El comienzo

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Foto: larazondemexico

La tierra, el amanecer:

curvo, limpio, majestuoso.

Los colores rasgan el horizonte:

el rojo mana porque es sangre

de comienzo / de convulsión

y el amatista hiende el arco divino

con murmullos de gaviota.

Se estrenan vibrantes

el naranja de céfiro tempestuoso

y el ansia de furia creativa

de los fucsias y dorados.

El aire se despereza sonrojado y leggero.

La bóveda celeste es cúpula de sal,

entintada con brochazos al azar.

Amanezco, amanecemos.

Somos cuerpos recién amasados

en el horno / útero de Shekiná.

Quiénes son las manos que pintan.

Quiénes las manos que abren los ojos

al asombro de estar vivos /

al fervor de la piel

antes de la palabra: inicio.

Al filo del alba sobre la roca

los bisontes imitan la contundencia

[del cenit.

Los ocres y terracotas

sugieren elefantes, gacelas, cazadores

[intrépidos

que con cinco dedos cuentan historias,

imprimen huellas / firmas biológicas

vuelos de magia.

Como insectos depredadores que son

se congregan alrededor del fuego

recién domeñado:

acunan el hogar / con canciones de ámbar

la piedra se vuelve lienzo

para plasmar imágenes, siluetas,

[estilizaciones.

Animales apenas dibujando animales

en el abanico de la necesidad.

Asesinos que sustituyen garras

con ingenio

diletantes del arte rupestre.

¿Palabras? No, aún no.

Flotan en el líquido amniótico

de una memoria por venir.

Un follaje de pájaros vuela

rozando las venas ardientes

de los jaguares.

La narración, el ritual

brota de la entraña

con ritmo de palmas, de tambores

[incipientes.

La palabra no es todavía lo que será.

No es aún existencia, idea ni materia.

Preparada con minerales y aceites

retendrá el secreto /

—latiendo informe—

—larva de luz—

a innumerables generaciones

suspendidas en bostezo.

Mientras, tibia, materna,

en el regazo del barro

hundida en lo recóndito

la semilla del signo

madura rabiosa

bajo la arcilla memoriosa.

Sobre la tierra otra historia:

el asesinato, los partos sangrientos,

[el hurto.

Los lazos familiares dando traspiés

entre el instinto y el impulso.

El tabú es apenas vaticinio

del túnel clandestino a lo prohibido.

Y en los altares, las ofrendas a los reyes,

a los númenes,

desangran al viento.

Dádivas de vida fluyen en formidables

masas acuáticas

que se extienden pródigas en ictio morfos.

Las aves: faraonas de los cielos

coronan la inmensidad en traslación.

Los búfalos contundentes se aferran

como raíces en el barro

sobre las planicies áridas del invierno.

Y a la melodía apabullante de la libertad

de un planeta que aún no ha dado a luz

ni a filósofos, ni a teólogos

o a apestosos fanáticos

se une la de un mundo sin signos,

[sin letras,

sin símbolos.

Devoto de la pureza mineral.

De la transparencia acuática.

De lo que nace de las hojas del rocío /

[de lo radial

y de la proporción áurea.

Un mundo peciolado donde

aún nadie intuye

la constante: 1.618.

La grandiosa phi      .

Libre aún de ideas y conflictos derivados

[de la letra

y su interpretación.

Amaneceres y noches inmersas en la luz

de lo que existe y de lo que no

arrullando en brazos de primate

a sus criaturas indefensas.

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Portada del libro "Overol, apuntes sobre narrativa mexicana reciente".