Jaime Lobato arte + técnica

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Lo artístico y lo técnico han quedado casi siempre desvinculados en nuestro imaginario. Solemos pensar en los artistas como seres sensibles y creemos que, por el contrario, quienes habitan el mundo de lo técnico son gente racional y metódica. Así, arte y técnica han sido comúnmente encasillados como ámbitos inconexos, incluso opuestos, cuando en realidad han estado siempre enlazados. Ya Martín Heidegger ahondó en el problema de la tekné y la doble vocación de esa palabra griega: la del hacer y saber hacer manualmente, pero también la de arte. Lo que ahora entendemos como artes plásticas era antes visto como un trabajo técnico, de ahí tekné; ese concepto derivaría en ars, origen de la palabra arte.

El Seminario de Investigación en Música y Matemáticas (semimuticas) es un espacio que busca reconectar el arte y la técnica. Va incluso un paso más allá: quiere vincular el arte y la ciencia. Uno de sus principales impulsores ha sido Jaime Lobato, quien se inserta en ambos lados de la definición heideggeriana, pues su trabajo oscila entre el coding, el bio-arte y la música. Siendo pragmáticos, Jaime es un creador cuyo quehacer es definido como arte multimedia o arte con nuevas tecnologías, categorías que no le resultan del todo cómodas. Comenzar como estudiante de Composición en la Facultad Nacional de Música y terminar como bio-artista parece una increíble vuelta del destino, pero en realidad no lo es tanto: ha recorrido caminos paralelos. Jaime y yo nos sentamos en un café de Coyoacán a hablar sobre su visión en torno al arte, la música y la tecnología, a propósito del décimo aniversario de semimuticas, a celebrarse en 2020. Para festejar ya lanzaron una convocatoria pública a través de sus redes sociales y página web, invitando a la comunidad artística y científica a sumarse a su investigación y creación. En esta plática abordamos esos temas.

Pensamos que las artes son irracionales y que la ciencia, en el polo opuesto, se basa siempre en la razón, pero en SEMIMUTICAS esos dos mundos se conectan. ¿Cómo empezó ese primer encuentro entre matemáticas y música? Primero trabajé en un laboratorio de visualización científica, porque desde los años ochenta empezaron a hacerse lenguajes de programación para hacer música. Los músicos de academia tenían más acceso a estos lenguajes y entonces comencé a aprender; como no tenía mucho éxito con los intérpretes de carne y hueso, entonces me puse a componer mi música con bocinas. Luego hice el servicio social y asistí a un diplomado de investigación interdisciplinaria y programación. Y fue así como nació este amor a primer código con el doctor Pablo Padilla, del Instituto de Investigaciones en  Matemáticas Aplicadas y Sistemas. Él tenía el proyecto de hacer un software que te escucha improvisar y se pone a improvisar contigo. Empezamos a juntar los códigos y así comenzó esta relación con el Instituto.

Me parece muy chistoso que algunas personas digan: “A mí me gustaría ser tan libre como ustedes, los artistas”, cuando la verdad es que en el arte, los métodos de producción pueden ser igual de formales que en la ciencia. Yo creo que un punto de encuentro muy interesante entre ambas disciplinas, una suerte de puente conceptual, es la abstracción. Los artistas, los arquitectos, los pintores, poetas y músicos trabajan en niveles de abstracción muy cercanos a los de la ciencia. En este afán por crear nuevos mundos llegan a puntos en los que la realidad ya no les sirve o no se quieren basar en ella; se acercan entonces a mundos imaginarios. Los matemáticos hacen lo mismo, hay muchas matemáticas que no se pueden aplicar a esta realidad.

"En el arte, los métodos de producción pueden ser igual de formales que en la ciencia.

Un punto de encuentro interesante entre ambas es la abstracción”.

¿Piensas que son dos formas de narrar el mundo real? ¡Claro! De narrar una historia fantástica, digamos. Por ejemplo, para los matemáticos eso no es un problema, a veces empiezan a hacer planos para explicar algo y resulta que el modelo no funcionó, pero es tan elegante, como dicen ellos, que lo siguen estudiando. En la música pasa mucho y ahí hay contactos muy importantes con las matemáticas.

En general, ahora está muy de moda este tema de arte y ciencia, pero en México tiene una tradición larga. Sor Juana hizo un texto sobre geometría, armonía musical y poesía. Julián Carrillo creó música microtonal y su oído era tan fino que aportó una corrección a la ley física para la construcción de instrumentos de aliento. Los científicos piensan que el arte sólo puede servir para ilustrar ciertos conceptos, pero también los artistas se le han adelantado a la ciencia. Otro ejemplo es la perspectiva: cuando las matemáticas intentan formalizar la geometría proyectiva, el arte ya le llevaba a la ciencia años de ventaja en sus tratados.

Tú vas de la composición a las matemáticas y llegas después a otras ciencias, como la física y, recientemente, la genética. ¿Cómo das esos brincos? Gracias a la computadora, sobre todo. Mucho de lo que hacemos en semimuticas tiene que ver con inteligencia artificial, algorítmica y análisis de señales. Yo me preguntaba cuál es la diferencia entre hacer arte con computadoras y hacer arte con otros métodos; si existe una diferencia estética. Entre un pincel y una fórmula matemática sí puedes llegar a caminos muy diferentes, pero si el artista está utilizando una computadora y el científico también, entonces se logran puntos de encuentro interesantes.

Bueno, la computadora es en realidad una calculadora. Ahora pensamos computadora y nos imaginamos una laptop, pero realmente el ser humano ha tenido computadoras desde siempre. Hay un hueso de mamut del Paleolítico que está marcado y muestra que el hombre siempre ha necesitado herramientas para guardar información y hacer cálculos. Y también está el ábaco. El arte multimedia se problematiza mucho en torno a la desmaterialización del mundo a partir de lo digital y la idea de la nube, pero no hay tal nube: son discos duros, así que, como hacían con el hueso del mamut, seguimos marcando la materia para guardar nuestra información.

Hablabas de arte multimedia. No te gusta eso de nuevos medios pero tu caso es el de un compositor que migra del estudio al laboratorio. ¿Cómo te definirías de manera puntual? Yo tengo un asunto con la definición de arte y nuevos medios, porque no son tan nuevos, hay cosas que se usan desde hace sesenta o setenta años y otras, como el mapping, que en realidad ya se hacía con las cámaras oscuras. No me gusta la fetichización de la tecnología, que sí cambia paradigmas, pero se trata más bien de la imaginación del ser humano que en estos tiempos toma una nueva herramienta.