Xavi Sala, la dictadura del cine

5ed0b940a9685.jpeg
larazondemexico

La primera película de ficción realizada en lengua zapoteca es El ombligo de Guie’dani. Narra la historia de una niña indígena que, a diferencia del estereotipo, se rebela contra la sumisión que en general implica ser pobre en México y pertenecer a una etnia. Guie’dani es la niña que, junto a su madre, entra a trabajar como empleada doméstica para una familia de clase media. “La película trata el tema de la identidad, en este caso la zapoteca, pero extensible a las del resto del mundo. Además plantea una reflexión sobre el clasismo, el racismo y la discriminación de los pueblos originarios en la sociedad mexicana actual, que esconde una gran hipocresía”, señala Xavi Sala, director y productor de la cinta.

Mexicano aunque de origen catalán, es guionista, director y productor de cine. Sus nueve cortometrajes han participado en más de trescientos festivales de todo el mundo y obtenido más de ochenta premios. Su cortometraje Hiyab fue nominado a los Premios Goya. Xquipi’ Guie’dani (El ombligo de Guie’dani) es su primer largometraje como director. Ya ha sido seleccionado en más de veinte festivales y ha ganado hasta la fecha nueve premios, como Mención Especial a la Mejor Actriz en el Festival Internacional de Cine de Morelia y el Premio Radio Exterior de España, en el Festival de Cine Iberoamericano de Huelva.

¿Por qué llevar a la pantalla esta historia?

Conocí a la comunidad zapoteca del Istmo de Tehuantepec hace más de diez años, cuando trabajé como editor de un documental. Me conmovió el tema de la identidad, la lucha que ahí se vive al respecto, idéntica a la de mi pueblo original —aunque me nacionalicé mexicano, soy de origen catalán—. En ambos casos existe pena por la lengua, discriminación, complejo de inferioridad, falta de apoyo. Después, mi vida diaria en la Ciudad de México también estuvo marcada por el racismo y el clasismo, soy muy sensible a eso. Los tres temas, la identidad, el clasismo y el racismo, tan arraigados en la sociedad nacional, me motivaron a escribir el guión. Es mi primer largometraje, pero no mi primera película. He realizado nueve cortometrajes que viajaron por todo el mundo; en ellos también abordo el tema de la identidad.

¿Qué propone esta historia de dos mujeres que quieren sobrevivir?

Para mí hay un punto de vista completamente nuevo. Cuando hago una película, lo que me interesa es que me confronte, me toque, me mueva, pero también tenga una novedad. En este caso la cinematografía es mexicana. Creo que no hay otra película contada desde este punto de vista: de una mujer indígena nada sumisa, nada aspiracional y fuera de los estereotipos. Los puntos de vista tradicionales se cuentan desde las clases medias acomodadas o altas. Además, otra novedad es que ésta es la primera película en el cine mexicano de ficción que está hablada en zapoteco.

"Creo que no hay otra película como El ombligo de Guie’dani, contada desde este punto de vista: de una mujer indígena nada sumisa, nada aspiracional y fuera de los estereotipos".

La imagen de las mujeres indígenas está relacionada con la sumisión. Sin embargo, la rebeldía siempre ha existido, aunque la pobreza y la educación se afanen por suprimirlas.

Sí, yo creo que los temas que plantea la película, empezando por el de la identidad, tal como está retratado, son —políticamente— muy incorrectos en México. A los pueblos originarios se les niegan condiciones de igualdad y la mujer es la primera que sufre esta situación. Creo que aunque esta realidad viene desde la Conquista, ha sido perpetuada por los herederos de los conquistadores, que son quienes en gran medida han gobernado el país hasta hoy. Encuentro algo muy importante: mirar cómo a través de la educación se les ha hecho creer que son inferiores. A otros, en contraste, se les hizo creer que son superiores.

¿Qué ha implicado que esta cinta sea la primera hablada en zapoteco?

Para la comunidad zapoteca del Istmo de Tehuantepec es un orgullo, les honra ser representados por una película en la que el protagonista habla su lengua. Aunque en términos de apoyo no ha representado nada. No ha generado ningún respaldo. En cuanto a problemas, nos metió en varios, por ejemplo, la película está subtitulada y en términos de producción me generó más dificultades que soluciones. Sin embargo, la satisfacción es grande. La película tiene un gran recibimiento entre las comunidades originarias, no sólo la zapoteca, porque se identifican con situaciones que muchas de ellas comparten.

¿Y a nivel comercial?

La película se estrenó el 4 de octubre en treinta y cinco salas comerciales y treinta culturales; todavía seguimos en cartelera. Es cierto que para la distribución comercial regular, el hecho de que sea una cinta en zapoteco representa un problema, porque México es un país completamente desvertebrado. No hay una defensa de la identidad ni de la idiosincrasia de cada pueblo, pero he luchado porque la cinta llegue a todos los espacios posibles y así ha sido. Sigue su circuito de distribución comercial, después se presentará en Estados Unidos, Colombia y España.

Es casi imposible evitar una referencia a Roma, donde se aborda una historia semejante a la que tú desarrollas.

Roma y esta película se presentaron en el mismo momento, es decir, hace prácticamente un año. Mientras el trabajo de Alfonso Cuarón se exhibió en Venecia, nosotros nos presentamos en el Festival Internacional de Cine en Chicago; aunque hemos llegado a salas un año después, esto no quiere decir que una película reaccione ante la otra. Parte de lo que las conecta, y eso lo han dicho los críticos, es que son extremos opuestos. Yo coincido, porque hay más diferencias que coincidencias entre Roma y El ombligo de Guie’dani. Mientras Roma plantea el punto de vista de la clase acomodada, ésta tiene una perspectiva contraria.

El acierto de Cuarón es habar de una indígena, un mujer trabajadora del hogar, pero en realidad es una película nostálgica, de recuerdos, y tiene muchos valores pero no es una película social. En cambio, El ombligo de Guie’dani ofrece una mirada nueva y no sumisa —como es el caso de Roma— ante este tema.

¿Cuál es tu visión sobre el cine mexicano actual?

Vive un momento brillante en cuanto a que tiene directores muy laureados: Del Toro, Cuarón, Iñárritu. Eso es muy bueno. Por otro lado está el cine independiente que se hace en el país, que tal vez es menos conocido pero llega a todos los niveles sociales y consigue galardones. México ocupa un lugar privilegiado en los festivales. El problema tiene que ver más con el monopolio y la dictadura que ejerce  la distribución comercial en el país, que con las películas en sí mismas. Este monopolio silencia gran parte del cine mexicano que en realidad sí interesa a los espectadores. Creo que al público le llaman la atención las cintas nacionales, pero los pactos comerciales entre grupos nos llenan las carteleras de cine gringo.