La tierra, el amanecer:
curvo, limpio, majestuoso.
Los colores rasgan el horizonte:
el rojo mana porque es sangre
de comienzo / de convulsión
y el amatista hiende el arco divino
con murmullos de gaviota.
Se estrenan vibrantes
el naranja de céfiro tempestuoso
y el ansia de furia creativa
de los fucsias y dorados.
El aire se despereza sonrojado y leggero.
La bóveda celeste es cúpula de sal,
entintada con brochazos al azar.
Amanezco, amanecemos.
Somos cuerpos recién amasados
en el horno / útero de Shekiná.
Quiénes son las manos que pintan.
Quiénes las manos que abren los ojos
al asombro de estar vivos /
al fervor de la piel
antes de la palabra: inicio.
Al filo del alba sobre la roca
los bisontes imitan la contundencia
[del cenit.
Los ocres y terracotas
sugieren elefantes, gacelas, cazadores
[intrépidos
que con cinco dedos cuentan historias,
imprimen huellas / firmas biológicas
vuelos de magia.
Como insectos depredadores que son
se congregan alrededor del fuego
recién domeñado:
acunan el hogar / con canciones de ámbar
la piedra se vuelve lienzo
para plasmar imágenes, siluetas,
[estilizaciones.
Animales apenas dibujando animales
en el abanico de la necesidad.
Asesinos que sustituyen garras
con ingenio
diletantes del arte rupestre.
¿Palabras? No, aún no.
Flotan en el líquido amniótico
de una memoria por venir.
Un follaje de pájaros vuela
rozando las venas ardientes
de los jaguares.
La narración, el ritual
brota de la entraña
con ritmo de palmas, de tambores
[incipientes.
La palabra no es todavía lo que será.
No es aún existencia, idea ni materia.
Preparada con minerales y aceites
retendrá el secreto /
—latiendo informe—
—larva de luz—
a innumerables generaciones
suspendidas en bostezo.
Mientras, tibia, materna,
en el regazo del barro
hundida en lo recóndito
la semilla del signo
madura rabiosa
bajo la arcilla memoriosa.
Sobre la tierra otra historia:
el asesinato, los partos sangrientos,
[el hurto.
Los lazos familiares dando traspiés
entre el instinto y el impulso.
El tabú es apenas vaticinio
del túnel clandestino a lo prohibido.
Y en los altares, las ofrendas a los reyes,
a los númenes,
desangran al viento.
Dádivas de vida fluyen en formidables
masas acuáticas
que se extienden pródigas en ictio morfos.
Las aves: faraonas de los cielos
coronan la inmensidad en traslación.
Los búfalos contundentes se aferran
como raíces en el barro
sobre las planicies áridas del invierno.
Y a la melodía apabullante de la libertad
de un planeta que aún no ha dado a luz
ni a filósofos, ni a teólogos
o a apestosos fanáticos
se une la de un mundo sin signos,
[sin letras,
sin símbolos.
Devoto de la pureza mineral.
De la transparencia acuática.
De lo que nace de las hojas del rocío /
[de lo radial
y de la proporción áurea.
Un mundo peciolado donde
aún nadie intuye
la constante: 1.618.
La grandiosa phi .
Libre aún de ideas y conflictos derivados
[de la letra
y su interpretación.
Amaneceres y noches inmersas en la luz
de lo que existe y de lo que no
arrullando en brazos de primate
a sus criaturas indefensas.