Del éxtasis a la agonía oscila nuestro
historial. Podemos ser lo mejor, o también lo peor, con la misma facilidad.
BERSUIT VERGARABAT,
"La argentinidad al palo"
Quisiera ver al Diego para siempre, gambetando por toda la eternidad. Es verdad que el Diego es lo más grande que hay, es nuestra religión, nuestra identidad. Quiero que siga jugando para toda la gente. Esta declaración de principios de los Ratones Paranoicos, la suscribimos millones de hinchas del mejor futbolista de todos los tiempos. Fieles devotos de que la pelota no se mancha. En 1986, al frente de la Selección Argentina, fuimos testigos de la consolidación de un héroe que nos dio y nos sigue dando un montón de felicidad. Con Diego Armando Maradona invariablemente nos hemos sentido eternos y con su magia el futbol se abrió de piernas para siempre.
En septiembre, el medio futbolístico nacional se estremeció con la noticia de que Maradona vendría a hacerse cargo de la dirección técnica de los Dorados de Sinaloa, en la Liga de Ascenso, suceso que muchos periodistas y especialistas en la materia tomaron como una broma, después con un halo de incredulidad, y al final con repulsión. Al inicio de esta saga, la prensa deportiva mexicana se mostró lapidaria porque Maradona llegara a nuestro país a tomar las riendas de un equipo profesional. Marion Reimers de Fox Sports, Ciro Procuna, Roberto Gómez Junco y Paco Gabriel de Anda de ESPN, o Carlos Guerrero de TV Azteca, no pararon de espetar, primero, que el Diego no es entrenador, y segundo, que su comportamiento fuera de los terrenos de juego nunca es ejemplar, sobre todo durante el pasado Mundial de Rusia 2018.
Jorge Pietrasanta, otro analista de ESPN, exTelevisa Deportes, cuestionó a Jorgealberto Hank Inzunza, presidente de los Dorados, si la llegada de Maradona sería positiva para el cambio de imagen que quiere dar Sinaloa al exterior. ¿Qué clase de pregunta es esa? ¿Ese es el nivel de periodismo nacional que tenemos? Puritanismo con denominación de origen. Ni que Diego fuera político o funcionario público para responsabilizarlo de una determinada percepción ligada a la cultura del narcotráfico.
Algunos, aunque tal vez no lo acepten, seguramente han reculado pues los resultados no son los que esperaban a su arribo. Maradona debutó con un triunfo de 4-1 ante Cafetaleros de Tapachula, después perdió por la mínima diferencia ante Alebrijes de Oaxaca, luego fue eliminado de la Copa MX por los Gallos Blancos de Querétaro, pero se repuso con una importante victoria de 2-0 ante los históricos Leones Negros de la Universidad de Guadalajara, y en la última jornada también obtuvo los tres puntos frente a los Cañeros de Zacatepec. Este fin de semana tendrá una prueba de fuego ante los Mineros de Zacatecas para demostrar que el factor Maradona no es un mito más.
"Maradona no tuvo mayor empacho en decir que él es mejor que Lionel Messi y Pelé, que está preparado para dirigir a la Selección Mexicana... y que prefiere A Marco Antonio Solís por sobre Carlos Gardel".
HACE UNOS DÍAS, en un ejercicio periodístico de David Faitelson y Hugo Sánchez de ESPN, Maradona no tuvo mayor empacho en decir que él es mejor que Lionel Messi y Pelé, que está preparado para dirigir a la Selección Mexicana, que Gerardo el Tata Martino podría hacer un buen trabajo de posicionamiento con México porque la albiceleste no tiene
futuro, que en la actualidad la Liga MX es mejor que la Superliga Argentina, que prefiere a Marco Antonio Solís por sobre Carlos Gardel, que el Che Guevara fue mejor que José de San Martín —al afirmar que el Libertador no dejó nada sino todo lo contrario, en tanto que el revolucionario rosarino es lo más grande que hay—, y que Mauricio Macri es un ladrón.
Hugo y Diego recordaron el partido entre Real Madrid y Nápoles en la antigua Copa de Europa —ahora Champions League— en 1987, cuando el exgoleador mexicano le puso una pelota de lujo a Emilio el Buitre Butragueño, que terminó en gol. Maradona aseguró que:
A mí me han pegado de todos lados menos de la memoria. Es más fácil jugar que dirigir. Antes se jugaba al fútbol; hoy se juega a lo físico. En nuestra época, en un equipo encontrabas seis figuras y los otros cuatro corrían, y en frente tenías otra escuadra con características similares, lo que generaba un partido interesante y que te gustaba ver. En cualquier momento uno podía clavarla en un ángulo, otro tiraba un caño o una pared rápida. Hoy eso no se ve más. Nosotros divertíamos más a la gente. Ahora todo es tan táctico que le borran de la mente a los chicos la alegría de jugar al fútbol. El fútbol es engaño: es hacer como que vas para allá y te movés para acá. A Hugo Sánchez aprendí a respetarlo, es un tipo sencillo y sensacional que iba en contra de la física, porque una pelota que yo la bajaría con el pecho saltando, él le pegaba de bolea y la clavaba en un ángulo y yo decía: cómo puede ser.
Escuchando el discurso y los conceptos del Pelusa, si esto no es sabiduría pura de fóbal, ¿entonces qué es?
Al comienzo de su aventura en tierras aztecas, Maradona fue directo, sin miramientos ante el medio periodístico y sacando pecho en la rueda de prensa donde fue presentado oficialmente como timonel de El Gran Pez, afirmó:
Todos somos juzgados. Todos creemos tener la palabra de la verdad. Cuánta gente hay acá que hace peores cosas que nosotros y no salen en ningún diario. Yo vine a trabajar. A la gente de Culiacán le decimos que no venimos de paseo, no venimos de vacaciones. Donde me busquen me van a encontrar. Yo no me escondo, no mato ni miento.
Al parecer le está callando la boca a todos con trabajo y humildad.
En estas últimas semanas, también fuimos testigos del lado más solidario de Maradona ante las inundaciones que azotaron Sinaloa, contingencia en la que mostró su total disposición para apoyar a los damnificados por las fuertes lluvias, y se comprometió a firmar cien pelotas que se transformaron en comida o medicamento: “La verdad es que a la gente de Sinaloa hay que darle un premio porque todavía sigue luchando contra esto”. Incluso Cuauhtémoc Blanco, ahora flamante gobernador de Morelos, le ofreció una gran bienvenida al Diego al mencionar que es un honor recibir en su estado a uno de los mejores futbolistas de la historia. En las redes sociales del conjunto de Culiacán se podían ver imágenes de ambos acompañadas por la frase: “Cuánta historia Dorada en estas fotos”, en alusión al periplo que el exalcalde de Cuernavaca también desempeñó en el club sinaloense entre 2012 y 2013.
"Todos creemos tener la palabra de la verdad. Cuánta gente hay acá que hace peores cosas que nosotros y no salen en ningún diario. Yo vine a trabajar. A la gente de Culiacán le decimos que no venimos de paseo".
HORCA Y CUCHILLO
Hace unos meses, al debatir con un reconocido comentarista deportivo local acerca de las cuentas de Instagram de Maradona y Pelé —en donde aquél aparece fumando habanos, bebiendo o bancando a la izquierda latinoamericana, en tanto que éste se presenta como un hombre formal, con traje, como sponsor de firmas bancarias y totalmente alineado al poderoso sistema de la FIFA—, el comentarista me sermoneó. Lo hizo en primer lugar por su respetable admiración por O Rei, y en segundo, desde una clásica postura de superioridad moral de lagunero promedio de clase media-alta conservadora: dijo que La mano de Dios no es un modelo a seguir para la sociedad, para sus hijos, y que en el futbol no debería existir espacio para personajes de su bajeza. Yo, en medio de risas y con una alta dosis de orgullo por mi talante liberal, le respondí —al igual que Jorge Ramos a David Faitelson, luego de la mordida de Luis Suárez a Giorgio Chiellini durante el Mundial de Brasil 2014, episodio por el que el analista mexicano quería crucificar o encarcelar al uruguayo por no encarnar la mejor imagen para la niñez—: de la educación de tus hijos hacete cargo vos; no esperes que la televisión o el fútbol lo hagan.
Nos llevó siglos conquistar la libertad y estamos acabando con ella, dice Carlos Velázquez en su columna “Síndrome de abstinencia postmundialista”, publicada en este suplemento, a raíz de que las voces de las buenas costumbres pusieron el grito en el cielo por el ejemplo que Maradona ofrece a los niños: “Darse golpes de pecho porque Diego ensucia su leyenda es maniqueísta. Un hombre ya no tiene derecho a destruirse, carajo”. Tanto escándalo por compartir un perico de un palco a otro. Una lástima tan lamentable como la petición del brillante departamento de Diversidad de la FIFA —seguramente asesorado por feministas radicales—, de que las cámaras de televisión no enfoquen más a mujeres guapas o atractivas en los estadios porque es sexista y machista. ¡Ma-mi-ta! Están del orto. Por favor, en la primera oportunidad visiten el Cocodrilo, legendario cabaret enclavado donde Recoleta se funde con Palermo, en pleno Barrio Norte, en Buenos Aires —mi tierra querida, como diría El morocho del Abasto—, en el que conviven armónicamente las más lindas pasiones del ser humano: futbol, tango y la noche. Un boliche que debe su fama a que Maradona era un habitué allá por la década de los noventa y mientras las pantallas reproducían sus mejores goles, ocurrían los bailes más sensuales en la barra.
Al parecer México no tiene memoria. Que Maradona venga a trabajar de manera legal a territorio nacional no me parece para nada grave. Si es buen, regular, mal o pésimo entrenador, ese es otro tema que recala en lo meramente deportivo. Es más obsceno seguir votando y manteniendo a una clase política que tiene en la pobreza extrema a más de cuarenta millones de mexicanos. Es más deprimente que en esta nación no se juzgue a expresidentes y exgobernadores que fueron cómplices de la muerte y desaparición forzada de cientos de miles de vidas durante una guerra inventada por Felipe Calderón. Es más vergonzosa la Estafa Maestra, la Casa Blanca de Peña Nieto, los 43 de Ayotzinapa y un montón de capítulos oscuros en la historia reciente de este pueblo que se cae a pedazos todos los días.
EN EL PRÓLOGO de la autobiografía Martín Palermo. Titán del gol y de la vida, Maradona dice que en el futbol se sabe todo: quién se droga, quién es cagón, quién es mala leche, quién va al baño veinte veces antes de un partido. Es un ambiente con mucho individualismo y donde la mayoría vende humo. En esas líneas —y no de cocaína—, el exastro argentino nacido en Lanús, pero criado en Villa Fiorito, ambas localidades del conurbano bonaerense, recuerda que cuando fue técnico de la Selección Argentina creía que el premio más justo para el Loco Palermo sería terminar su carrera en Sudáfrica:
Y por eso lo llevé conmigo, pero ojo que no le regalé nada. Él se lo ganó porque reunía todos los requisitos, tanto dentro como fuera de la cancha, para que lo eligiese como uno de los veintitrés del plantel. Lo llevé convencido, lo hice entrar contra Grecia convencido y sigo convencido de que hice lo correcto: fue inmensa la alegría que le dio al pueblo argentino con el gol a Perú en las eliminatorias y con el gol a Grecia en el Mundial.
Precisamente, hablando de esa justa mundialista disputada por primera vez en África, el periodista y escritor Pablo Plotkin, en su “Réquiem para un Dios cansado” (que se publicó en una edición especial de la revista Brando), acierta al decir que 2010 pudo ser el torneo de Messi, con 23 años y en plenitud de facultades en su periodo con el Barcelona. Sin embargo, fue el Mundial de Maradona, que con su barba entrecana combinada con un set de trajes color plata oscuro nos regaló una estampa que hasta el narcotraficante latinoamericano más elegante envidiaría:
Maradona encarna algo que tiene que ver con la infancia, pero también con la emoción estética y el poder innegable del mito. No es casual que el gol argentino más gritado del Mundial de Sudáfrica haya sido el de Palermo contra Grecia, en un partido que no definía nada, porque era un gol hecho a medias con Maradona, que había decidido llevar a un tipo que apenas podía correr. Por esos días, Diego fue otra vez el genio del fútbol mundial. En el diario inglés The Guardian, el columnista Richard Williams hablaba del “manejo humano inteligente” que podía llevar a la Selección Argentina a ganar su tercera Copa FIFA.
[caption id="attachment_815192" align="alignnone" width="945"] Fuente: lacanciondelasirena.wordpress.com[/caption]
Estas muestras de devoción nos hablan de la influencia y el legado de una celebridad de su magnitud. Ariel Magnus teoriza, en el epílogo del libro Barrilete cósmico (El relato completo) —la transcripción íntegra de la narración de Víctor Hugo Morales del legendario partido entre Argentina e Inglaterra, en 1986— que al llamar literatura a un relato futbolístico corremos el mismo riesgo que al tratar como poema a una canción de rock, es decir: desvalorizar o ridiculizar al texto que en realidad se quería enaltecer. Sin embargo, sostiene que únicamente al analizarlo como un objeto literario podemos descubrir hasta qué grado echa mano de herramientas propias del género para construir una unidad narrativa, incluso cuando está concebida para un propósito nada literario y no pretenda, en teoría, perdurar. El futbol es un juego y en el fondo también la literatura lo es. Así de grande es Maradona, capaz de inspirar un escrito mitológico a partir de una hazaña épica, en una corrida memorable, en la jugada de todos los tiempos, y preguntarnos de qué planeta vino para dejar en el camino a tanto inglés y para que el país sea un puño apretado gritando por la Argentina.
LA PATRIA GRANDE
En distintos momentos, D10S fue objeto de críticas por estrechar amistad con mandatarios como Fidel Castro, Hugo Chávez, Evo Morales, Nicolás Maduro, Lula da Silva y, desde luego, por su filiación peronista a través de dos íconos como Cristina y Néstor Kirchner, en virtud de que, según la derecha neoliberal conservadora, legitima dictaduras y gobiernos que atentan contra los derechos humanos. Asimismo, para nadie es un secreto su admiración por Ernesto Che Guevara, ni su odio acérrimo al poderío económico y político de los yanquis. Es famosa su frase en el documental Maradona por Kusturica: “Si quieres podemos hablar de Bush. Porque le echan la culpa a los colombianos de la cocaína, pero resulta que la producen los colombianos y la consumen los americanos”. Y en el tema de los dirigentes de la FIFA, sostiene: “Yo digo que Havelange vende las armas, y Blatter, las balas”. Kusturica, director de cine y músico nacido bosnio y musulmán, aunque declarado serbio y ortodoxo, postula en su obra que si Diego no hubiera sido futbolista, se habría convertido en revolucionario: “Maradona es los Sex Pistols del futbol”.
"Maradona es capaz de inspirar un escrito mitológico a partir de una hazaña épica, en la jugada de todos los tiempos, y preguntarnos de qué planeta vino para que el país sea un puño apretado gritando por la Argentina".
En el programa De Zurda, conducido por Víctor Hugo Morales y Maradona durante el Mundial de Brasil 2014, transmitido por Telesur —canal de televisión multiestatal con sede en Venezuela—, el cantante Gustavo Pelado Cordera sentenció que el rechazo de cierta gente es un halago, en virtud a los malos tratos y la tensa relación entre Diego y la FIFA. Esa emisión también es recordada por la participación desde Los Ángeles del músico y productor Gustavo Santaolalla, autor del tema que daba nombre al programa y que evocó aquel recital en el Estadio Obras Sanitarias, donde Maradona se puso a cantar “El baile de la gambeta” junto a la Bersuit Vergarabat.
Para Rusia 2018, Telesur repitió la fórmula con el Pelusa y el relator uruguayo que acuñó el sobrenombre de Barrilete cósmico, y en esta ocasión lo nombró De la Mano del Diez, donde ambos no ocultaron su felicidad por la victoria de Andrés Manuel López Obrador en las elecciones federales en México:
Este triunfo es una señal para toda América Latina de que estamos vivos. Porque lo que le habrá costado ganar un voto a AMLO, no es lo mismo que para los de enfrente (PRI y PAN) que compran votos a mansalva y regalan dólares. López Obrador ahora tiene que arreglar todo lo que desarreglaron los gobiernos neoliberales. Será muy difícil pero estamos vivos. Los gobiernos progresistas están ganando terreno en toda Latinoamérica. También sigo esperando la explosión cuando regrese a la Argentina. No quiero crear violencia con esto, pero es inadmisible que al pueblo se le mienta como lo ha hecho Mauricio Macri. En todos los proyectos que prometió, no metió una. Al contrario, le perdonó 60 mil millones de dólares al padre.
Ese mismo primero de julio, Cristina Fernández de Kirchner, expresidenta de la República Argentina (2007-2011 y 2011-2015) y ahora senadora nacional por la Provincia de Buenos Aires, se sumaba a esta cruzada latinoamericana unida contra el imperialismo, al mostrar su apoyo abierto al candidato de Morena, a quien calificó como una esperanza no sólo para México, sino para toda la región.
"Caparrós coincide con Pablo Alabarces en que el futbol pone en escena el mito central que armó a la Argentina: el ascenso social, la idea de que cualquiera puede. Y Maradona lo representa como nadie".
EN EL CAPÍTULO “Teoría del Bostero 7. El Gran Diego y la Pantalla Chica”, de su libro Boquita (2005), Martín Caparrós afirma que el mundo está lleno de personas que nunca oyeron hablar de Argentina pero sí de Maradona, o que sólo oyeron hablar de Argentina porque oyeron hablar de Maradona. Argentina es un país que se rige por ídolos y, en este país idólico, no lo ha habido mayor que Maradona. El hombre con la mejor zurda del mundo fue lo que fue porque encarna simultáneamente varias cosas: la doble identidad del pobre frente al rico, sur frente a norte, Argentina frente a Europa y sur de Europa frente al resto de Europa.
Es un símbolo de continuidad en un momento en que todo se fractura, el peronismo se vuelve conservador, el radicalismo traiciona, y él sigue siendo el viejo símbolo nacional y popular. Pero además es un tipo que sintetiza todas las identidades del fútbol argentino: es el tipo con la mayor habilidad que nunca se ha visto y al mismo tiempo unos huevos así, que sigue jugando con el tobillo hecho una papa.
Caparrós coincide con Pablo Alabarces en que el futbol pone en escena el mito central que armó a la Argentina: el ascenso social, la idea de que cualquiera puede. Y Maradona lo representa como nadie. Su historia sigue diciendo que de Villa Fiorito al mundo hay un camino que se puede recorrer, aunque parezca que no: existe, porque él pudo recorrerlo. Maradona es increíble, no hay otro igual. Además, construyó un discurso y una narrativa únicos. En algún momento decidió que iba a convertirse en portavoz y empezó a reivindicar a los pobres de este mundo, relacionándose con presidentes antiimperialistas, dealers en ascenso y alguna otra personalidad polémica o controvertida. Rompió también con esa tradición del futbolista sometido, encajonado en declaraciones vacías y monótonas.
El Pepe Basualdo —que jugó con él en Boca y en la selección— recuerda una anécdota imperdible:
Cuando Juan Pablo II le dijo lo de la droga, que la deje, qué sé yo, y él saltó y le dijo vos, en vez de hablarme a mí de drogas por qué no vendés el techo que tenés acá, que con lo que sacás le das de comer a todos los pobres del mundo. Le dijo una verdad tremenda, y el pobre Papa no sabía dónde meterse.
En palabras del propio Maradona:
¿Porque salí de Villa Fiorito no puedo hablar? Yo soy la voz de los sin voz, la voz de mucha gente que se siente representada por mí, yo tengo un micrófono adelante y ellos en su puta vida podrán tenerlo.
Además de ser él, Diego fue Argentina y, además —o por eso—, bostero [seguidor de Boca Juniors]. Es el mejor jugador que pasó por Boca Juniors —y la albiceleste, y el mundo— y es, además, el superhincha. Se convirtió en el símbolo xeneize por excelencia: Boca es enorme y universal, pero él lo sintetiza. Jugó 69 partidos oficiales con la remera azul y oro y metió 35 goles —si bien casi la mitad fueron penales. Aunque poco, esos 69 partidos fueron suficientes y es bueno que sean 69. Boca es Diego como Diego es Boca. Infinito. Inmortal. Eterno. Indisoluble.
En el documental antes mencionado, Kusturica reconstruye la escena en la que Diego vuelve a La Bombonera veinticuatro años después, como exjugador, con una antorcha en la mano:
La débil llama iluminaba el camino de regreso del túnel de la droga, una vez más entre sus hinchas. Dios por una vez; Dios por siempre. Esa noche me vino a la cabeza el dios mesopotámico Gilgamesh. El modo en el que Diego fue acogido demuestra que a los dioses se les perdona todo.
Sin duda, uno de los statements más poéticos y mejor logrados en un filme que no tiene desperdicio. Más adelante, Maradona se desnuda por completo en la biopic y ofrece uno de sus testimonios más humanos:
Emir, ¿sabés qué jugador hubiese sido yo si no hubiera tomado cocaína? ¡Qué jugador nos perdimos! Me queda el mal sabor de boca de que hubiese sido mucho más de lo que soy. Te puedo asegurar que sí.
La grandeza del Pibe de Oro tiene resonancia hasta en el ámbito musical, un espacio donde se genera todo un sistema de creencias y las más distintas apologías. Tal es el caso del cantante, compositor y poeta Joaquín Sabina, quien hace memoria en el capítulo “Argentina: ‘El culo más hermoso del mundo’ (Historia de la más feroz sabinamanía)”, de su biografía En carne viva (Yo también sé jugarme la boca), escrita por Javier Menéndez Flores. Relata que empezó a amar a Maradona cuando ya no era Maradona, pues su etapa de futbolista genial le pasó completamente desapercibida, pero que se impresionó cuando le montaron aquella escena por todos conocida en Caballito:
Maradona no tenía por qué ir a comprar cocaína a un barrio. Desde luego, no con cámaras de televisión y con toda la policía porteña alrededor. Le hicieron una putada tremenda, y ahí me empezó a interesar. Luego lo conocí y estuvimos juntos un par de noches locas, y me pareció que tenía y tiene una cosa que sólo poseen algunos argentinos —la tuvo Gardel y la tuvo Evita Perón—, que es un gran instinto para lo popular. Un saber de dónde viene uno y a qué lugar pertenece, es decir, Diego es el único tipo del mundo que puede hablar bien de Menem y de Fidel Castro el mismo día.
De haber vivido a principios del siglo XX, seguramente habría inspirado los
mejores tangos, tal vez un “Bandoneón arrabalero”.
[caption id="attachment_815190" align="alignright" width="233"] Fuente: radatillynoticias.com[/caption]
AL FINAL, la única certeza es que con Diego Armando Maradona no existen medias tintas: se le ama o se le odia. No hay cabida para pechos fríos. No existe algo más apocalíptico que él. Se está o no se está. Anda o no anda. Y para todos aquellos detractores de la deidad pagana más grande que jamás podrá ser igualada en los anales del balompié, que se la chupen, que la sigan chupando. Así que, como le dijo al Bocha —Ricardo Enrique Bochini, máxima gloria del Independiente de Avellaneda— cuando entró de cambio por Jorge Burruchaga en el partido contra Bélgica, en las semifinales de México 86 en el Estadio Azteca: “Dibuje, maestro”.
P. D. Genio, genio, genio... Gracias por venir.