería Juan Martín, situada primero en la Cerrada de Hamburgo y luego en la calle de Amberes, la que reunió al grupo de artistas a los que se les conocería bajo el nombre de Generación de la Ruptura: Lilia Carrillo, Fernando García Ponce, Manuel Felguérez, Alberto Gironella, Vicente Rojo, Gilberto Aceves Navarro, Arnaldo Coen, Pedro Coronel, Enrique Echeverría, Roger von Gunten, Brian Nissen, Vlady y desde luego José Luis Cuevas.

Muchos años después, siempre que se le preguntaba, y es más, incluso cuando nadie lo preguntaba, él decía que había sido el iniciador del movimiento de ruptura en la pintura mexicana: “La ruptura soy yo”,1 me contestó, como a tantos otros, en una entrevista. Pero era otra de sus salidas de tono, de sus ganas infantiles por ser el primero, el consentido.

Es verdad que escribió un texto clave para el entendimiento de grupo: “La cortina de nopal”, publicado en 1956 en México en la cultura, suplemento cultural del periódico Novedades, fue una suerte de manifiesto que buscaba abrir las puertas del arte mexicano a los movimientos de vanguardia que permeaban en todo el mundo. El texto fue traducido al

inglés, y publicado en la revista Evergreen Review en 1959, donde llamó la atención que un jovencito con sólo papel y lápiz en mano se enfrentara

a los llamados Tres Grandes de la Pintura Mexicana: Diego Rivera, José Clemente Orozco y David Alfaro Siqueiros.

Al grupo lo unía, sobre todo, su pelea contra la Escuela Mexicana de Pintura; por lo demás, cada uno tenía intereses artísticos y camino propios: imposible comparar el abstraccionismo de Lilia Carrillo con el geometrismo de Felguérez, inútil resultaría intentar traducir en términos de igualdad el imaginario figurativo de Von Gunten con el de Gironella. Entre todos ellos, el que se interesó, casi por completo, por el dibujo, fue José Luis Cuevas.

Casi: realizó un famoso mural efímero en la Zona Rosa en 1967, algunos cuadros e incluso una suerte de ready-mades (como el trapo embolsado y firmado: “Sudor auténtico de

José Luis Cuevas”) y hacia el final

de su vida se abocó a la escultura, pero no destacó en ninguno de esos ejercicios. Su famosa Giganta es un dibujo con gigantismo.

Del mismo modo que su muerte nos permite escapar definitivamente del personaje público, también nos exige desbrozar su obra para ver aquello que, en sustancia, constituía el arte de Cuevas.

Yo, yo, y yo

En artes plásticas hay dos grandes familias: los artistas del claroscuro y los artistas de color. Los del claroscuro vienen de Caravaggio y de Rembrandt, buscan la expresión gracias al contraste de sombra y luz, y los otros logran ese mismo contraste gracias al color. Cuevas pertenecía a las sombras, a los maestros del imaginario saturnino.

Pero antes de adentrarnos al catálogo de seres fantásticos que salían de su mano, hay que hablar del autorretrato. Muchos, sino no es que todos los artistas plásticos se han pintado o dibujado a sí mismos, pero sólo algunos han hecho de esa práctica una declaración de intenciones como es el caso de Cuevas.

En su testamento, el poeta Rainer Maria Rilke, escribió: “ya de niño, nunca pedí otra cosa que el peso que me corresponde, mi peso, lo que ha de sucederme a mí, y no —por descuido— lo que ha suceder al carpintero o al cochero o al soldado, porque quiero reconocerme en lo que más pesa para mí”. Y es probable que nada pese tanto, y nada relacionemos tan definitivamente con nuestra propia existencia como nuestro rostro. Para bien, y la mayoría de las veces para mal, nuestro rostro se nos adelanta, dice lo que desearíamos ocultar, nos expone al ridículo, en él se reconocen nuestra timidez, nuestro temor, nuestra sorpresa, nuestra repulsa. Pero si bien, para los demás nuestro rostro está expuesto, abierto, legible, para nosotros mismos es una realidad que se escapa y se disgrega.

El autorretrato es un ensayo sobre uno mismo, nunca es un ejercicio tranquilizador porque intenta reproducir la imagen secreta de lo que se ve a primera vista, el reverso de lo que nos ofrece la mirada inquisitiva de los demás. El autorretrato, tal como lo ejercía Cuevas, consistía en aprender a verse a sí mismo sin opiniones ajenas ni intermediarios: un aprendizaje penoso e interminable, pero que lo obligaba a ser lo que era. En sus autorretratos lo vemos ensayando diversas posturas, lo vemos jugando con objetos, con figuras femeninas, todos elementos pictóricos cuya suma intenta completar su rostro, porque el rostro no es lo que vemos, sino lo que descubrimos en lo que vemos.

Nuestro rostro, tal como se puede comprobar en los autorretratos de Cuevas, no nos ha sido dado, es en realidad el resultado de un esfuerzo, de una obligación, de una responsabilidad o de otro modo estamos condenados a vivir una realidad ajena, la que nos preparan los cosméticos y la actuación social,

la que nos exige la cortesía y el pudor, la

que nos hace creer quién nos ama o nos odia, la que imaginamos todas las mañanas y se esfuma apenas entramos al metro, a la oficina, al hogar, cuando vemos otros rostros idénticos: el rostro de cárcel, de lunes por la mañana, de tarjeta sin pagar, de sueldo no cobrado.

Por ello, sin este esfuerzo, el de inventarnos un rostro propio, estaríamos condenados a vivir con uno que no nos pertenece, condenados a que nos vean la cara, como dice, con acierto, la sabiduría popular. Cuevas como el gran artista que fue, descubría, inventaba y modificaba la realidad, y por supuesto también lo hacía con su rostro. Sus autorretratos van a quedar como un ejercicio de hipnótica crueldad.

Del dibujo

Volvamos al problema real, al más importante: el dibujo. Dibujar es un modo de pensar. No necesariamente en fórmulas abstractas —uno puede deducir por sus textos que Cuevas no tenía talento para las ideas—, más bien podía descifrar y, lo mejor para un pintor, podía representar los más profundos y complejos sentimientos, especialmente los propios, porque dibujar es sustituir nuestras lagunas por combinaciones de luz y sombra, crear con ellos volumen y perspectiva, dibujar es ver y a ver se reduce todo conocimiento.

Porque si no vemos aquello que deseamos analizar, si no lo vemos ya sea afuera en la realidad o en la mente, no podemos conocerlo en absoluto.

Trazo a trazo, en el dibujo y en el grabado, Cuevas inventaba una tensión entre la superficie y los contornos afilados de los personajes que nos

recuerdan unas veces al arte expresionista, y otras a las figuras góticas, cortadas como por un hacha donde el individuo parece atrapado en un espacio donde se sofocan lo mismo los objetos que otros individuos. Cuevas es un narrador de las deformidades que habitan nuestra conciencia, esas que Goya descubrió en nuestra razón.

Desde sus primeros dibujos se interesó por los locos —su hermano lo llevó a La Castañeda a dibujar a los pacientes—, las prostitutas y los vagos, seres marginales con los que el artista puede entenderse en términos de igualdad.

Más tarde encontró en Kafka la angustia del hombre atormentado por el absurdo del mundo, y ése fue su motor para crear un estilo donde logró representar la incertidumbre de la existencia.

“¿Quién no calibra el intelecto y la voluntad de Leonardo o de Rembrandt tras examinar sus dibujos? ¿Quién no se percata que hay que situar a uno entre los mejores filósofos y a otro entre los moralistas y los místicos más interiores?”, se pregunta Valéry en su libro sobre Degas.

Es verdad, Cuevas no era ni Leonardo ni Rembrandt, aunque su admiración por Rembrandt se nota muchísimo en su capacidad para crear luz a través de la oscuridad, en obligarnos a ver a tientas como si entráramos de pronto en una habitación a oscuras y de pronto una mirada, un gesto se iluminara y nos iluminara sobre lo humano y lo monstruoso.

Pero no nos acobardemos: si tuviéramos que sopesar el carácter de Cuevas por su dibujo, ¿qué diríamos? Acaso también él, justo al contrario de lo que nos muestra su coquetería, sus escándalos, sus amores, no se veía a sí mismo como una suerte de Mauricio Garcés del arte, sino como un monstruo que para sobrevivir tuvo que jugar el papel de guapo de circo: en sus piezas se exhibe como un condenado a ser, en el círculo de su vida, un niño perpetuo —con deseos intensos, pero infantiles y caprichosos— que se tuvo que meter a hurtadillas en un personaje inventado para sobrevivir. Como todos —artistas o no— era un monstruo herido buscando salir de esta gran oscuridad.

Notas

1 Manuel Felguérez: Disidencia sin fin. Documental de mi autoría que puede verse en YouTube.

2 Rainer Maria Rilke, El Testamento, Alianza Tres, España, 1985, pp. 83-85.

3 Paul Valéry, Degas Danza Dibujo, Nortesur,

Barcelona, 2012, p. 80.

Por Jaime Mesa

(Ciudad de Puebla, 1977)

La leyenda del hijo que rescató a su mamá es muy popular en la frontera.

Mira que eso ya no se ve en estos tiempos, que alguien, arriesgándolo todo, vaya a proteger a su familia. La señora se había ido en busca de su marido.

Dejó a su hijo de 15 años al cuidado de los tíos o una abuela. Se llevó parte de su dinero, y luego de pasarse por Zacatecas, Hermosillo, terminó en Tijuana. Nadie sabe por qué hizo esa vueltota. Traía otro plan o quién sabe, es imposible creer que alguien haga ese tramo tan desigual nomás porque sí.

La señora tenía bien clarita la dirección de su esposo en Los Ángeles, no había falla, entonces por qué dio tanta vuelta. Total que en Tijuana la secuestraron. Unos compas llegaron, vieron quién era la más guapilla del salón y ahí estuvo el asunto. Se llevaron a tres, a una la mataron esa misma noche, si ves las fotos es la más fea, y a las demás las llevaron a San Diego y ahí se dedicaron a despacharlas con el público bien acá. Ya sabes, señores de buen diente y de fin de semana, o hijos de papi con cuenta bancaria de varios ceros. Para esto, el esposo ni preguntó dónde andaba su mujer ni nada. Él sabía que ella iba en su búsqueda pero estaba confiado que cuando llegara a Los Ángeles y no lo encontrara se iba a regresar y asunto acabado.

Unas vacaciones para la mujer, se lo merecía. En ese tiempo a la familia le iba bien. Él era escolta de unos malos y poco a poco le había dejado de temblar la mano. La gente dice que le decían el Punch, sabía dar unos putazos de ensueño porque había sido boxeador, y fue escalando desmadrando vatos con los puños, luego con un bat que le prestó su jefe y luego con la fusca que se compró en el mercado negro. Mandaba para su casa el veinte por ciento de lo que ganaba y el resto lo guardaba, un cuartucho que de tan miserable a nadie se le ocurrió robar. Total que el único que recibió noticias fue el hijo. Tuvo paciencia porque esperó casi un año y a unos meses de cumplir dieciséis recibió, de pura chiripa, un mensaje de su madre que le decía: “Manuel, estaré en el hotel La Fragua del día 14 al 17 en Tijuana. Tengo mucho miedo y me tienen raptada”. Entonces, ese “niño” que rescató a su mamá le dijo a la familia, trató de convencer a sus tíos para que viajaran al norte y hasta fue a la Policía a mostrar en su telefonito de cuatro pesos el mensaje de su mamá. Nadie le hizo caso. Ya había pasado casi un año y muchos la daban por desaparecida y, casi todos, pensaban que se había fugado con alguien más. El dinero que mandaba el Punch seguía llegando y con eso estaban aplacados todos. ¿Para qué moverle? ¿Para qué hacer enojar al Punch porque era claro que ni preguntaba por su mujer? Pero Manuel, o Ariel, nadie se ha puesto de acuerdo, no pensaba así. Encontró un huequito en el ropero de sus padres en donde estaba la cajita en la que guardaba su madre los ahorros. Separó un poco, que era bastante, y con unos huevos del tamaño del mundo, los que tienes a los dieciséis años si estás destinado para algo grande, cargó su mochila y se fue. No le dijo nada a nadie pensando que toda esa pinche malaria de perros ya no eran su familia. Viajó en autobús hasta Tijuana, se sembró un ratito porque quería acostumbrarse a ese nuevo mundo y porque, aunque tenía huevos, traía un miedo de esos que alocan a la gente. Era día 11 o 12 cuando llegó. En la ciudad pequeña en donde vivían ya se había puesto desde los catorce años sus borracheras así que al menos una noche se fue de bares, bebió hasta no poder más pero se contuvo de andar a rastras. Le contó a una puta lo que pasaba, cambiando nombres, haciéndole un poco al investigador, fingiendo que estaba más pedo de lo que estaba, y por ser el amigo del amigo la puta terminó aceptando que sabía del asunto y de lo que pasaba en el hotel La Fragua: “No es el único en el que pasa pero sí el más usual”, le dijo. La puta se llamaba Mercedes y era de Veracruz. Era blanca blanca y por eso tenía la cara salpicada de pecas. El pelo cortito cortito y negro azabache como caballo de corrido. Tenía unas caderas enormes y el vestido rojo que iba intercalando con otro verde, le hacía subir las tetas hasta el cuello. Había perdido a sus dos hijos cruzando la frontera. Ya ni se acordaba pero le dolía. Eran bebitos y se habían quedado sin agua y sin nada y se le habían muerto como pajaritos, como cualquier cosa. Andaba sola porque el Pedro, el dizque padre, se había adelantado como hacen todos los hombres. Una señora intentó ayudarla a revivirlos pero al final se dio cuenta de que ya no había nada que hacer y la ayudó a medio enterrarlos para que, al menos, los coyotes no se los comieran tan fácil. “¿Pero y si no están muertos?”, le decía Mercedes a la señora, como con culpa, como si diciéndolo en voz alta convocara a una suerte de milagro. “No llores porque te funden”, le decía la señora en medio de la noche y cuando estaba a punto de amanecer. Mercedes se quedó dormida llorando en silencio, sin entender lo que había pasado hasta que el sol se le pegó en los párpados y al apretarse el pecho no encontró nada.

Mientras todos se levantaban antes de que clareara bien, ya estaban en el último tramo y los Border Patrol se iban a desayunar a esa hora, Mercedes se tragó los gritos, empezó a morderse el labio y comenzó a caminar con los demás. Así que cuando vio aquella tarde, tan temprano, entrar a ese hombre en miniatura, con su chamarra negra Adidas, medio gordo y medio flaco, pero con papada y con unos ojos de zopilote adelantado, se puso a platicar con él y, sobre todo, le puso atención cuando contó lo de su mamá. Si hubiera sido cualquier otro, uno de esos hombrones machos que llegaban preguntando por alguien, o uno de esos pendejos policías encubiertos que descubrías en dos patadas, lo habría cantado. Un mensajito y ya, estaba listo, venían por él para levantarlo. Pero no, aquel niño medio hombre le había hecho pensar que de vez en cuando, sólo por chiripa, sólo por un milagro, hay un cabrón que sobresale del montón y se pone a proteger a su familia. Así que le ayudó, le dijo ya en la noche que se fuera para su hotel y que ahí se veían. Le dijo que se anduviera con cuidado y que todo estaría bien. Manuel, o Ariel, nadie se pone de acuerdo, antes de despedirse con un beso en la mejilla como si Mercedes hubiera sido su tía, le dijo que necesitaba una pistola. En la madrugada llegó Mercedes con uno que se hizo famoso en ese tiempo: el Estalión. Era uno de los jefes de los contras del otro grupo que dominaba por ahí. Cosa curiosa, el Estalión había encontrado en la historia de Mercedes, en los brazos de Mercedes, en ese cariño denso y sintético de Mercedes, ese globo inflado que le llenaba el vacío de toda su infancia. Así que le tenía una ley de hierro. La mujer le había hablado de aquel chiquillo y aunque primero se le había hecho una curiosidad, luego se interesó, al menos, en escucharlo. Las cosas cuando andan calmadas en personas como el Estalión funcionan al revés que para nosotros. Se ponen más ansiosos, se ponen a buscar proyectos, cosas que hacer todo el tiempo.

Así que como no queriendo, luego de una mamada que le dio Mercedes en el auto y de meterse un par de rayitas se fue con ella a ver al chamaco. Cuando llegó y Manuel, o Ariel, nadie se ha puesto de acuerdo, les abrió no lo encontró tan chamaco. Tenía la furia en los ojos, ésa que le reconocía a los más jóvenes pero que, lo sabía por tantos años, les daban la única oportunidad: tener el pulso para matar, saber salvarse de las balas, y, entonces, escalar de a poco. “¿Y si te olvidas de todo eso y te vienes a trabajar conmigo, mano?”, le dijo. Manuel, sin saber quién era, un poco con miedo, un poco con nervios, le dijo que sí mientras le dejara ocuparse de algo y que, además, le ayudara. El Estalión le dijo que qué necesitaba y Manuel, como si pidiera un hot dog más, le dijo que un auto y una pistola para ir por su madre al hotel. “Pero ¿sabes cuánta raza va a estar ahí custodiando?” y, entonces, el chavo contestó lo definitivo: “me vale putas madres”. El Estalión le dijo que sí de la pistola pero que el auto sería un riesgo. “Pero te presto al Cuernos que es un culero bien hecho” y el trato quedó cerrado. Cuando se fueron, a Manuel le dijeron que sería en la noche siguiente, que el Cuernos pasaría por él, y que se estuviera quieto. “Si sobrevive ese morro, me lo llevo para el jale”, le dijo el Estalión a Mercedes cuando se subieron al auto de vuelta.

Las cosas según cuentan los viejos ocurrieron así: el Cuernos era bien entrón y venía de Tamaulipas. Llevaba unos meses trabajando pero el Estalión todavía no le daba el paquete completo aunque venía recomendado. Había algo en su soledad, en esos modos de hacerse bien silencioso y en sus formas medio distantes de comportarse. No es que estuviera mal pero no era el típico azota puertas de todos los días. El Estalión vio en aquella misión suicida una oportunidad: si el Cuernos no rajaba, iba y ajusticiaba a todos y salía vivo, se podría convertir en la mano derecha que le iba haciendo falta porque el Rulo, el actual, ya iba pidiendo que lo bajaran. Llamó al Cuernos, le dio una escuadra medio vieja, medio jodida pero que aún roncaba y le dio instrucciones: “Te chingas un coche, te pasas por el morro, te

llevas tu Chivo y te me matas a los que puedas mientras el chavillo hace lo suyo. Le das esta pistola. La Paula me dice que en la madrugada se quedan dos cabrones solamente, igual hasta uno, y que a todas las putas las tienen en el segundo piso. Mátame a la comadre y a su asistente, que siempre me han caído gordos

y que empiece la pinche guerra”.

Lo que no le dijo al Estalión y que fue definitivo es que a la misma hora de esa incursión, el resto de los hombres estaría asaltando la casa del otro jefe.

Cinco puntos serían tasajeados al mismo tiempo para liberar la plaza. Total que el Cuernos llegó como a las dos por Manuel,

entró a su cuarto, le mostró la pistola y en unos minutos le enseñó cómo usarla. Le dijo que no se preocupara y que se pusiera justito detrás de él todo el tiempo. El Cuernos iba con dos compas que necesitaban jale así que la cosa estaría fácil. Cuando llegaron a La Fragua serían las tres de la mañana. Había un silencio bruto y muchas de las luces estaban apagadas. El Cuernos mandó a Martín, el Pochito, por delante porque le sacó de onda que al frente no hubiera al menos un carro con gente dentro. Se esperó cinco minutos y entonces les dijo a Manuel y al otro que lo siguieran. Alguien medio se asomó en uno de los primeros cuartos y por las dudas el Cuernos tumbó la puerta lo más silencioso que pudo, aunque tronó en medio de la noche como si se cayera un edificio y con el cuchillo se echó a dos compitas que se habían refugiado en un rincón, detrás de las camas. Buscó armas o algo y supo que sólo era un par de desconocidos con plan fiestero que, quizá, se habían cogido juntos y habían fumado crack por el olor rancio que le llegó.

Entonces los cuatro subieron de a dos los escalones y fueron abriendo puerta por puerta. No había vigilancia ni nada y al menos los primeros tres cuartos del segundo piso estaban abiertos. Puta muerta en el primero, tres más bien frías en el segundo y dos cabrones tumbadotes y con tiros en la cabeza en el tercero. “Mijo, usted se queda acá un rato”, le dijo el Cuernos a Manuel.

Caminaron los otros para revisar los demás cuartos y encontraron lo mismo.

La primera idea es que alguien había pitado de la madriza que se estaba dando en algún punto, porque, esto sí lo sabía el Cuernos, estas carnicerías se dan cada que hay batalla o ajusticiamientos en masa. Algo estaba pasando en otro lado. Primero se enojó porque el jefe lo había dejado afuera pero luego se calmó al entender que era una especie de prueba de confianza.

En el último cuarto, en medio de la cama, toda desparramada como un marrano en el mercado, con la cabeza colgándole estaba una mujer muy guapa y muy blanca. Sin saberlo, o quizá sí porque las otras se veían como muy humilditas y porque ésta tenía esa pinta de caderas anchas y algo en su piel que le dio al Cuernos la seña de que era la madre, fue hasta ella, la medio acomodó en la cama, le puso una almohada debajo de la cabeza, le quitó tantito la sangre con unos kleenex que sólo se le pegaron a la piel y la tapó con una sábana. Parecía, para un amateur, que sólo estaba dormidita.

“A ver, mijo, venga...”, gritó. Manuel ya sabía antes de entrar. Pero no lloró.

Tenía la cabeza toda adolorida de ver tanta cosa en tan poco tiempo, de la peste a mierda que le llegaba, de los charcos de sangre cuando fue entrando a los cuartos, aunque le habían dicho que se quedara allá y cuando llegó a ver a su madre, sólo se sentó en la cama; traía la pistola aún en las manos y no la soltó, y sintió como si el largo camino no hubiera valido la pena. Sintió como si en aquel cuarto maltrecho de ese pinche motelito no hubiera nadie y tenía de dos: seguir buscando o regresarse. El Cuernos, con toda la delicadeza que pudo que no fue mucha, le dijo que tenían que pelarse, que hiciera lo que tenía que hacer. “Me la llevo”, se oyó retumbar en aquel silencio. “Ni madres, vatito, eso no se puede”, contestó el Cuernos y entonces sin pedir permiso, Manuel se encajó la pistola al frente del pantalón, envolvió bien a su madre con la sábana y con un cobertor que encontró en una silla e intentó cargarla. No pudo. Pero lo siguió intentando hasta que el Cuernos le dijo a otro que lo ayudara. Entre los dos la cargaron y la metieron en el auto.

La pusieron en medio de Manuel, o Ariel, nadie se ha puesto de acuerdo, y del otro en el asiento de atrás. Así, envuelta, como una monja, y a la distancia, parecía que estaba viva y que su cansancio la hacía recostarse en el cuerpo de su hijo. Una borrachita, una hermana terminando la fiesta, una mujer cualquiera descansando. Se metieron por una calle oscura de vuelta a la ciudad y en un momento se pararon. “Tienes de dos, morro. O dejamos todo acá y nos vamos; o te pelas en este coche ahorita mismo hacia donde tengas que ir. Yo tengo que ir a ver al jefe y si metes el cuerpo a tu hotel te van a cazar o de perdis la policía te apaña.” Los tres hombres, complacientes quizá porque sabían lo que se siente perder a tu jefa, se quedaron callados esperando la respuesta. Entonces Manuel se hizo hombre, si no es que ya se había hecho tantas veces antes, y les dijo que se iba para su casa. El Cuernos le dijo que si tenía dinero y Manuel bufó que sí. Los cuatro hombres se salieron del auto y ayudaron al morro que ya no era morro a trepar a la jefecita a la cajuela. El Cuernos, como una especie de padre postizo, revisó a Manuel por si no tenía sangre, sobre todo en la cara, o algo raro, y le dijo que se pelara ya. Cuando los tres hombres se perdieron en la noche, el chamaco prendió el auto, metió primera y manejó de vuelta a su ciudad, sin detenerse más que un par de veces para dormir ahí en cualquier parte pero bien oculto. Unos días después llegó. Sacó a su mamá que ya apestaba y casi se le deshizo entre los brazos, chorreándose por todas partes y la metió a su casa. Los vecinos empezaron a medio asomarse a la vivienda y como a las dos horas llegaron sus tíos y la abuela. Nadie dijo nada ni preguntó nada.

Había una pistola en el comedor y la cara que era sólo ojeras de Manuel les propuso respeto. Uno de los tíos se fue a la funeraria, sin siquiera pedir dinero, y las mujeres armaron en la pequeña sala lo necesario para velarla aunque ya llevaba quién sabe cuántos días muerta y, seguro, su alma se había ido. Compraron flores y el cuerpo estaba tan mal que la abuela le pidió a Manuel que la enterraran ya. Luego de que allá en el panteón todos lo abrazaron y le decían de cosas, el morro se regresó a su casa, armó otra maleta, durmió dos días seguidos y al tercero se levantó y se fue. Según los viejos, nadie supo más de él. Y esa es la leyenda del hijo que rescató a su mamá y que sigue siendo bien popular allá en la frontera. Nadie se pone de acuerdo sobre si se llamaba Manuel o Ariel.

Jaime Mesa (Puebla, 1977) es novelista: ha publicado en Alfaguara Rabia  (2008), Los predilectos (2013), Las bestias negras (2015) y La mujer inexistente, que acaba de aparecer. Es profesor en la Escuela de Cine de la BUAP y autor del ensayo “100 protagonistas de la Generación Inexistente” que apareció en Literal Latin American Voices. El cuento que publicamos es la primera indagación de una novela en proceso.

Luego de salir de las oficinas del Servicio de Administración Tributaria (sat) de la Ciudad de México, el escorpión reptaba en pleno Paseo de la Reforma cuando recordó al humanista Henry David Thoreau (1817-1862) y su famoso ensayo Desobediencia civil. Como es sabido, en 1846 el estadunidense fue a dar a la cárcel en su natal Concord, Massachusetts, por negarse a pagar impuestos “a un Estado esclavista y promotor de una guerra injusta contra México”. En esa prisión escribió el ensayo de marras, donde sustenta los principios de la desobediencia civil, algunos todavía aplicables hoy en cuanto a nuestros impuestos se refiere.

El alacrán abrevia su queja por la franca torpeza del sat. Desde mayo, esa oficina advirtió sobre una nueva versión 3.3 del Comprobante Fiscal Digital por Internet (cfdi), en sustitución de la anterior versión 3.2, con la cual se trabajó desde 2013. En síntesis, los recibos de honorarios gracias a los cuales vivimos los freelancers cambiarían a partir del primero de julio. No obstante, se garantizaba la utilización de la anterior versión 3.2 hasta el primero de diciembre. El procedimiento será “mucho más fácil”, nos sonreía el sat, y para contradecirse en la misma oración emitía como “Instructivo para el llenado de la versión 3.3 del cfdi”, un mamotreto de 62 cuartillas de lectura inextricable.

El venenoso es cumplidor con sus impuestos; así pues, en julio procedió a elaborar sus recibos digitales en la versión anterior (3.2), pero ya no fue posible. El sistema del sat sólo tiene disponible la nueva versión (3.3). El arácnido hubo de soplarse el mentado instructivo-mamotreto para poder elaborar sus nuevos recibos, pero (¡Canta, oh, musa, la desdicha del contribuyente!), el sistema del sat rechazó sus envíos digitales una y otra y aún otra vez.

El artrópodo se forzó a la calma, acaso había cometido un error. Optó entonces por asistir a las oficinas centrales del sat, en cuya sala de internet ha elaborado sus recibos varias veces. Ahí se formó en la fila para obtener su turno y luego esperó unos quince minutos para acceder a la sala de computadoras, donde los asistentes le informaron con amabilidad de la imposibilidad de elaborar su cfdi, pues ni en la misma oficina del sat se había liberado aún la nueva versión 3.3 ni existía otra posibilidad de solucionar el problema.

A estas alturas el rastrero no sabe si llegará a la quincena, pero continuará reportando las desventuras de esta tierra kafkiana.

La medicina y la literatura profundizan en el lado problemático de la condición humana. Quizá por la zona de intersección entre ambas disciplinas eso es tan amplia. En un extremo del territorio se encuentran los escritos de Paracelso, Alexander Luria o Rita Levi Montalcini, y en el extremo opuesto encontramos a Shakespeare, Cervantes o Thomas Mann. Si menciono los grandes nombres de la ficción no es por mero fetichismo: es que el propio Cervantes, por ejemplo, invoca en las primeras páginas de su obra maestra los conceptos de la enfermedad y el cerebro.

Durante la transición del siglo XIX al siglo XX, entró en escena un nuevo recurso de la medicina y la literatura: el diálogo psicoterapéutico se convirtió en una herramienta clínica y en un espacio narrativo: algo así como una habitación cálida donde la intimidad da condiciones para una reconstrucción paulatina de la identidad personal. La literatura captura, entonces, ese proceso de evaluación y crítica de la memoria autobiográfica, como si tuviera una cámara intersubjetiva: como si la psicoterapia fuera una caja de resonancia, donde el sujeto busca y encuentra a veces su tiempo perdido.

La primera novela en la cual tuve conciencia de las posibilidades narrativas que ofrece el recurso de la terapia psicológica, fue una obra de ficción científica: Más que humano, de Theodore Sturgeon (en un ejemplar hermoso de la editorial Minotauro). Uno de los personajes es confrontado en consultas sucesivas hasta que logra discernir el conflicto ético que constituye la intriga central de su propia vida. Desde entonces, leo obras de ficción y ensayos clínicos que exploran posibilidades literarias de la consulta psicológica. La mujer que no quería amar, y otras historias sobre el inconsciente (Editorial Debate, 2014) relata escenas fragmentarias del psicoanalista Stephen Grosz, quien nos recuerda que el suspenso es un punto de convergencia entre la literatura y la psicología clínica. Aunque las historias de Grosz suceden en Londres, la terapia como recurso narrativo nos plantea la hermandad de las lenguas. En México, por ejemplo, la entrañable pieza autobiográfica de Guadalupe Nettel, El cuerpo en que nací (Editorial Anagrama, 2011) utiliza la escenografía clínica para mostrarnos el desarrollo de la personalidad como un juego de perspectivas: la experiencia primordial de nuestras vidas sucede

en primera persona, pero incorporamos paulatinamente la mirada y la voz de las otras personas que nos miran, y que deforman o corrigen nuestro autoconcepto. La terapia —según las obras de Nettel, Grosz y Sturgeon— es un proceso especializado que desarrolla una inteligencia basada en perspectivas múltiples.

El año pasado leí una estupenda novela clínica, que reúne preocupaciones dispuestas a lo largo del arco amplísimo que conecta la literatura con la medicina. Me refiero a Las mutaciones, de Jorge Comensal (Antílope, 2016).

Hasta donde sé, se trata de la primera novela de este escritor (y epistemólogo) nacido en la Ciudad de México, en 1987. Por lo general, la edad de un autor me resulta irrelevante, pero la madurez de esta obra me obliga a compartir la sorpresa de la edad. Y es que el planteamiento de Las mutaciones tiene que ver con la pluralidad de discursos de la enfermedad:

los lectores podemos asomarnos a los momentos críticos de un abogado exitoso, quien desarrolla cáncer en la lengua y se ve amenazado socialmente por las limitaciones en la comunicación oral y las pérdidas económicas. Pero también escuchamos el vaivén de su mundo social, constituido por su esposa, quien es leal a su esposo, pero prefiere ignorar su código de valores, a diferencia de la sirvienta, quien despliega un amor incondicional, basado en la gratitud, el sacrificio, y un sentido de empatía más auténtico, porque no entra en conflicto con una lucha por el poder. La exploración de los límites de este amor incondicional es una de las muchas paradojas de la novela. Un perico acompaña al abogado y la sirvienta, y funciona como un toque de comedia donde el cinismo se encuentra con la ternura, y a la vez, como un agente vicariante que expresa con desvergüenza las maldiciones que el abogado calla tras la cirugía que lo deja sin lengua. ¿Qué sucede con la conducta humana cuando el pensamiento se disocia de la comunicación oral?

¿Qué mutaciones ocurren en la personalidad, de qué manera se transforman las relaciones humanas que dan soporte a las estructuras subjetivas?

Las mutaciones observa a los individuos que transitan junto al protagonista, quienes forman parte del crucigrama imperfecto de la enfermedad. Jorge Comensal cita a Rosario Castellanos: “Y tienes la penosa sensación de que en el crucigrama se deslizó una errata que lo hace irresoluble.” En efecto, para comprender las tentativas de composición colectiva frente a las erratas biológicas que conducen a la enfermedad, el autor presenta las vidas paralelas de un médico oncólogo hechizado por sus fantasías (más ingenuas que fraudulentas) de gloria científica, y de una psicoanalista lacaniana especializada en víctimas y supervivientes del cáncer, quien prefiere ahogarse y ahogar la angustia de sus pacientes mediante el hechizo farmacológico de unas galletas de cannabis. Con una enorme naturalidad, Jorge Comensal expone las contradicciones, las creencias, las convicciones y puntos ciegos de sus personajes, dentro de una trama hilarante y trágica. Una capacidad de mentalización como la desplegada en Las mutaciones, indudablemente, es el resultado de la experiencia que da la edad, los años de práctica psicoanalítica como paciente y analista, las vivencias como investigador clínico y médico oncólogo, y los años en un doctorado en biomedicina molecular. O no. Porque el autor es joven, no es médico, oncólogo, biólogo molecular, psicoanalista, o superviviente del cáncer. La composición de esta novela es entonces el punto de encuentro de la imaginación intersubjetiva y la inteligencia: lo que llamamos talento literario.

A los senadores panistas se les hizo fácil acusar a Emilio Gamboa de no convocar a un periodo extraordinario de sesiones para conocer un par de iniciativa que son importantes. El senador Fernando Herrera aseguraba que el coordinador de los priistas se iba a vacacionar a Europa.

Sin embargo, Emilio Gamboa respondió rápido y puntualizó que va a España a cumplir una reunión bilateral y a festejar los 40 años del restablecimiento de las relaciones de ambos países. Y no dejó pasar el momento para precisar que el panismo perdió en Edomex, en Coahuila y algo en Veracruz. Por eso están molestos no saben perder.

Los senadores Gamboa del PRI y Carlos Puente del Partido Verde no se anduvieron por las ramas y acusaron de mañosos a los panistas que quieren negociar las elecciones de Coahuila por la realización de un periodo extraordinario para sacar temas de anticorrupción y Mando Único y robo de combustible.

Los legisladores del tricolor y del verde nos platicaron que el presidente de la Junta de Coordinación Política del Senado, el panista Fernando Herrera, no ha queridos convocarlos para lograr acuerdos para sacar dictámenes en las comisiones correspondientes y luego así llamar a un periodo extraordinario, debido a que quieren negociar resultados electorales, en particular el de Coahuila.

Gamboa dijo que le expresaron su inconformidad al presidente de la JUCOPO, al que le pidieron no mentir, confundir a la opinión pública y lanzar acusaciones sin fundamento, asegurando que el PRI y su Aliado del Verde no quieren el extraordinario.

Y Puente Salas, sostuvo su el reto que lanzó al panista, y le pidió que comprobar con documentos que sí convocó a los coordinadores parlamentarios.

Nervioso, muy nervioso llegó a la sala de prensa del Senado el panista Herrera para responder a Gamboa y a Puente. Empezó por decir que sí había convocado a los coordinadores y rechazar que su bancada se opusiera a la realización del extraordinario.

Herrera sudaba y sudaba de manera inusual. Los presentes comentaron que era por su nerviosismo; otros más afirmaron que eran evidentes las mentiras del panista, que también negó que estén buscando negociar su derrota en Coahuila a cambio de apoyar el extraordinario y sacar el nombramiento del fiscal anticorrupción.

Por lo pronto la siguiente semana un grupo de senadores, incluyendo a algunos del PAN, viajarán a España a una interparlamentaria, por lo que Gamboa adelantó que al regreso exigirán al presidente de la JUCOPO que convoque para trabajar de cara al extraordinario, y de paso le recordó a Herrera que no irían de vacaciones a aquel país como se supone declaró al respecto de ese viaje de trabajo.

En medio de ese jaloneo y lanzamiento de culpas, parece que ya se le puede decir adiós a la realización del periodo extraordinario, y con ello, nos damos cuenta que están primero los intereses partidistas que las urgencias de la sociedad. Los legisladores no se dan cuenta que el país se está incendiando y ellos prefieren pelear que ponerse a trabajar a favor del país.

Así es que ya le podemos decir adiós al extraordinario.

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Alfonso Navarrete, el mandamás de la Secretaría del Trabajo, que anda paseando por Sevilla, España, no se vaya con la finta, efectivamente estará en ese país pero en la Universidad donde presentará, el próximo lunes su examen doctoral con el tema La trata de personas.

El jueves llegaron a Guerrero elementos del primer contingente de policías de la CDMX en el acuerdo que asentaron en la Conferencia Nacional de Gobernadores (Conago) que preside Miguel Angel Mancera, para echarle montón, todos los estados a la delincuencia en un frente único sin barreras.

Email: ubaldodiazmartin@hotmail.com

hombresdelpoder.com

Los precios internacionales del petróleo retoman su tendencia a la baja y crece el consenso de que así se mantendrán por tiempo indefinido.

Los precios de referencia se encuentran en niveles de 43 dólares por barril, similares a los registrados en agosto de 2016. Bajaron en un mes desde rangos de 50 dólares por barril. Con la reducción se estima que se afecte al auge de la producción petrolera de Estados Unidos, el actual mayor exportador de hidrocarburos del mundo.

En ese marco los consumidores estadounidenses resultan beneficiados al disminuir los precios de la gasolina, que actualmente se encuentran en 2.28 dólares por galón, una reducción de seis centavos en comparación con los registrados hace un año.

Lo malo, habrá recortes de personal en el sector petrolero mundial. En 2016, por los bajos precios fueron despedidos casi medio millón de trabajadores.

Convención vital. Del 13 al 16 de julio se llevará a cabo uno de los eventos más importantes del Sector Farmacéutico: la Septuagésima Segunda Convención General de la Asociación Nacional de Distribuidores de Medicinas (Anadim) que reúne a más de 500 participantes, todos ellos parte fundamental de la industria-distribución y farmacia de México.

La inauguración oficial estará a cargo del secretario de Salud, José Narro Robles, y la clausura, por parte del comisionado federal para la Protección Contra Riesgos Sanitarios, Julio Sánchez y Tépoz.

La Anadim representa el 65.80 por ciento de participación del mercado nacional y suma 7,725 puntos de venta.

Más entendidos. Unos 10 millones de pesos invertirá el Gobierno de la Ciudad de México, que encabeza Miguel Ángel Mancera, para poner en funcionamiento la Agencia de Atención Animal, organismo que tendrá la tarea de desarrollar las políticas públicas para el cuidado y registro de las especies animales, así como para la convivencia de éstas con los humanos.

El jefe de Gobierno designará al titular de la nueva dependencia, considerada como la primera de su tipo en el país, proceso en el que encabeza las preferencias el médico veterinario Carlos Fernando Esquivel Lacroix, quien es impulsado por los organismos civiles enfocados a la protección animal.

Lamento borinqueño. Mientras que Puerto Rico se encuentra en bancarrota, con una deuda de 122 mil millones de dólares, que muchos consideran impagable, sus ciudadanos están huyendo.

La población de la isla ha disminuido dos por ciento anual durante los últimos tres años. Así, se estima que actualmente Puerto Rico tiene 3.4 millones de habitantes.

Aunque en un principio el éxodo fue de profesionistas, en los últimos años se reporta que también dejan la isla trabajadores de la construcción y taxistas.

Con ello, se crea un círculo vicioso, ya que sin trabajadores será más difícil la recuperación económica de Puerto Rico.

Email: cesar_castruita@yahoo.com.mx

La Procuraduría General de Justicia del Estado de Michoacán cumplimentó una orden de aprehensión en contra de un policía, acusado de violar a una menor, en la ciudad de Zamora.

El delito, según reportes de las autoridades, se perpetró el 2 de julio.

Agentes de la dirección de Investigación y Análisis fueron quienes arrestaron al imputado.

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Durante el desarrollo de las investigaciones, se estableció que la víctima había sido ingresadas al área de separos de la Fiscalía Regional, ya que presuntamente cometió un delito.

Asimismo, se determinó que el elemento policial sacó del área de seguridad a la afectada y la trasladó a su domicilio particular, donde presuntamente la atacó sexualmente.

Posteriormente la regresó a los separos.

Estos hechos fueron denunciados ante el agente del Ministerio Público, por lo que se iniciaron las investigaciones correspondientes y se solicitó ante el órgano jurisdiccional correspondiente orden de aprehensión, que fue obsequiada y cumplimentada por los agentes policiales en la ciudad de Morelia.

El imputado fue puesto a disposición del juez de control a afecto de que sea resuelta su situación jurídica por su relación en el delito de violación.

fgr

La ofrenda de un lobo enterrado hace más de quinientos años y adornado con algunas de las piezas de oro más finas de la cultura azteca jamás halladas, fue desenterrada en el corazón de la Ciudad de México, detrás de la Catedral Metropolitana.

“El descubrimiento fue posible gracias a la demolición de dos edificios que cubrieron el sitio durante más de dos décadas”, aseveró el arqueólogo a cargo, Leonardo López a medios de comunicación.

“La calidad y cantidad de los ornamentos es muy poco común e incluye 22 piezas completas, entre ellas pendientes, una argolla nasal y un pectoral en forma de disco, todos fabricados con delgadas láminas del metal dorado”, explicó.

López Luján puntualizó que “estas son, sin lugar a dudas, las piezas más grandes y más refinadas descubiertas hasta ahora”, haciendo referencia a las 205 ofrendas descubiertas en los más de 40 años de excavaciones en el lugar, 16 de las cuales tienen contenidos de oro.

Destacó que el lobo, de aproximadamente ocho meses de edad, fue revestido con los ornamentos, así como con un cinturón de conchas provenientes del Océano Atlántico, poco después de su muerte y luego colocado cuidadosamente en la bóveda por sacerdotes aztecas sobre una capa de cuchillos de pedernal.

Mencionó que la bóveda, de más de doce pies cúbicos, también estuvo rellena de otras capas de elementos vivos provenientes de la tierra, el mar y el aire, todos cargados con significado espiritual para los aztecas.

El investigador detalló que en 1900 la cúpula resultó dañada por una tubería de drenaje que fue instalada junto a ella, pues los trabajadores probablemente no se interesaron en lo que se encontraba en su interior. “Si hubieran visto los objetos de oro, inmediatamente hubieran saqueado el depósito”, puntualizó el experto.

El anuncio se dio un día después del hallazgo en el Zócalo de un monumento a la Independencia, durante los trabajos de remodelación de la Plaza de la Constitución, el cual se esbozó en 1843 en la presidencia de Antonio López de Santa Anna, .

Cabe destacar que el pasado 2 de julio fue hallado cerca del Templo Mayor el famoso altar Huey Tzompantli, una torre compuesta por más de 650 cráneos humanos cubiertos de cal y miles de fragmentos de mujeres y niños.

El pasado 8 de junio expertos del INAH encontraron en el Centro Histórico el templo dedicado a Ehécatl, el dios del viento en la Gran Tenochtitlan. Una cancha de Juego de Pelota en la que, según crónicas antiguas, jugó Moctezuma.

La semana pasada ofrecí dar a conocer el programa de rebelión de los cristianos. Hoy cumpliré mi promesa. Los cristianos tenemos nuestro libro de batalla en el que se encuentran señaladas las líneas estratégicas de pensamiento y acción. Su nombre es La Biblia y el plan de rebelión está en el llamado Nuevo Testamento, particularmente en los Evangelios.

Pueden encontrarse claves importantes de interpretación en San Mateo, capítulo 5. Es una sección que denominamos “Sermón de la Montaña”, cuyo autor es Jesús de Nazaret. No es un mensaje moralista, sino un plan de rebelión contra la reducción del ser humano a cosa. La Biblia es un libro extremadamente peligroso que ya ha inspirado grandes acontecimientos históricos, como la defensa de los indios americanos, la liberación de los esclavos, la independencia de la India (Ghandi dixit) o la lucha por los “civil rights” en Estados Unidos.

La palabra secreta para descifrar el plan de rebelión es: “caridad”. No es una bella receta de buen comportamiento, sentimental y edulcorada, para sentirse bien. Caridad es una persona. Es nuestro Jefe Máximo del cual el Papa, obispos, religioso y laicos somos alegres subordinados. Él es el Jefe y nosotros, en el mejor de los casos, siervos inútiles cuando nos abandonamos a nuestra suerte. Esta persona tiene un nombre clave: le llamamos “El Cristo”, alias Jesús de Nazaret.

El Jefe Máximo funda su relación con nosotros en su amor incondicional de suerte que, al entrar en relación con él brota un cariño difícil de explicar, un amor profundo y transformador. La experiencia es tan decisiva que ordena nuestras relaciones con nosotros mismos, con otras personas e incluso con la naturaleza. La relación, por lo que a nosotros respecta, nunca es perfecta, solemos equivocamos; pero él la sostiene y siempre nos perdona. Así nos cura, supera nuestras limitaciones y nos reintegra a la rebelión. Esto vuelve locos a los detractores de Jesús quienes, desde hace siglos pretenden desmoralizarnos echándonos en cara nuestros equivocaciones e inconsistencias. No obstantes, si él nos ha liberado de los errores, resulta difícil que otros nos mantengan a ellos encadenados. Es una rebelión de hombres y mujeres libres.

El Jefe Máximo diseñó catorce líneas de acción estratégicas. No son un código de ética, mucho menos las únicas acciones posibles. Son, al mismo tiempo, el punto de partida, el puerto de cobijo, el cuartel de renovación y el faro en el camino. Son catorce obras capitales a partir de las cuales la caridad se despliega sin más límite que la imaginación, desarrollada dentro de circunstancias muy concretas y de cara a cada persona. Éstas son: cuidar a los enfermos, dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento, dar refugio al peregrino, vestir al desnudo, cuidar a los presos, enterrar a los difuntos, enseñar al que no sabe, dar buen consejo a quien lo necesite, corregir al que se equivoca, perdonar a quien nos ofende, consolar al triste, sufrir con paciencia los defectos del prójimo, pedir a Dios por vivos y difuntos.

Las obras de caridad siguen la ley de la reversibilidad y de la elasticidad. Por un lado, las puedo aplicar y me las pueden aplicar, lo que nutre la solidaridad. Por otro, su elasticidad abarca desde lo más íntimo y personal, hasta los grandes horizontes de la historia, con alcances civilizatorios.

Un ejemplo de reversibilidad se puede encontrar en un padre o madre de familia, quienes ejercerán y recibirán cotidianamente las catorce obras de caridad, de las más diversas e imaginativas formas. Además, si sus hijos son adolescentes, serán sometidos a las más duras y gozosas pruebas. Formarán una familia sólida y generosa, es decir, una célula subversiva ante la cultura del descarte.

Un ejemplo de elasticidad. Perdonar a quien nos ofende puede reconstruir una añeja amistad o crear una nueva de raíces profundas; o bien, fundar la ONU después de la Segunda Guerra Mundial; o crear la Unión Europea cuyos padres belgas, alemanes, franceses e italianos confabularon con el Papa Pío XII para lograrlo.

Lo más peligroso de estas líneas de acción estratégicas es que son muy contagiosas. Su eficacia y bondad son fácilmente reconocibles por hombres y mujeres de buena voluntad. Puedo entender el enojo de quienes hoy orquestan la persecución contra los cristianos en Occidente, pero a ellos les tengo buenas noticias.

En buena lógica, los cristianos podríamos ser neutralizados y destruidos. La próxima entrega explicaré cómo intentarlo.

jtraslos@unam.mx

Twitter: @jtraslos

No cabe duda de que con la muerte del pintor José Luis Cuevas el mundo de la plástica mexicana perdió a uno de sus personajes más divertidos por polémico, extravagante, atrevido y mujeriego.

El “gatito”, como le llamaba Bertha Riestra, la mujer que tanto lo amó, que le dio tres hijas y que admiró tanto su obra que la hizo crecer hasta quedar mirando al infinito, como esa escultura del gran hombre que Cuevas le dedicó a su mujer después de muerta.

“Arriba Bertha, arriba Bertha” fue el grito que quedará quizá como un vergonzoso recuerdo entre las anécdotas del Palacio de Bellas Artes, a propósito del homenaje luctuoso que se le rindió al artista ahí el martes pasado, pero que para muchos que conocen el triste final de la historia no fue más que la justicia divina donde cada personaje quedó en el lugar que le correspondía.

Muchas interrogantes quedaron sobre la muerte de José Luis Cuevas y quién sabe si algún día se resuelvan. ¿Por qué murió tan alejado de casi todo el mundo? ¿Por qué nunca quiso o más bien no pudo volver a ver a sus hijas si siempre representaron el oxígeno de sus carcajadas, su refugio y la inspiración de muchos de los juegos que tantas veces incluso convirtió en arte?

¿Por qué no podía ver a sus hermanos? ¿Por qué su hermano Alberto, personaje fundamental en la vida de Cuevas, decidió de último momento no asistir al homenaje de Bellas Artes con tal de no respirar el mismo aire que Beatriz Bazán?… según sus propias palabras.

¿Por qué la única hermana de José Luis Cuevas, Guadalupe, la monja que murió el año pasado víctima de cáncer de ovarios, también tuvo que conformarse con irse así, sin volver a ver a su hermano?

¿Por qué su segunda esposa, con un nulo sentido de lo elemental artístico desmanteló el estudio donde José Luis Cuevas pasó décadas trabajando, fotografiándose, soñando, concediendo entrevistas, leyendo y escribiendo los capítulos más importantes de su vida y su arte, para convertirlo en una bodega? Eso fue como desmantelar al artista.

Quizás ahí comenzó el terrible final de esta historia...

¿Por qué nadie lo impidió?

¿Por qué la emblemática casa de Galeana, esa obra fantástica diseñada por el arquitecto Teodoro González de León, quedó reducida a las ruinas? Con candados enormes en las puertas, tan pesados como la advertencia que cayó sobre las tres hijas de Cuevas desde hace diez años, cuando la señora Bazán se convirtió en su segunda esposa: “No pueden entrar a la casa”

¿“No pueden entrar a la casa” que construyó su madre para ellas? ¿La casa que las vio crecer y a Bertha Riestra de Cuevas morir, luego de haber construido la carrera del artista que, según lo que el mismo Cuevas me dijo en una entrevista: “sin ella no sabía ni dónde poner la firma en un cheque”?

¿Por qué esa casa de Galeana quedó en semejante abandono? Si siempre fue un reflejo del artista que tan intensamente la habitó, hasta convertirse quizá de la misma forma en el presagio de su final…

Hace unos días María José Cuevas, la hija del pintor que se vio impedida junto con sus hermanas para verlo antes de ser incinerado en la funeraria, entre el llanto de un luto que no sabía cómo acomodar y ese sentido del humor elegante que siempre la ha caracterizado, me contó una de las últimas anécdotas que vivió precisamente en esa casa de Galeana:

“Cuando yo llegué de vivir en Barcelona, llegué a mi casa de Galeana, la casa de mis papás, donde nací. Beatriz cambió inmediatamente la cerradura de la casa, diciéndole a mi papá que yo entraba a robarle los regalos de la boda.

Me creía tan ignorante como ella. Créeme que si yo hubiera entrado a esa casa a robar, primero me hubiera robado el cuadro de Matías Goeritz que unas sábanas del Palacio de Hierro”…

Claramente así es como comenzó uno de los pleitos más dolorosos y vulgares en el mundo del arte mexicano, que terminó como el gran José Luis Cuevas menos hubiera deseado, y con el mayor miedo que tenía, en la enfermedad, en la soledad, en la oscuridad, casi en el olvido y lo peor, acompañado de la ignorancia.

Descanse en Paz José Luis Cuevas.

monica.garza@razon.mx

Twitter: @monicagarzag

Las pintas aparecen a diario en cualquier rumbo de la metrópolis. Durante su efímera vida, unas pasan desapercibidas en medio de un mar de grafitis, rayones, anuncios, letreros e imágenes que cubren cualquier superficie accesible a la vista de los lugares públicos, y otras pocas llaman la atención e incluso mueven a la reflexión.

¿Y qué importa si gustan o no? Para los anónimos autores es motivo de orgullo ver y compartir sus obras, ahí están a la vista de todos para tocar la sensibilidad de algunos, ya sea positiva o negativamente. En ocasiones el público se involucra y responde con su opinión y hasta lo manifiesta por la misma vía, como lo muestra la imagen en el escrito añadido debajo del texto central.

Quienes se expresan con pintas sobre los muros de la ciudad saben que quebrantan la ley pero no les importa, ya que eso es parte del mensaje.

Fotografía: Detalle de la fachada de un edificio de

la delegación Cuauhtémoc. Por su estado de abandono es blanco fácil del ingenio de artistas y filósofos errantes.

urbimex@yahoo.com.mx

Twiiter: @jorgemme

A través de El multifamiliar moderno, exposición que albergará el Museo Nacional de Arquitectura del INBA, se busca hacer una revisión crítica a aquellos conjuntos habitacionales que marcaron la vida de México en pleno desarrollo económico.

La muestra cuenta con la curaduría del arquitecto Juan José Kochen y se trata de un recorrido por los orígenes que dieron lugar al diseño y construcción de las unidades de habitación en México, los multifamiliares, para hacer una reflexión crítica acerca del estado actual de la construcción de vivienda en nuestro país.

El INBA plantea esta exposición desde la idea de que el multifamiliar cambió la escala, los modos de ver y las formas de habitar las ciudades mexicanas en el siglo XX.

A más de 70 años de los primeros casos de vivienda colectiva en México, esta exposición propone revisitar el Centro Urbano Presidente Alemán (CUPA), a través de su diseño, densidad, permanencia y transformación. Para ello, El multifamiliar moderno reúne una serie de planos, maquetas, videos, fotografías aéreas inéditas de la construcción, oblicuas y verticales, así como de la vida interior moderna.

Se trata de una muestra a través de la arquitectura y la ingeniería, pero sobre todo, a partir de una serie de diagonales complementarias: la utopía social, la modernidad, la política, el contexto rural, lo colectivo, lo cotidiano, el cine y su adaptación temporal.

Acerca de si el multifamiliar tiene futuro en la Ciudad de México, el arquitecto, quien ha realizado extensos estudios del fenómeno habitacional,

explica que, según el último censo del INEGI y un padrón de vivienda de la Procuraduría Social de la CDMX, hay más de siete mil 233 conjuntos donde viven más de dos millones de personas.

Este Foro Internacional de Cine dará la oportunidad a los cinéfilos de hacer un recorrido por importantes producciones de Rusia, China, Francia, Bolivia, Filipinas, Canadá, República Checa, Estados Unidos, Argentina y México en la exhibición de 15 largometrajes de cineastas de compromiso cabal con el arte cinematográfico. La selección incluye a directores destacados como Lav Díaz, Philippe Grandieux, Jim Jarmusch, Gan Bi, Olivier Babinet, Milagros Mumenthaler, Everardo González, Kiro Russo y Camila José Donoso, entre otros realizadores emergentes, quienes ya ocupan un lugar notorio en el panorama del séptimo arte contemporáneo internacional.

Tres producciones respaldan a México en esta muestra: La Libertad del diablo (2017), de Everardo González, Casa Roshell (2017), de Camila José Donoso, y Nocturno (2016), de Luis Ayhllón. Tres propuestas que abordan las desapariciones forzadas, la transexualidad y la asfixia familiar, respectivamente.

Despiertan interés Paterson (2016), del cineasta de culto Jim Jarmusch en un tributo al poeta William Carlos Williams; Yo, Olga: Historia de una asesina (2016), de los checos Petr Kazda y Tomás Einreb; A pesar de la noche (2015), de Philippe Grandieux; Viejo calavera, opera prima del boliviano Kiro Russo filmada en locaciones reales con personajes de la vida cotidiana; El limonero real (2016), basada en la novela homónima de Juan José Saer, adaptada y dirigida por Gustavo Fontán; Qué pesado este fastidio (2015), del canadiense Kazik Radwanski en una reflexión sobre el machismo en Estados Unidos; y El discípulo (2016), de Kirill Serebrennikov, que cuestiona el sistema de enseñanza tradicional.

Canción de cuna para el misterio trágico (2016), del filipino Lav Díaz, que ha producido diferente reacciones por su duración de ocho horas, será proyectada los sábados y domingos en funciones especiales durante el evento. Una interesante proposición de dibujos animados, Abril y el mundo extraordinario (2015), de Franck Ekinci y Christian Desmares, podrá ser apreciada por los asistentes.

La programación inicia el próximo viernes 14 y concluye el 31 de julio en las salas de la Cineteca nacional. La selección de las películas recorrerá la Ciudad de México en tres sedes de la UNAM, cinco centros de Cinemex, tres de Cinepolis y, asimismo, la Casa del Cine, Cinemanía Loreto y algunas ciudades del interior de la República: Nuevo León, Guadalajara, Morelos, Tijuana, Guanajuato, Puebla y Aguascalientes.

Cine mundial

Los espectadores podrán apreciar cintas internacionales que han sido galardonadas en festivales importantes, como Cannes y Berlín.

País: Estados Unidos

Película: Paterson País: Rusia

Película: El discípulo País: China

Película: Kaili blues: canción del recuerdo País: Bolivia

Película: Viejo calavera País: Filipinas

Película: Canción de cuna para el misterio trágico País: Canadá

Película: Qué pesado este fastidio País: Francia:

Película: Swagger: gente con estilo

Película: A pesar de la noche País: Republica Checa

Película: Yo, Olga. Historia de una asesina País: Argentina

Película: La idea de un lago

Película: El limonero real País: México

Película: La libertad del Diablo

Película: Casa Roshell

Película: Nocturno

La guaracha, género de la música popular cubana, y también de Puerto Rico, el cual algunos confunden con el son. Su origen se encuentra en “la confluencia de lo hispánico y lo africano, pero plasmado en algo netamente cubano” (Helio Orovio). / Pasa del teatro bufo a los salones de baile donde cobra gran popularidad. Se presenta en esquema rítmico de 2/4 o 6/8. / Texto picaresco, satírico y, muchas veces, burlón con doble sentido. “Al cuarto de Tula, le cogió candela / Se quedó dormida y no apagó la vela” (Sergio Siaba).

Guaracha (Sony Music, 2017), es uno de los volúmenes de la colección The Real Cuban Music producto del convenio entre Sony Music y la empresa estatal cubana EGREM. Varios intérpretes de guaracha en un álbum doble: 14 pistas sonoras y un DVD con instrucciones de pasos de baile de esta modalidad. Diferentes vocalistas, conjuntos y orquestas de destacada trayectoria en la Isla.

Rey Caney con el Conjunto Caney (“Como La Habana no hay”), Caridad Cuervo y el Conjunto Caney (“Yo soy cariñosa”), Conjunto Los Montunos (“María Cristina”, de Ñico Saquito: composición axiomática de la guaracha cubana), Conjunto Roberto Faz (“Miguelito y la tijera”, “El chivo que come güira”), Caridad Hierrezuelo con el Conjunto Caney (“Guarapo, pimienta y sal”), Conjunto Chappotín y sus Estrellas (“La china tiene imán”), Tanda de Guaracheros (“Bilongo”, imprescindible guaracha de Rodríguez Fiffe), Pio Leyva (“Cangrejo no tiene na'"), Orquesta Jorrín (“Tú verás qué rico es”), Niño Rivera (“Azúcar con ají”), Pedro Luis Ferrer (“Cómo me gusta hablar español”), Fellove (“La fiesta no es para feos”, obra ineludible de Walfrido Guevara), Orquesta Aragón (“En casa de Tomás”).

La inclusión de Pedro Luis Ferrer es quizás uno de los mayores aciertos de esta compilación: el autor de “Romance de la niña mala” ha cultivado con imaginación, irreverencia y ‘travesura’ la guaracha en estos años recientes dentro de una nación sometida a un régimen totalitario durante casi 60 años: “La vaquita Pijirigua”, “La desnudez de Mario Agüé”, “Cachimbiao caramelo”, “La trabazón”, “Maridos majaderos”, “Conga vegetariana”, “Abuelo Paco” y “100 % cubano”, entre otras más, son manifiestas iconografías de la situación de Cuba.

¿Cómo es posible conformar un sumario de la guaracha cubana y no incluir a Los Compadres, a Alejandro García, Virulo (creador de la guaracha-parodia) ni a Faustino Oramas, El Guayabero? ¿Dónde quedaron?: “Se murió Panchita”, “El bobo de la yuca”, “Pa’fricasé los pollos”, “Cuidadito compay gallo”, “El paralitico”, “Hueso na’ma”, “Rita la caimana”, “El tíbiri-tábara”, “Harina con boniato”, “La titimanía”, “El Papi”… / Género que se ha fusionado con otros: guaracha-son, guaracha-rumba, guaracha-pregón, guaracha-mambo, guaracha-conga, , guaracha-changüí, guaracha-timba (Los Van Van, NG: La Banda, Revé…). / El álbum Guaracha nos pone en contacto con una modalidad de la música popular cubana en que la picardía y el humor de un pueblo se manifiestan de manera incuestionable: atención a “Bilongo”, “Cómo me gusta hablar español”, “La fiesta no es para feos” y “Cangrejo no tiene na’”. ¡A guarachear que el mundo se va acabar!

Rubén Blades (Panamá, 1948) es de esos artistas que escapa a su propia biografía. Sólo a alguien como él, artista reconocido en medio planeta (el hispanohablante) como cantante de salsa, se le ocurrió matricularse en Harvard para estudiar Derecho e incluso logró que la universidad custodie su archivo personal. Blades elevó las letras de su género hasta ganarse el título de poeta de la salsa.

Lleva casi cuatro décadas como actor en activo (ha sido nominado a tres premios Emmy) y ha participado en producciones como Fear The Walking Dead y otros proyectos cinematográficos. Ahora, acompañado por Roberto Delgado & Orquesta, formada por nada menos que trece músicos, anuncia que será la última vez con su repertorio de salsa. Ha titulado su gira Caminando, adiós y gracias.

¿Dónde está el origen del Rubén Blades músico, ese primer impulso? En mis padres: mi madre fue una excelente cantante y pianista, y mi padre un percusionista del género afro-cubano. Además, la música formaba parte de nuestro día a día en Panamá. La radio estaba encendida todo el día en casa, no recuerdo uno con ella apagada.

¿Por qué ha decidido despedirse de la salsa? ¿No le da pena hacerlo? Me despido de las giras de salsa, aunque planeo seguir tocando en Panamá, de vez en cuando, con el grupo de Roberto Delgado, en ocasiones especiales. He decidido que ya no viajo más con el formato de salsa actual. Ésta será la última oportunidad de oír el arreglo original de “Pedro Navaja” cantando en vivo por mí.

Estudió en Harvard cuando ya había tenido éxito como artista. ¿Cuál fue su experiencia allí? Era otra forma de salir de la comodidad y de ingresar en un área cuya dificultad te obliga a utilizar recursos nuevos para sobrevivir a la experiencia. Hago eso periódicamente, como, por ejemplo, salir de la salsa ahora para dirigirme en otra dirección musical, amparando otros géneros y con otro nombre. El proceso de educación no se interrumpe jamás. Estoy deseando volver a la escuela.

Un género une hoy a los países latinos y que empieza a conquistar el mundo. ¿Le gusta el reguetón? El reguetón fue inventado en Panamá por Nando Boom y por El General. Es un ritmo que me parece una mezcla de bullarengue de Colón y Darien y el golpe de Calipso, que fue muy popular en Panamá en los años 50 y 60. Para mí es un ritmo que naturalmente comparto. No todas las letras del género son malas.

¿Cree que la música actual ha perdido interés por contar historias? Me parece que cada cual elige lo que quiere escuchar y por qué. Posiblemente se continúen escribiendo historias en la música pero quizá simplemente no están promocionándolas para que las pongan en la radio, o la preferencia de los DJ se basa en ritmos y no en historias. Sin embargo, no creo que debamos generalizar. Creo que la música actual continúa atendiendo a la necesidad de letras e historias, sólo que no es probablemente lo popular.

¿Se presentará a las elecciones de su país, como había anunciado? Anuncié solo que consideraría presentarme en 2019 como candidato independiente, pero si primero se cumplen ciertas condiciones. No he asegurado que vaya a hacerlo, todavía estoy pensándolo.

¿Cuáles serían sus prioridades para Panamá? Es necesaria la creación de un nuevo modelo de administración pública sustentado en planes a largo plazo y apoyados en una Constitución que los defienda y que impida el acceso a oportunistas para la corrupción, pública y privada, y no permita la impunidad de los corruptos, como ocurre en la mayoría de nuestros países.

¿Qué considera que es necesario para que países latinos se defiendan de las agresiones verbales y económicas de EU? Lo primero que deberían considerar es administrar con transparencia, eficacia y honestidad. Los desgobiernos han creado los escenarios para la corrupción, hecho que es utilizado por terceros para atacarnos y desprestigiar nuestra posibilidad nacional. La conciencia de un país depende de la voluntad de su pueblo.

Trayectoria musical

Como solista, Blades ha tenido una prolífera carrera que inició en 1983.

Álbum: El Que la Hace la Paga

Año: 1983 Álbum: Buscando América

Año: 1984 Álbum: Agua de Luna

Año: 1987 Álbum: Rubén Blades With Strings

Año: 1988 Álbum: Caminando

Año: 1991 Álbum: La Rosa de los Vientos

Año: 1996 Álbum: Mundo

Año: 2002 Álbum: Tangos

Año: 2014

Un automovilista arrolló a un agente de Tránasito de la Ciudad de México, para evitar ser infraccionado en calles de la colonia Doctores.

Luego de impactar al agente en la esquina de Doctor Río de la Loza y Niños Héroes, el conductor lo arrastró varios metros y huyó.

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Sin embargo, tras avanzar algunas calles, el hombre que conducía un auto AUDI, placas NBK8480, fue detenido.

El policía tuvo que ser auxiliado y posteriormente ingresado a un hospital de la ciudad.

Así atendió emergencia @CruzRoja_CDMX de policía atropellado por infractor de tránsito en río de la loza y niños héroes @SSP_CDMX @retioDF pic.twitter.com/aPSlxnKUCD

— tritonazteca (@tritonazteca11) 8 de julio de 2017

El conductor, que se identificó con el nombre de Édgar, fue puesto a disposición de un Ministerio Público.

fgr

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