A ver, ¿para qué va alguien sensato cada año a la Feria Internacional del Libro de Guadalajara? No sé. Es más, nadie lo sabe, porque los sensatos no repiten visita de manera compulsiva. Somos los afectos al desfiguro, los excesivos, los que “no tenemos llenadera” quienes reincidimos en los pasillos de algarabía de ese reality show, de esa “Coachella de los nerds”, como oí decir a Laura García, en la que por unos días libros y escritores somos espectáculo central.
Las actividades que implica son diversas: celebrar lanzamientos, hacernos de títulos necesarios, presentar alguno propio y de otros, oír el mismo día a Salman Rushdie y a Laura Restrepo para aprenderles, conocer editores, ver, ser vistos y, sobre todo, entrar en contacto con los lectores para saber quiénes nos leen y cómo lo hacen (a veces me han dado ganas de construir ahí mismo un Arco del Triunfo, con todo y monumento Al Lector Desconocido). Pero también se trata de beber, oír en concierto a varios grandes, abrazar a colegas que no vemos el resto del año, entrarle a la cumbia y desvelarnos hasta la náusea. Si la escritura se cuenta entre las actividades más solitarias, ¿cómo ocurre que la frecuencia anecdotera y pachangosa de Guanatos nos atrapa? ¿Cómo es que los autores, que siempre estamos tras bambalinas, pasamos gozosamente al proscenio en esta bulliciosa cita anual?
“Inmensa platicadera”, así la llamó José Agustín. Y lo es, pero no sólo. El año pasado pregunté a varios escritores qué le urge a esa vendimia de libros, que ya rebasa los treinta años de vida. Fabio Morábito pidió actos menos convencionales, Antonio Calera-Grobet dijo que debería buscarse “convertir a la gente en lectora y no sólo en compradora” y Geney Beltrán optó por menos sometimiento a intereses de las grandes editoriales, mientras Carmen Boullosa se lució: “Le urge una playa nudista”. Las respuestas acaso condensan algunas expectativas que provoca esa alta concentración de hormonas literarias. Al mismo tiempo, creo que quienes cada año tomamos un infame vuelo de Interjet lo hacemos también, en parte, por el masaje al ego de sentirnos parte de “algo” (nosotros, que siempre somos los raros), por las complicidades que allá relampaguean, por la cofradía que compartimos quienes creemos en las palabras.
“cosas singulares, como cuando adolescentes celebraron a Jaime Sabines cual si fuera Mick Jagger. O cuando Italia fue el país invitado y Jorge F. Hernández anunció ser el hijo perdido de Pavarotti.”
Mientras otros eventos similares, como el de Frankfurt, se concentran en la negociación de contratos y derechos, el de Guadalajara presume otros genes. Se trata de un carnaval vivo, como de pueblo: se pasean chamaquitos, divas orondas, gente de a pie que oye a un famoso para embarrarse de celebridad, narradores y poetas emocionados con su nuevo lanzamiento, adolescentes que persiguen al youtuber de moda, premiados recelosos, estudiantes y mamás, políticos que cada vez asisten menos “porque el bullying”, amigos que se ponen al día sobre divorcios, proyectos e hijos. Y también pasan cosas singulares, como cuando adolescentes celebraron a Jaime Sabines cual si fuera Mick Jagger. O cuando Italia fue el país invitado y Jorge F. Hernández anunció ser el hijo perdido de Pavarotti, para acabar fotografiado por fans del tenor. O cuando en 2013 se inauguró un área para el libro electrónico y algunos entendimos que se hacía oficial el amasiato entre bits y tinta.
Pero bajo la superficie también ocurren malentendidos, rencillas, animosidades. El botón más representativo tiene que ver con Juan Rulfo. En 1990 se instituyó el Premio con su nombre, que la familia del autor de Pedro Páramo aceptó con entusiasmo. Durante varios años la cosa más o menos fue, pero en 2005 se lo concedieron a Tomás Segovia, quien al conocer la noticia del reconocimiento declaró: “Rulfo es un tipo de escritor muy peculiar, que tiene el puro don [...] No tuvo una vida muy deslumbrante, no fue un gran estudioso ni un gran conocedor, él simplemente nació con el don”. La Fundación Rulfo se quejó en voz bastante alta por lo que consideró una actitud despectiva del poeta y pidió que, a partir del siguiente año, se retirara el nombre de Rulfo de ese reconocimiento. No valieron las negociaciones a todo nivel ni las explicaciones de Segovia sobre su tremebunda admiración por el narrador de Sayula. Desde entonces se llama Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances, whatever that means.
Hay más resbalones sabrosos, que cada año ha ido arrojando al recuerdo. Y también buenas historias, momentos épicos de la Feria para el gremio de escritores multichambistas que volvemos a casa agotados y felices. Julio Patán lo definió con máxima eficacia en su columna “Malos modos”: al dejar Guadalajara tenemos “depresión postparto, estrés postraumático, resaca, síndrome de abstinencia, síndrome de Estocolmo”. Todo junto.
Aquí va mi recuento subjetivísimo de lo más granado de los últimos cinco años y lo que anticipo de este 2017.
2012 / Invitado: Chile
• Carlos Fuentes iba a asistir, como desde hace mucho, pero tuvo un problema personal: se murió. Y se murió antes del Nobel. El presidente del evento, Raúl Padilla, no sólo le dedicó palabras, sino la FIL entera: “Querido Carlos, porque creíste en este proyecto, por el profundo afecto que te tenemos, ésta es tu Feria”.
• De todos, el ausente más mencionado fue el peruano Alfredo Bryce Echenique, acusado de plagio de al menos dieciséis trabajos periodísticos, pero recibidor del Premio FIL. Las críticas de la comunidad intelectual llegaron a tal punto que el reconocimiento tu-vo que serle entregado antes, con tal de que no asistiera a Guadalajara. En los pasillos de la Feria vi pasar a varios con camisetas que aludían al asunto: “Fue sin querer queriendo” y “Plagio FIL 2012”. Cuando supo de las críticas, Bryce pronunció, infalible: “¡Que se jodan!”. Juan Villoro trató de evitar el error. Escribió: “Lo que en verdad está en juego no es la reputación de un escritor de cumplida trayectoria, sino la forma en que se difunde la cultura en México” y añadió que la Feria no debía entregar el premio porque “violaría las normas éticas de la Universidad de Guadalajara y de la Feria Internacional del Libro”. El premio igual está desde 2012 en la sala de Bryce.
• Una manifestación de #YoSoy132 a la entrada de la Expo Guadalajara por poco me manda al otro lado de la banqueta, en sentido literal y figurado, abrazando mis bolsitas de libros. Hubo vallas, policías, golpes. Todo a manos llenas.
• Como parte de la delegación invitada destacaron nombres que se han amistado con los mexicanos, como Damiela Eltit, Alejandra Costamagna, Pedro Lemebel, Javiera Mena y Los Bunkers.
• La también chilena Lina Meruane recibió el Premio Sor Juana para obra publicada por mujeres, por la novela Sangre en el ojo. Fue instituido en 1993 y en años previos lo recibieron Margo Glantz, Gioconda Belli y Ana García Bergua, entre otras.
• En el Salón de la Poesía oí a Elsa Cross y a Óscar Hahn. Lujo total.
• El año previo, la Feria hizo una selección de autores latinoamericanos jóvenes a los que hay que dar seguimiento. Los agrupó bajo el nombre pomposo Los 25 secretos mejor guardados de América Latina, entre los cuales estuvieron Daniela Tarazona, Emiliano Monge, Fernanda García Lao, Fabián Casas. Este año, la propuesta de plumas se llamó Latinoamérica Viva. Y no incluyó a ningún mexicano.
• La crisis económica española no afectó la venta, dijeron las autoridades de la FIL, aunque varias editoriales de la península sí que ajustaron sus precios. Así me quedé sin mi ejemplar de Cerca del corazón salvaje, de Clarice Lispector, en edición de Siruela.
2013 / Invitado: Israel
• Luego de una década al frente de la FIL, en abril de ese año Nubia Macías renunció a la dirección general de la misma por “motivos personales”, que los sospechosos vinculamos con el Echenicazo. Marisol Schulz se convirtió entonces en directora, hasta hoy.
• El presidente Peña Nieto no llegó al corte de listón del evento inaugural, aunque se dijo que iría. Parece que le quedó grabada con fuego su visita de 2011, como candidato, cuando un periodista le preguntó por los tres libros que habían marcado su vida y vino el empezóse del acabóse, diría Mafalda. Titubeó, se hizo bolas, mencionó La Biblia y luego La silla del águila, “creo que lo escribió Enrique Krauze” (es de Fuentes). ¿Y el tercero? Desde entonces no ha vuelto.
• “Nos jodieron la Feria”. Ese fue el lema de muchos asistentes, según uno de ellos (y yo coincidí). El asunto fue que Israel, país invitado, temía bombas y terrorismo, así que la Expo Guadalajara se convirtió en un búnker, en especial cuando estuvo de visita el presidente, Shimon Peres. Cada día, manojos de guardias rondaron los pasillos, los hoteles y las calles cercanas. Sólo pudieron entrar al evento de inauguración quienes tenían boleto. Lo que sí padecimos todos fue el bloqueo de señal de celular adentro del recinto. Pero qué necesidad.
• El israelí David Grossman dio dos notas: por un lado, señaló que Palestina tiene derecho a un hogar. Luego, su firma de ejemplares juntó gente de a de veras. Él fue todavía más aplaudido cuando desacató a los agentes de seguridad, quienes querían dar por terminado el evento luego de cincuenta minutos de estampamiento de autógrafos. Grossman firmó hasta el último libro.
• Alessandro Baricco fue uno de los más perseguidos. Nicolás Alvarado lo entrevistó ante más de mil jóvenes.
• La edición mexicana de la revista SoHo hizo acto de presencia en la Feria: en el stand de Almadía, fotografió a una modelo mostrando pezones y nalgas.
• Myriam Moscona, Jorge F. Hernández, Piedad Bonnet y Alberto Ruy Sánchez recordaron a Álvaro Mutis, muerto en septiembre, y quien vivió en México casi sesenta años.
• Una mujer del público se le puso al tiro a Josefina Vázquez Mota al final de la presentación de su volumen testimonial El sueño que unió la frontera: “¿Por qué los políticos son vendepatrias y traidores?”. La señora se quedó con la duda.
“2014: La desaparición de los normalistas de Ayotzinapa figuró en performances, consignas y el poema homónimo de David Huerta, colocado en el local de Editorial Era.”
2014 / Invitado: Argentina
• La desaparición de los normalistas de Ayotzinapa, un par de meses atrás, figuró en performances, consignas y el poema homónimo de David Huerta, colocado en el local de Editorial Era.
• El stand argentino fue todo lo deslucido que podía ser. Sólo tenían novedades y autores de catálogo, es decir, lo mismo que uno encuentra en Gandhi durante el año. Llegué a buscar joyas de Hebe Uhart y nada. Algo no recien-te de Fabián Casas, lo mismo.
• Bioy Casares y Cortázar, muertos hace años, no se enteraron de que les rindieron homenaje. Tampoco de que con la delegación de su país se presentaron Samantha Schweblin y Eduardo Sacheri, de que Eduardo Casar y Fernando Rivera Calderón llenaron de adolescentes un auditorio e hicieron hablar fluidamente a una marioneta del Cronopio, de que los conciertos incluyeron uno de Enanitos Verdes.
• A Martín Caparrós no lo invitaron por su postura crítica ante el kirchnerismo, pero lo trajeron entre Conaculta y Milenio. Él se paseó por la FIL con un pin que decía “43” y luego, tipazo, me lo regaló. Otro que llegó de visita fue Rodrigo Fresán, argentino catalanizado. Presentó La parte inventada, una novela nada modesta, alucinante, compleja, retorcida pero de un engranaje aceitado como pocas. La literatura en español debería hacerle un altar a ese libro.
• De lo más disfrutable fue escuchar a Gioconda Belli, Ernesto Cardenal y Carmen Villoro en el Salón de la Poesía.
• Vicente Leñero se murió días antes de arrancar la Feria. Ojalá que el bonche de aplausos le haya suavizado el viaje. También hubo homenajes a Gabo y José Emilio Pacheco, quienes se despidieron del mundo en meses previos.
• Mientras yo comía mariscos con Carlos Velázquez y aprendía un poco de lo que significa andar on the wild side, Jis, Trino, José Hernández, Alberto Montt, Power Paola, Bef, Liniers y REP se aventaron un poderoso Jam de moneros, que se volvió tradición sacrosanta.
• Esta vez, la revista SoHo no llevó a una modelo de pocos pudores, sino
a dos. Los elementos de seguridad de la FIL pidieron evitar los desnudos en los pasillos de la exposición, pero el stand de Sexto Piso fue el espacio donde Carlos Velázquez, Daniel Saldaña París, Leonardo Tarifeño, Francisco Hinojosa, Julio Trujillo, Alberto Montt y Rose Mary Espinosa posaron con una o ambas chicas totalmente desnudas. Cuando se publicaron las fotos en la revista alguno de los autores se sonrojó intenso.
• La bloguera Yuya atascó tanto el interior como el exterior de la Expo con la presentación de sus consejos de belleza. Firmó ejemplares durante nueve horas, dijeron.
“2015: El Premio en Lenguas Romances fue para Enrique Vila-Matas, a quien oí decir esta preciosura: ‘No me interesa tanto cómo escribo hoy, sino cómo me gustaría escribir’.”
2015 / Invitado: Reino Unido
• Los normalistas de Ayotzinapa fueron el eje de varios libros presentados, entre ellos, Los 43 de Iguala, de Sergio González Rodríguez y La travesía de las tortugas, en el que 43 autores recrearon la vida cotidiana de los desaparecidos. También se les mencionó en mesas y pláticas, espontáneamente.
• El Premio en Lenguas Romances fue para Enrique Vila-Matas, a quien oí decir esta preciosura: “No me interesa tanto cómo escribo hoy, sino cómo me gustaría escribir”.
• Octavio Paz, quien en vida no fue personaje favorito en la Feria, siguió sin serlo. Krauze lo hizo notar: nadie en Guadalajara celebró los veinticinco años del único Nobel de Literatura recibido por un mexicano.
• Luego de su visita a la FIL en 2005, Salman Rushdie regresó para encabezar la delegación británica, recibir la medalla Carlos Fuentes y presentar su novela Dos años, ocho meses y veintiocho noches. Sus adeptos y adictos lo vieron pasar como un suspiro, entre un espantable cuerpo de seguridad.
• Cerraron el mítico bar del Hilton. Queda en la memoria de quienes ahí nos encontramos con cuates, tomamos cocteles esperando que pasaran Quino o Almudena Grandes, nos colamos a una comida sin tener excusa. Aunque hoy el bar ya no sea abierto, todos gravitamos en torno al paso peatonal del Hilton.
• El impecable Fernando del Paso me alegró con su merecidísimo Premio Cervantes, con su ochenta cumpleaños y con sus sacos adolescentes.
• Darth Vader fatigó los corredores de la Feria. Así, tal cual. Por el inminente estreno de El despertar de la fuerza, de Star Wars, Editorial Planeta convocó a quienes quisieran disfrazarse de los personajes de la saga, a formarse en una de las entradas de la FIL. Participaron más de quinientas personas. Luego de la presentación de un libro mío, fui a tomarme una foto con Vader y Rogelio Guedea.
• Se realizó el Encuentro BookTube, Jordi Rosado presentó S.O.S. Adolescentes fuera de control y el youtuber WereverTuMorro presentó entre apretujaderos su Guía del ligue. Qué cosa.
• Acudieron a la cita anual algunos de los mejores ilustradores y moneros hispanoamericanos: Bef, Liniers, Rep, José Hernández, Alejandro Magallanes, Alberto Montt.
• “¡A inmaduros, nadie nos gana!”. Julián Herbert citó así a los editores de Malpaso y Debate y, con ellos, a una parte importante de los autores que asisten (asistimos) a la FIL.
2016 / invitado: América Latina
• “Mujer de Octavio Paz, amante de Bioy Casares, inspiradora de García Márquez y admirada por Borges”. Así tuvo a bien la editorial Drácena presentar a Elena Garro en la fajilla de su libro Reencuentro de personajes. Creo que buscaban hacerla interesante, pero ante el abalanzamiento de críticas tiraron el cintillo a la basura. Y Garro, que en 2016 hubiera cumplido cien años, vio todo en silencio desde Un hogar sólido.
• El Premio FIL fue para el rumano Norman Manea. Me parece que pasó sin pena ni gloria.
• Al frente del mariachi que cantaba “El son de la negra”, Marisol Schulz se paseó por los stands para reconocer los más vistosos. El de la UNAM ganó en la categoría Platino y ahí mismo vino el “¡Goya! ¡Goya!”.
[caption id="attachment_667544" align="aligncenter" width="1246"] Foto: www.flickr.com[/caption]
• Ignacio Padilla fue recordado entre pesadumbres sopeadas en whisky.
• Un chavo le puso un cuatro a Margarita Zavala, quien presentó su autobiografía Mi historia. Francisco Rubén Rodríguez se formó en la fila para que la (entonces todavía) panista le firmara el ejemplar y aprovechó para tomarse una foto con ella, mientras mostraba una cartulina: “Su esposo le arrebató la vida a mi padre. ¿Usted quiere arrebatármela a mí?”. Así quedó registrado en muchas cámaras. Quién sabe si él leyó o no a Zavala. Quién sabe si ella vuelva a la FIL, ese campo minado para políticos.
• Como de costumbre, fue lo más para mí estar en eternas sobremesas y en la fiesta de Almadía con gente de mis cariños.
• Benito Taibo y Javier Sicilia platicaron con mil jóvenes. Y sobrevivieron.
• Entre los conciertos más comentados estuvo el Bolero rock de José Manuel Aguilera, Saúl Hernández, Cecilia Toussaint y Jaime López, además del de Alonso y Chema Arreola con Mardonio Carballo.
2017 / Invitado: Madrid
• A la edición 31 de la Feria no asistirá ningún premio Nobel, pero sí autores que cada año imaginan qué se sentirá ganarlo, como Paul Auster y Emmanuel Carrère, quien recibirá los 150 mil dólares del Premio FIL.
• De la delegación madrileña se me antoja ver a Marta Sanz, Ray Loriga, Soledad Puértolas, Rosa Montero, Olvido García y Santiago Auserón, de Radio Futura. Ojalá también pueda ir a echarle ojo a la intervención urbana de Boa Mistura en muros de la colonia Infonavit.
• Otros taquilleros que se darán la vuelta son Sergio Ramírez (con su recién anunciado Premio Cervantes), Fernando del Paso, Claudia Piñei-
ro, Fernando Savater y Elena Poniatowska, además de Antonio Ortuño, con su bien ganado Premio Ribera del Duero.
• Paciencia. Seguro este año estarán también presentes muchos youtubers.
• Un tema de coyuntura que seguro va a aparecer son los recientes sismos (dijo Schulz, directora de la Feria, que habrá simulacros, pero ¿cómo le va a hacer con tantísima gente?). También sonarán por ahí el conflicto político en Cataluña y, claro, las elecciones presidenciales.
• Habrá homenaje para muertos recientes: Sergio González Rodríguez, Rius y Juan Goytisolo.
• Este año se inaugura un pabellón especial dedicado al cómic y la novela gráfica. Ya se habían tardado, con el arrastre que tienen. Habrá también que ver si las tendencias editoriales de los últimos años siguen vigentes, como la fuerza creciente de la literatura de terror y la novela policiaca, el buen negocio que son las novelas para adolescentes, la definitividad de la narrativa urbana.
• Alberto Ruy Sánchez recibirá el Homenaje al Bibliófilo por muchas razones, pero en especial por crear y creer en ese derroche editorial que es Artes de México. Más que merecido.
• Así, al hacer entrevistas para radio, abrazar a gente querida, comprar mundos, presentar un libro mío y alguno de otros, seré una más de los 800 mil asistentes que la FIL espera este año. Y sí, también me sentiré parte de un monumental concierto del rock más gestoso y delirante que hay.