La producción en las industrias culturales está cambiando. Para ser cineasta, por ejemplo, ya no se necesita contar con una gran inversión económica para “rodar una cinta” ni tener acceso a cámaras costosas; ahora, además de ingenio y creatividad, basta con un teléfono móvil para arrancar la filmación. Así lo demuestra Unsane (2018) de Steven Soderbergh, quien a falta de presupuesto decidió realizar su más reciente largometraje con un teléfono iPhone 5. En México, el director Marcelo Tobar lo exploró con Oso polar,
historia filmada con teléfonos y presentada en el Festival de Cine de Morelia en 2017.
Esta explosión (o necesidad) creativa ha llevado a la industria cinematográfica a replantearse los caminos de la producción, la difusión y la comercialización. Parte de ello es el lanzamiento en México de SmartFilm, festival de cine dedicado a exhibir y premiar cortometrajes grabados con teléfono celular. Comenzó en Colombia en 2015 y cuenta hoy con las clases magistrales de Oliver Stone, por mencionar alguno, y nos muestra
cómo está cambiando esta industria. De eso habla Fernando Sáenz de Miera (Puebla, 1968), dramaturgo, actor y productor de cine, egresado del Centro Mexicano de Escritores, quien ha formado parte de la mesa directiva de la Cámara Nacional de la Industria Cinematográfica, y a finales de la década de los ochenta creó Hora marcada, una serie de terror —transmitida por televisión— en la que inició la trayectoria de artistas como Guillermo del Toro y varios más, según lo ilustra esta conversación.
Con la apertura de este tipo de festivales, ¿cuál es la apuesta para el mercado del cine en México?
Hace treinta años hicimos el programa Hora marcada, que fue muy importante para un grupo de cineastas. Ahí empezaron Guillermo del Toro, que era el maquillista y hacía los monstruos, Alfonso Cuarón, Emmanuel Lubezki y Carlos Markovich, entre otros. Ellos forman parte de una generación que no podía producir cine. En México no se hacían películas, no había fondos, no existía el FIDECINE (Fondo de Inversión y Estímulos al Cine) o el FOPROCINE (Fondo para la Producción Cinematográfica de Calidad), no existía este tipo de programas. Sólo había un concurso de cine experimental del sindicato. En aquellos momentos, ser cineasta o haber estudiado cine era un asunto empírico porque no podías trabajar. En Hora marcada surgió un grupo de cineastas talentosos porque tuvo un escaparate. La posibilidad que hubo a finales de los años ochenta de poder tomar una cámara y tener un equipo de respaldo para contar una historia les dio una oportunidad a los genios del cine mexicano. Digamos que esta oportunidad se traduce ahora en este festival que sucede por primera vez en México: la posibilidad de que puedas contar una historia visual con algo tan accesible como un teléfono es un privilegio. La forma de hacer cine se democratizó.
¿Qué impacto tiene este tipo de producción en la calidad?
Por la calidad no hay que preocuparse. La tecnología te permite grabar con un celular al mismo nivel que con una cámara profesional. Los teléfonos ya tienen la opción de filmar en 2k o 4k, y las computadoras actuales te permiten editar como lo hacíamos nosotros, a mano, cortando con cúter el negativo. La calidad no está en riesgo. La calidad narrativa es lo que importa, porque cualquiera tiene un celular, pero no cualquiera puede contarte una historia y no cualquiera te va a atrapar con la forma en la que te cuenta una historia. Lo que ha cambiado con festivales como éste es que ya no necesitas tener muchísimo dinero para producir tu película. Todos lo pueden hacer. No tienes que contar con el respaldo de IMCINE.
¿Entonces cuál es el secreto o la técnica para hacer cine a través de un celular?
No hay secretos. Le quitamos, justamente, los secretos. Los celulares son fáciles de operar, la luminancia que necesitas para poder grabar con un celular es muy accesible. En Hora marcada, por ejemplo, usábamos unas cámaras que necesitaban una gran cantidad de iluminación, tanto que necesitábamos llevar una planta de mil doscientos amperes para iluminar un cuarto. Estamos hablando de la iluminación de casi una delegación para poder iluminar un cuarto y que se pudiera grabar. Ahora lo podemos hacer con un buen celular. Podemos eliminar la idea de que hacer cine es imposible o que se necesitan grandes inversiones. Sólo necesitas ser creativo.
"La posibilidad de que puedas contar una historia visual con algo tan accesible como un teléfono es un privilegio. La forma de hacer cine se democratizó.”
¿Cuál es la aportación de esta iniciativa al cine mexicano?
Se va a acabar el petróleo, no sé si esté enterada. ¿De qué va a vivir el país? Los suizos hacen relojes y chocolates como nadie. Una de las cosas en las que México destaca es en las industrias creativas, en las industrias del pensamiento. El cine se trata de compartir visiones y en esto nadie nos gana, eso es parte de lo que el festival aportará.
Muchas iniciativas de Colombia como SmartFilms están llegando a México. ¿Qué le está aportando Colombia a México en el arte y la cultura?
Colombia tiene un desarrollo de los medios muy particular. Va un paso adelante de nosotros. Los colombianos empezaron a producir y coproducir entre casas productoras y canales de televisión hace quince años. México empieza, por eso Colombia nos está heredando diversas cosas.
Se habla de “responsabilidad social” al usar los teléfonos y hacer cine. ¿Dónde van
a quedar las propuestas enfocadas a temas como la violencia? ¿Dónde se encuentra
el límite entre la creación, la libertad y la llamada “responsabilidad social”?
En el creador. Nadie tiene que venir a decirte qué es bueno o malo. En el festival no vamos a censurar nada. Si es excesivamente agresivo o si llega a ser desagradable, es muy difícil que pase a la siguiente etapa. Veremos las cintas sin prejuicios. Si tú me cuentas una historia impactante y fuerte, original, creativa, responsable y que respeta los derechos autorales, adelante. La diferencia es clara. Si tienes una postura, te aplaudiré.
Esto abre un asunto económico distinto para el cine y los creadores. ¿Cómo funciona?
Antes el productor o los realizadores iban con ciertas marcas para que les patrocinaran sus programas. Con los comerciales se pagaban los sueldos y las televisoras ganaban dinero. Pero ya no es así: eso ya no existe, se acabó. Ahora la comercialización está en las redes sociales, tiene que ver con influencers, con que un tema se discuta en redes. Este festival no es para hacernos ricos, hay muchas otras cosas que se pueden hacer para ganar dinero, pero eventualmente la difusión de los cortos puede generar estos polos de atracción y eso sí lo vamos a buscar. No tanto para ganar dinero sino para difundir el trabajo de los creadores mexicanos. C