El alacrán pendía entre los estantes de la entrañable librería Jorge Cuesta cuando se enteró, en conversación con Mario Raúl Guzmán, de la pervivencia del poeta perdido, Darío Galicia (Ciudad de México, 1953), a quien leyó con azoro admirativo en los años setenta-ochenta y ahora es rescatado por la publicación en Barcelona de su libro La ciencia de la tristeza (Ediciones Sin Fin, 2019).
El volumen reúne los dos libros publicados por Galicia: Historias cinematográficas (BUAP, 1987) y La ciencia de la tristeza y otros poemas (UNAM, 1994), más tres poemas de finales de los setenta rescatados de Sábado de unomásuno, la revista barcelonesa Rimbaud vuelve a casa y aún otro inédito. La reunión del material y la edición corrieron a cargo de Ana María Chagra y Bruno Montané.
El escorpión supo de poemas de Galicia en dos selecciones de poetas infrarrealistas, la de Mario Santiago en Plural (1976) y la de Roberto Bolaño en Hoja de poesía (Barcelona, 1980), y además lo vio encarnar a Ernesto San Epifanio en Los detectives salvajes (Bolaño, 1998) y de refilón a otro personaje de la novela Amuleto (1999), del mismo Bolaño, quien le dedica también unos versos en su libro Los perros románticos (1994).
Galicia fraternizó con el infrarrealismo pero no afilió su lírica a ese impulso poético, tan irritante aún para la policía poética y sus comisarios del buen gusto. Del célebre taller de Juan Bañuelos en la UNAM, donde participaba junto a Julián Gómez, Orlando Guillén y Juan José Oliver (quien prologa esta edición española), Galicia brincó a la beca Salvador Novo y se declaró con precoz orgullo gay “Darío Galicia, viuda de Novo”.
"El alacrán se enteró de la pervivencia del poeta perdido, Darío Galicia (Ciudad de México, 1953)".
Fue a principios de los setenta cuando sufrió dos graves aneurismas, de los cuales precarias intervenciones quirúrgicas lograron ponerlo a flote, aunque físicamente mermado. A ello se atribuye su desaparición del medio literario y su permanencia en ese limbo hasta hace poco, cuando una pesquisa de sus amigos lo halló en el pueblo de San Andrés Tetepilco, en Iztapalapa, con la salud deteriorada y urgido de tratamiento.
Ahora se busca el apoyo de las autoridades culturales para ingresarlo al Hospital de Nutrición, mientras Mario Raúl Guzmán (autor del epílogo de la edición española) y el incansable Raúl Silva, escritor y editor de la Ratonera Cartonera de Cuernavaca, trabajan en el proceso de editar aquí su recuperado libro.
El arácnido mira la foto de Darío Galicia en la solapa del libro. Su vigoroso gesto, tan parecido en esa imagen a Siqueiros, le recuerda sus versos: “En un psiquiátrico / Donde ronda mi cadáver / No espero mi Hiroshima / Soy un ciudadano desconocido / Soy un expediente psiquiátrico / Donde no tengo nombre / Ni historia”.