Robert Lowell: Dos poemas

larazondemexico

LOS MUERTOS EN EUROPA

A Robert Lowell, este poema suyo, que le fui a leer a su casa

de Manhattan cierta noche que ya recuerdo sólo a medias.

Aquella lectura y la velada entera fueron un poco absurdas.

Pero el poema sigue siendo memorable. —J. G. T.

Tras el fragor aéreo sucumbimos en una

fosa común, todos solteros, hombres y mujeres;

ni corona de espinas, o de hierro, ni corona lombarda,

ni fusiformes y calados chapiteles apuntando al cielo

pudieron rescatarnos. Madre, levántanos, caímos

solitarios aquí, dentro del glutinoso fuego:

Nos fue condenación entonces nuestra tierra bendita.

¿Nos incorporaremos, madre nuestra, el día de María,

en esta madre Tierra, dondequiera que hayan contraído

los cadáveres nupcias bajo escombros, en un solo montón?

Suplica por nosotros, deshechos y enterrados por las bombas;

al llegar el momento de la resurrección, cuando Satán

nos disperse, Oh Madre, nuestros cuerpos arranca de las llamas:

Nos fue condenación entonces nuestra tierra bendita.

Madre, mis huesos tiemblan y ya oigo

las reverberaciones de la tierra y la trompeta

que aúlla en mi catástrofe. ¿Daré

(¡oh María!), yo célibe, yo títere de polvo,

testimonio del Diablo? Escúchame, María, oh María,

amadrina las bodas de tierra y mar y fuego y aire.

Nos es condenación ahora nuestra tierra bendita.

LOS HIJOS DE LA LUZ

Nuestros padres sacaron pan de troncos y piedras,

crearon sus jardines con huesos de los indios;

fueron los peregrinos que en Holanda embarcaron

(pues los dejó sin casa la noche de Ginebra)

y sembraron aquí las semillas de luz

de la Sierpe; y aquí los proyectores hunden

las casas de cristal alzadas en la roca,

los cirios lagrimean junto a un altar vacío

y la luz está donde la sangre de Caín

hace arder, hace arder el insepulto grano.

Fuentes: “Los muertos en Europa”, versión de Jaime García Terrés en El surco y la brasa, selección de Marco Antonio Montes de Oca, FCE, México, 1974; “Los hijos de la luz”, en Antología de la poesía norteamericana, selección, versión y prólogo de Agustí Bartra, Colección Nuestros Clásicos, UNAM, 1959.