Películas sobre pandillas urbanas abundan. Inolvidables son Rumble Fish, Boyz n the Hood, American History X, Ciudad de Dios y la grandiosa Gangs of New York (Pandillas de Nueva York). Entre ésas hay dos que marcaron sus épocas e influyeron en las juventudes de su tiempo: The Wild One (El salvaje) de László Benedek, basada en un cuento de Frank Rooney, “The Cyclist´s Raid”, sobre los disturbios de Hollister en 1947, que incitó a la rebelión juvenil de los años cincuenta y sesenta. Y The Warriors (Los guerreros) de Walter Hill, basada en la novela del escritor Sol Yurick, quien trabajó en la Asistencia Social de Nueva York, donde trató con pandillas. El libro apareció en 1965 y la película en 1979, causando desorden y estragos en las salas de cine. Es la única de las cintas que tiene un desarrollo musical amarrado a la trama sin ser un musical.
Hay un hilo de canciones que conduce la película desde el arranque, el viaje nocturno en el metro de Coney Island hasta El Bronx y la peregrinación de las pandillas llevadas por el tema de Barry De Vorzon. Tras el asesinato de un líder pandilleril y la cacería que desencadena por Los guerreros aparecen los misteriosos labios de una voz radiofónica, una díyei vocera de las pandillas o boppers. La cachonda boca pasa los avisos en slang neoyorquino, informa sobre la persecución como si fuera un juego de béisbol y dedica canciones con mensajes que suelta al aire para animar la historia. La voz es de Pat Floyd que de entrada les deja ir un hit with them on mind: “Nowhere to Run”, interpretada por Arnold McCuller. Canción tras canción y pelea tras pelea tratan de regresar a Coney Island y su rueda de la fortuna, donde la boca los despide con the only thing we can do is play you a song: “In The City”, que el Eagle Joe Walsh escribió para darle fin.
"Un hilo de canciones conduce la película desde el arranque y el viaje nocturno en el metro de Coney Island hasta El Bronx".
Se trata de uno de los mejores soundtracks en la historia del cine, que trascendió la pantalla para convertirse en un codiciado ente discográfico. Escrito, tocado y producido por el músico, compositor y productor De Vorzon, quien compuso además “The Fight” y “Baseball Furies Chase”, cuya escena de la persecución es de antología. Colaboraron con él un grupo de compositores, intérpretes y más de setenta músicos en acción que incluyeron al salsero Ismael Miranda, el grupo Mandrill, la cantante Genia Ravan, los hermanos Holland-Dozier y el compositor e intérprete Desmond Child, entre muchos otros.
El ritmo y la emoción de la película están dados por el rock, la música disco, el funk, la salsa, el soul y el rhythm and blues, géneros ya tradicionales en aquella ciudad, que representan la diversidad cultural de las pandillas defensoras de su identidad y su territorio. Una ciudad donde la geografía musical de los barrios es esencial. Faltó el hip hop del Bronx, pero como dice la sensual voz radiofónica: There’s still time for a big hit.