50 años del Mago del Pinball

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Tommy Walker, el niño sordo, ciego y mudo en la ópera rock de 1969, cumplió medio siglo de convertir adeptos a su culto místico-ácido-musical. Una obra concebida por Pete Townshend, el productor Kit Lambert y los Who, quienes lograron conectar dos mundos, el del rock y el de la alta cultura, y crearon la fuente de la que siguen brotando óperas rockeras. Cincuenta años después, Roger Daltrey, el vocalista que le dio voz y lo personificó en los escenarios y en la película, lanzó el catorce de junio pasado The Who’s Tommy Orchestral y la gira Moving On!

LA RELIGIÓN POP Y LA ÓPERA ROCK

Tommy es una obra autobiográfica de Pete Townshend. Fue inspirada por las enseñanzas de Meher Baba y escrita en el lenguaje musical de la contracultura sesentera. El rock se expandió hacia otros confines por el factor narrativo y la necesidad de encontrar un formato que diera la talla para contar una historia de semejantes dimensiones. Las ideas que rondaban a Townshend no cabían en sencillos ni en un disco de larga duración. Pero también lo rondaban los demonios de su infancia. Como lo ha contado en su autobiografía Who I Am, padeció torturas a manos de su abuela paterna Emma Dennis y el abuso de un par de scouts durante una excursión en barco. A los 22 años, su amigo Mike McInnerney le regaló el libro sobre Meher Baba The God Man, de Charles Purdom. El hombre santo de la India, “El Avatar, Dios hecho humano”, era un gurú que guardó silencio 44 años, escribía y usaba el lenguaje de los signos, y se oponía al uso recreacional de las drogas. Son los temas que aborda Tommy. Ese libro le cambió la vida a Townshend y lo llevó a crear su obra más trascendente.

La idea de escribir una ópera rock fue inseminada en Townshend por su productor Kit Lambert en 1966, cuando grababan A Quick One. El músico omite este pasaje en su autobiografía, pero necesitaban canciones para terminarlo y Lambert —hijo del compositor Constant Lambert y la actriz Florence Kaye— sugirió escribir una ópera rock para llenar el espacio. Era la idea que unía dos mundos. Así surgió “A Quick One, While He’s Away”. También en la programación de The Who Sell Out incluyeron otro miniensayo, “Rael”. En 1967 ya existían discos conceptuales con ideas narrativas: Excerpt from a Teenage Opera, de Keith West; S. F. Sorrow, de los Pretty Things; Ogden’s Nut Gone Flake, de los Small Faces; Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band, de los Beatles; y Pet Sounds, de los Beach Boys. Hair, de Galt MacDermot, era un musical norteamericano. Pero ningún rockero había emprendido un drama operístico.

Townshend quería lograr una carambola de tres bandas: crear una historia sobre abuso y liberación, difundir las enseñanzas de Baba y reflejar el poder musical de los Who en el escenario. Ésta era la gran diferencia de Tommy frente a sus contemporáneos, el Sgt. Pepper y el Pet Sounds solamente eran posibles en el estudio, imposibles de interpretarse en vivo. Además de un gran disco, tenía que ser una obra para ejecutarse en concierto. La idea era crear una serie de canciones que contaran la historia y que funcionaran como sencillos por separado. Para eso necesitaban formatos musicales y técnicos más grandes. El primer álbum doble del rock fue el Blonde on Blonde de Bob Dylan en 1966, seguido por Freak Out! de Frank Zappa; sin embargo, ninguno de los dos contaba una historia. En esa carambola de fantasía musical, Townshend iba a golpear a todos: al público, a la prensa, a la industria pop, a la contracultura y a la sociedad. Deseaba que todos sanaran con el mensaje de Baba.

En el estudiantil mayo del 68, el espigado guitarrista tenía el discurso de la ópera rock, el tema del niño y los abusos, y el título que oscilaba entre The Amazing Journey, Journey into Space, The Brain Opera, Omnibus y Deaf, Dumb and Blind Boy. Se llamó Tommy porque así llamaban a los ingleses en la guerra; además, Tom era un nombre muy británico que tenía la sílaba sagrada OM. Con eso empezó a dar adelantos a la prensa y la entrevista más importante fue la que Jann Wenner le hizo para Rolling Stone. Ahí Townshend se dio cuenta de que no tenía la historia, ni un guión para contar la trama a Wenner y a los lectores. Necesitó once páginas del tabloide para tratar de explicarla. Aseguraba que la música iba a contar lo que sucedía, “las letras van a estar bien, pero toda la historia recae en la música, en la forma que tocamos e interpretamos al niño, una criatura generada por la música”. La cosa era interpretar a un niño en un mundo de vibraciones. Y éste fue el eterno problema de Tommy, tenía que ser explicada y contada antes de tocarse y cantarse. Por esa razón incluyeron las letras en el álbum a manera de diálogos.

"Todo cobró sentido cuando ensayaron Tommy antes de presentarla en vivo. Finalmente descifraron la historia, se dieron cuenta de que tenían una obra fantástica".

SORDO, CIEGO Y MUDO

Cuando Tommy nace, se cree que es huérfano pero en realidad no es así. El Capitán Walker regresa de la guerra y asesina al amante de su mamá. Ambos lo trauman. No vio, no oyó y no dirá nada. Crece con el tacto y la imaginación. Sus progenitores desesperan. Su primo Kevin lo tortura. Su tío Ernie abusa de él. Una gitana lo pone en ácido. Pero él es un magazo del Pinball que juega por pura intuición. El psiquiatra lo diagnostica psicosomático y le receta mirarse en el espejo. Tommy se encuentra en su reflejo. Pero su mamá rompe el espejo. Entonces Tommy se libera. Se cura. Se convierte en un mesías. Abre un retiro para su culto. Todos deben jugar Pinball. Prohíbe tomar y fumar yerba. Sus seguidores lo abandonan. Tommy recae.

¿Cómo se escribió la obra? Las canciones se escribieron en desorden, en el piano en el que Townshend aprendía a tocar. Las primeras fueron “Welcome”, “We’re Not Gonna Take It”, “Sensation” y la pieza clave del disco, “Amazing Journey”, el verdadero inicio de la obra. Empezaron a grabar en los estudios IBC con el ingeniero de sonido Damon Lyon-Shaw, el tiempo y la disquera encima. Pero seguían sin saber a dónde iban. Sólo sabían que se trataba del niño que padecía experiencias traumáticas. En palabras del bajista John Entwistle, “nadie entendía de qué se trataba ni cómo iba a terminar”. En este punto hay dos versiones. La del periodista David Marsh, autor del libro Before I Get Old, The Story of The Who: acelerado porque Townshend tenía la idea en la cabeza y no la bajaba, Lambert escribió el guión de Tommy, 1914-1984 y lo encuadernó para leerlo en grupo. Y la versión de Townshend: Lambert sólo transcribió a máquina lo que habían acordado. Se usaría para la película, pero al final Townshend y el director Ken Rusell escribieron otro guión, lo que causó una grieta entre el productor y el rockero.

Grabaron todo cuando tuvieron las canciones terminadas y ordenadas. A veces la música fallaba o las letras se malinterpretaban. Tommy tenía varios niveles: musical, narrativo, letrístico, social, espiritual, técnico y visual. Cada canción se reescribió más de tres veces. Y lo grabaron otra vez. El lanzamiento se retrasó y encareció tanto que Decca sacó el Magic Bus: The Who on Tour, sin una sola canción en vivo. En la grabación de Tommy no participó ninguna orquesta sinfónica, Townshend quería un disco de rock, no de música orquestal; sólo utilizaron sus dos guitarras Gibson, su piano y el órgano, la voz de Daltrey, la batería de Moon, las armonías vocales, el bajo de Entwistle y su corno francés. Para la época, escribió Marsh, “fue un triunfo y una obra maestra en todos los aspectos”. Un disco de rock con una historia entre las cuatro caras del álbum que se construye con las notas de la “Obertura”. Cada canción contenía un suceso en la vida de Tommy, o los ligaba. Hay otras esenciales, como “I’m Free”, su encuentro con Dios. Y la enorme “Pinball Wizard”, un tiro acústico-eléctrico que sintetiza las aspiraciones de Townshend, un fanático del pinball. “Dios juega a las canicas con el Universo”, dijo Baba, tal y como lo cantaba Donovan en “Cosmic Wheels”. Cuando los agentes de Decca llegaron a supervisar el álbum, Townshend y Lambert sólo pusieron esta canción, una colisión acústica y eléctrica que sacaba chispas. El disco se aprobó ahí mismo y “Pinball Wizard” se lanzó como el sencillo antes del disco y la gira. En febrero de 69, cuando Townshend le daba los toques finales, recibió una llamada de la actriz Delia de Leon para informarle que Shri Meher Baba “abandonó su cuerpo”. El Avatar apareció en los créditos de Tommy, y en Who’s Next Townshend le dedicó “Baba O’Riley”.

Para los Who todo cobró sentido cuando ensayaron Tommy antes de presentarla en vivo. Finalmente descifraron la historia, se dieron cuenta de que tenían una obra fantástica. La presentaron a la prensa el 22 de abril de 1969 en el Club de Jazz Ronnie Scott y los periodistas salieron más sordos que Tommy por el volumen devastador. En estricto sentido, no era una ópera de teatro musical tradicional, sino “una parodia rock de la ópera”. Se apropiaron del concepto y la tradición para rockear. Tommy se lanzó en mayo en Estados Unidos y en el Reino Unido. “Una obra maestra”. “El pop como un medio dramático”. “El mejor disco de 1969”. “El primer disco extendido que resulta”. “La primera obra maestra del rock”. “Una interpretación poderosa que supera todo lo grabado en un estudio”, dijo el director Leonard Bernstein, quien asistió a un concierto del Fillmore East y al terminar tomó a Townshend por los hombros: “¿Eres consciente de la importancia de lo que lograron?”.

[caption id="attachment_950517" align="alignnone" width="860"] Fuente: caixaforum.es[/caption]

McInnerney, el diseñador amigo de Townshend que le había regalado el libro sobre Baba, recibió el encargo de hacer la portada y las ilustraciones. Tuvo el guión y unos casetes, e ilustró la imaginería de Tommy a partir del vacío negro que habitaba el personaje, los rostros de los Who y una red esférica de nubes después de la cual estaba la libertad. Con todo puesto, se lanzaron a una gira que partió en mayo en Detroit, la ciudad del rock, donde se les consideraba la evolución de Elvis y los Beatles. Los Who evitaban los festivales por la experiencia del Monterey Pop Fest en 67, cuando los organizadores desaparecieron con el dinero de la taquilla. Pero no lograron esquivar Woodstock, donde les ofrecieron doce mil quinientos verdes. A los organizadores les costó una noche y un cheque por adelantado convencer a Townshend. Woodstock fue un desastre logístico que se agravó por la interminable lluvia, pero los Who se cubrieron de gloria. Salieron a tocar doce horas tarde, a las cuatro de la mañana del último día, hasta la madre de lodo y ácido, y sin dormir por el jet lag. Ahí ocurrió el incidente con el yippie Abbie Hoffman, quien se trepó al escenario a la mitad de “Pinball Wizard” y apañó un micrófono para protestar por el encarcelamiento de John Sinclair. Townshend lo pateó y lo bateó con la guitarra. Además sucedió el mítico amanecer woodstockiano, luego de tres días de lluvia, el sol salió cuando entonaban “See Me, Feel Me”. Quisieron conservar esa imagen para la película, cuando Tommy escala la montaña. En seguida hicieron otra gira, ideada por Lambert, en salas de ópera.

Todo salió sensacional, pero los Who y Lambert se enfrascaron en una crisis por el dilema del siguiente disco. Tanto éxito y reconocimiento representaban un peligro, Tommy amenazaba con esclavizarlos y condenarlos a ser sus eternos intérpretes. En diciembre de 1970 tocaron “el último Tommy” en el Metropolitan Opera House de Nueva York, antes de que Townshend quemara 38 grabaciones de la gira porque no le gustaba el sonido de los conciertos. Por eso, el siguiente disco fue una explosión sónica, Live at Leeds; “la revolución del heavy metal”, lo definió él mismo. Buscaban capturar su poder en el escenario, sin tocar canciones de Tommy, salvo un fragmento de “See Me, Feel Me” y el final de “Sparks”. Desde entonces incluyen un número de canciones en sus conciertos y se han hecho reediciones en todos los formatos, así como un par de grabaciones en vivo. Después del álbum doble, Tommy se editó en casete, compacto doble y sencillo, en super audio CD y en Blu-ray, además de un box set. En 2002, el álbum original había vendido veinte millones de copias.

Los Who cambiaron el panorama del rock y, recíprocamente, Tommy los cambió a ellos. Fue una transformación mutua: el sonido, las letras, los conciertos, el estatus, la imagen y el dinero, mucho dinero. Daltrey era la nueva estrella sexual del rock, todo en él evolucionó: la voz, el aspecto y la presencia escénica. Dejaron de preocuparse por las frustraciones adolescentes y empezaron a ser un grupo respetado en términos musicales, temáticos y hasta espirituales. Se convirtieron en el espectáculo en vivo más inspirado y potente del planeta. Uno de los faros contraculturales más visibles del rock.

"A Tommy se le considera el inicio de un género híbrido. Los Who volvieron a repetir la hazaña le considera el inicio de un género híbrido. Los Who volvieron a repetir la hazaña con la estupenda Quadrophenia en 1973. Para entonces aparecían óperas rock o discos afines sin cesar".

LA ESTELA MUSICAL DE TOMMY

Tras el éxito del álbum y las giras, Tommy empezó a ser adaptada desde 1970. El primero fue el bailarín y coreógrafo canadiense Fernand Nault con su versión de rock ballet. Un año después, el director de teatro Richard Pearlman hizo una adaptación operística en la Ópera de Seattle. En 1972, David Measham dirigió a la Orquesta Sinfónica de Londres en el Teatro Rainbow para interpretar, al fin, la primera versión orquestal. La película se realizó en 1975 y ha sido la más famosa de las adaptaciones porque se proyectó en salas de cine, ganó premios y nominaciones, y se popularizó en video. La rodaron el productor Robert Stigwood, el director Ken Russell y los Who con un elenco integrado por Elton John, Tina Turner, Eric Clapton, Jack Nicholson, Ann-Margret y Arthur Brown.  Al soundtrack le agregaron “Prologue 1945”, “Champagne”, “Mother and Son” y “T.V. Studio”. La última adaptación se realizó en 1991, el director Des McAnuff presentó el espectáculo musical en Broadway con un tema adicional, “I Believe In My Eyes”.

A Tommy se le considera el inicio de un género híbrido. Los Who volvieron a repetir la hazaña con la estupenda Quadrophenia en 1973. Para entonces aparecían óperas rock o discos afines sin cesar: Jesus Christ Superstar, de Andrew Lloyd Webber y Tim Rice; Arthur (Or the Decline and Fall of the British Empire), de los Kinks; The Lamb Lies Down On Broadway, de Genesis; The Rise and Fall of Ziggy Stardust and the Spiders from Mars, de David Bowie; Berlin, de Lou Reed; Bat Out of Hell, de Jim Steinman y Meat Loaf; The Wall, de Pink Floyd; Joe’s Garage Acts 1-3, de Frank Zappa, entre muchas otras.

TOMMY EN MÉXICO

En octubre de 2016, luego de una década de espera tras la cancelación del concierto que iban a dar en la Ciudad de México, los Who tocaron en el Palacio de los Deportes. A Townshend y Daltrey los acompañaba un grupazo, pero nadie podría reemplazar a los dos que movían montañas con sus ritmos, Keith Moon y John Entwistle. El baterista murió el 7 de septiembre de 1978 en su departamento, luego de comerse un bistec con huevos, una botella de champán y 32 pastillas del sedante Heminevrin. El bajista —The Ox, Thunderfingers— falleció por un pasón de cocaína el 27 de junio de 2002 en su cuarto de hotel en Las Vegas, la noche previa a la gira de los Who.

[caption id="attachment_950518" align="alignnone" width="681"] Tommy, en vivo, en el Fillmore East. 24 de octubre, 1969. Foto: Amalie R. Rothschild / morrisonhotelgallery.com[/caption]

Desde el centro de la pista el rumor flotaba en el aire, whowhowhowho... Y de pronto, esa espera de nueve largos años llegó a su fin con “I Can’t Explain”. Casi una década esperando este momento en el que toda esa tensión acumulada explotó en mil decibeles. Para los que estábamos ahí, las cuerdas vibrantes de esa Gibson SG nos redimieron. Nada más teníamos enfrente a un pionero de la distorsión, el volumen y el feedback; el papá de los punkitos, pero también de la ópera rock. Ese patrono de la corriente rockera más rabiosa hacía el ventilador con el brazo y atizaba su guitarra con total maestría en “The Seeker” y “Who Are You”. 52 años de cantar en Los Quién dejaron estragos en la bocina de Daltrey y, sin embargo, mantuvo el tono mientras lanzaba el micrófono como rehilete al aire en “The Kids Are Alright”, “I Can See For Miles” y en la canción con la que iniciaron su desmadre, “My Generation”. Una paradoja del iconoclasta que deseaba morir antes de ser viejo. Pero la sacudida que nos propinaron con todo su kilometraje nadie nos la va a quitar. Las mismas notas de poder, ejecutadas con más sabiduría que fuerza, y un equipo técnico a prueba del Palacio de los Deportes. Se sucedieron las clásicas una tras otra, “Behind Blue Eyes”, “Bargain” y una de las canciones más poderosas de su repertorio, “Join Together”.

En la hora estelar del drama mod nos arrojaron cuatro canciones abismales de Quadrophenia: “5:15”, “I’m One”, “The Rock” y “Love Reign O’er Me”. Me dejaron al borde del precipicio, sostenido por los brazos lisérgicos de Cosmic Shiva. Sin duda era el concierto más cabrón de mi vida, más que Ramones, porque en la conexión musical que mantengo con el autor de mis días —que en paz descansa—, Los Quién eran el único grupo de rock que lograba traspasar sus tímpanos. Tommy se convirtió en la isla eléctrica donde pudimos conectarnos una tarde que, al salir de la secundaria, llevé el disco a casa y lo puse. Ante mi asombro, con toda su exigencia jazzera y clásica, mi jefe se acercó y me tiró cátedra de rock sinfónico. A partir de entonces compartimos la música hasta hoy. Y justo en ese momento del concierto, los Who ejecutaron una quinteta de canciones salidas de Tommy que me despaché zumbando de ácido y hash: “Amazing Journey”, “Sparks”, “The Acid Queen”, “Pinball Wizard” y “See Me, Feel Me”. Creyente de que mi jefe estaba vibrando en el más allá con esos fragmentos a través de mí, Los Quién abrieron una puerta en el tiempo para conectarme y reencontrarme con él en medio del concierto. Cerraron el portón del tiempo con “You Better You Bet”, “Baba O’Riley”, la enorme “Won’t Get Fooled Again”, “Substitute” y “Eminence Front”.

TOMMY ORCHESTRAL 2019

La ópera rock se ganó el Grammy Hall of Fame cuando cumplió veinte años en 1989 y los Who se reunieron para salir de gira con una banda de antología. Ahora, para celebrar al cincuentón que nació el mismo año que yo, el 14 de junio se lanzó el disco The Who’s Tommy Orchestral, encabezado y producido por Roger Daltrey, el compositor David Campbell, el director Keith Levenson con la Orquesta de Budapest y el grupo que acompaña a los Who. También partió la gira Moving On! en el Reino Unido, Canadá y Estados Unidos. Pero en esta ocasión nos quedaremos con las ganas porque Tommy no pasará por México. Ni hablar, ni ver, ni oír.