Juan Carlos Saavedra, teatro de sombras

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Juan Carlos Saavedra es, quizá, el único director teatral en México que forma y dirige actores con debilidad visual. Su proyecto empezó hace doce años, cuando fundó la Compañía Teatro Ciego con la idea de profesionalizar el quehacer escénico desde la invidencia y la diversidad. Sin embargo, sus montajes no sólo presentan un espectáculo desde la sombra o para las minorías, sino que son valorados por todo tipo de público.

Saavedra es también director general del Encuentro de Teatro de Discapacidad, Teatro para Todos y Todas, Otros Territorios. Estudió actuación en la Academia M&M Studio y en el CIT (Centre for Indigenous Theatre), en Toronto, Canadá. Ha sido beneficiado en tres ocasiones por el Programa Fomento a Proyectos y Coinversiones Culturales del FONCA. Como actor, director y productor ejecutivo ha realizado más de una docena de montajes, con los cuales ha participado en distintos festivales nacionales e internacionales.

Actualmente la compañía presenta Comedia Diversa, ciclo de stand up comedy en el Centro Cultural El Hormiguero; además montará en el Centro Cultural Helénico la pieza Avísame si te vas. Por otro lado, la compañía se prepara para participar en el séptimo encuentro de teatro de discapacidad, que se llevará a cabo en San Luis Potosí, Xalapa y la Ciudad de México.

¿Cuál es la complejidad de realizar proyectos que incluyen públicos con discapacidad?

El teatro inclusivo, incluyente o que involucre a personas con discapacidad es todavía más complicado que el teatro tradicional, porque la pregunta de fondo es si las personas con discapacidad tienen oportunidad de formarse como actores profesionales o como profesionales de cualquier disciplina artística. Ya existen espacios, por ejemplo, para el área musical, porque se cree que un ciego puede tener oído absoluto. Además de la falta de profesionalización, es aún más difícil ofrecer al público un espectáculo hecho por personas con discapacidad porque si un proyecto de teatro regular lucha por tener público, esto ocurre más aún con este tipo de proyectos. Al saber que no hay escuelas para profesionalizar actores ciegos, en la compañía hemos decidido crear nuestras propias estrategias de formación actoral con profesionales de las artes escénicas. Hoy tenemos a cuatro actores formados con nosotros y que están trabajando en puestas en escena.

¿Cuántos planos trabajas en un montaje?

Al principio creábamos espectáculos en la oscuridad, pero decidimos salirnos de ese confort porque hay una creencia de que las personas ciegas sólo pueden hacer montajes sensoriales y no es así. El stand up comedy nos llevó a darnos cuenta de que hay público que nos está siguiendo. Decidimos trabajar en montajes para todo tipo de audiencias y específicamente sobre la ceguera o los cieguismos, que son aquellos gestos involuntarios que caracterizan los cuerpos con discapacidad visual. Hemos trabajado esa discapacidad para hacerla una herramienta escénica. Hablamos, somos irónicos e intentamos desmitificar la ceguera, con la idea de iniciar un proceso creativo y de compartir experiencias con el espectador. Le dejamos claro que, aunque somos ciegos, pueden vernos y hasta burlarse de eso.

"Al saber que no hay escuelas para profesionalizar actores ciegos, en la compañía hemos decidido crear nuestras estrategias de formación actoral”.

¿Por qué te interesó este tipo de teatro?

Inicié hace doce años. Básicamente junté dos ideas: crear teatro en la oscuridad con actores ciegos. Alguna vez presencié un montaje en la oscuridad, pero lo realizaban personas sin problemas visuales; entonces pensé que sería muy bueno que los actores fueran ciegos, porque trabajar en esas condiciones debería implicar cierto lenguaje. Después convoqué a un grupo de ciegos y como no había actores profesionales, decidí enseñarles. No sabía cómo, pero empezamos el camino de la enseñanza de ida y vuelta. Poco a poco se sumaron profesionales del arte escénico y ya tenemos una escuela con cuatro actores en funciones. Somos una compañía profesional como cualquier otra.

¿Cuál es la herramienta más importante que has aprendido para el oficio del teatro?

La máxima en esta compañía es conocer y respetar nuestras diferencias. No necesariamente nos referimos a una discapacidad, sino a cualquier situación.

¿Qué implica, en términos de producción, este tipo de puestas en escena que llegan a públicos diversos?

Hacemos lo mismo que cualquier otra compañía: aplicamos en convocatorias para obtener fondos, becas, apoyos privados. Luchamos por los mismos espacios, pero no nos escudamos en la incapacidad. Al momento de producir, todo el equipo se involucra desde cero al trabajar con las personas ciegas. Nosotros debemos construir cada pieza a partir de la ceguera y sin ella: la escenografía, la iluminación, la utilería. Hacer teatro con personas que tienen discapacidad requiere ser puntuales en las propuestas, eso lo hemos aprendido con el tiempo. También somos una compañía que se arriesga, que prueba cosas nuevas. El próximo noviembre vamos a estrenar un espectáculo que se llama Odio que los abrazos no duren más de cuatro horas. Habla sobre el amor, es un espectáculo entre músicos y actores ciegos. Recordemos que, como son espectáculos para todo tipo de audiencia, trabajamos en la audiodescripción y también hay alguien en vivo que narra lo que sucede en el escenario. Somos una compañía tradicional, en el sentido de que en cada montaje trabajan doce o quince personas. Proponemos un teatro de calidad, el hecho de que haya alguna discapacidad implícita no significa que no hacemos bien las cosas. No queremos que aplaudan un montaje porque los actores son ciegos, sino por el trabajo profesional, estético y poético que se realiza en cada función.

¿Cómo es el proceso que has diseñado para profesionalizar a estos actores?

Durante los primeros años yo era el encargado de darles herramientas, acondicionamiento físico, actuación. Después llamamos a otros profesionales de la voz y de la actuación, de la investigación escénica, escenógrafos, iluminadores, dramaturgos, especialistas en comedia, stand up, cabaret, bailarines. Hemos creado una metodología de enseñanza para profesionalizar a los actores. Nuestro primer piloto concluye en noviembre y en ese momento haremos un diagnóstico de nuestro método, para que durante el siguiente año podamos aún mejorarlo. Yo creo que cualquiera puede ser actor, sólo hay que profesionalizarse. No sólo los ciegos: también los chavos con espectro autista pueden ser actores. La cuestión es explorar ese territorio.

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