1.¿Cuántos libros puedes contar en tu biblioteca?
Son como cincuenta por estante, pero como varían las dimensiones diría que son alrededor de seiscientos. Tengo apilados varios libros en la escalera, que son con los que estoy tra-
bajando para entrevistas o presentaciones y como sesenta en mi coche. Es asqueroso. Lo bueno es que nunca nadie me roba en el valet parking.
2. ¿Cuál es el título del último libro que compraste?
Gato encerrado, de Pepe Gordon. Es un libro hermosísimo que aborda los temas que maneja Pepe en torno a la divulgación de la ciencia y está diseñado de una manera muy impresionante que redefine el concepto del pop up, con pequeñas piezas tridimensionales de arte en cartón. Trae hasta unos lentes de tercera dimensión para poder ver una de las figuras.
3. ¿Cuál es el último libro que leíste?
Como acabamos de estar en la FIL, leí varios de los que tuve el honor de presentar al mismo tiempo y de manera muy desorganizada. Uno de ellos es Cured, de Lol Tolhurst, quien fue el fundador de The Cure junto con Robert Smith. Cuenta cómo crearon una banda, hoy en día legendaria, desde cero y sin las herramientas y licencias que te dan las grandes ciudades como Londres, París o Berlín. Él mismo dice: “Nacimos en el pueblo más aburrido del mundo: Crawley”. Relata también, desde la literatura y no desde el anecdotario o el melodrama, su infierno por las adicciones, mismas que le costaron su salida de The Cure, justo antes de que apareciera el disco Disintegration.
También leí Olinka, de Antonio Ortuño, un relato acerca de un hombre que cae en el chantaje de su suegro y para evitar el escándalo de un fraude con alcances desproporcionados, voluntariamente va a prisión con la idea de que será sólo por un año. Quince años después obtiene su libertad para encontrarse con una ciudad que no existía, tecnología que no maneja y con el proyecto arquitectónico que lo llevó a prisión, en absoluto abandono. Es un hombre libre, desencajado y solo.
Profesores, tiranos y otros pinches chamacos, de Francisco Hinojosa, es una afortunada y necesaria compilación de cuentos de uno de nuestros grandes escritores y humoristas. Hinojosa siempre tendrá un vínculo estrecho con los niños por obras como La peor señora del mundo, Buscalacranes y Léperos contra mocosos —entre otras—, pero este libro vuelve el reflector a sus descabellados, violentos y divertidísimos (de una Hinojosa manera) cuentos para adultos.
4. Menciona cinco libros que significan mucho para ti.
Henny-Penny, de James Ponter. Es el cuento de una gallina a la que le cae una bellota en la cabeza y ella cree que se está cayendo el cielo y entra en pánico. Me encantaba. Mi abuela y mi mamá me leían ese cuento. Recuerdo también Madeline y Peter Pan. Por eso no me extraña que ahora yo sea una señora paranoica que siempre termina en hospitales y que no quiere crecer. No es broma.
Franny y Zooey, de J. D. Salinger. En realidad, toda la obra de ese autor me fascina, no le tengo miedo al lugar común de El guardián entre el centeno, cuyo personaje principal, Holden Caulfield, sigue teniendo ecos en mí desde la primera vez que lo leí (y no era adolescente) y con cada relectura. Cuando escucho a una mierda de persona decir “yo soy muy sensible”, siempre me acuerdo de Holden diciendo “Sensitive. That killed me. That guy Morrow was about as sensitive as a goddam toilet seat” (“Sensible. Eso me mató. Ese tipo Morrow era tan sensible como un maldito asiento de excusado”). Pero escojo Franny y Zooey por el desamparo de Franny en un momento de crisis que su familia no entiende y que su mamá trata de solucionar regalándole una mandarina. La dinámica de la familia Glass y la forma de darle voz y jerarquía a cada miembro de la familia me parece perfecta.
Rayuela, de Julio Cortázar. Otro lugar común que no me da vergüenza. No me enamoré de Oliveira ni de La Maga, ni de París ni de Buenos Aires, pero sí del humor. Me hicieron reír escenas como la de Traveler y Talita pelando y resbalándose con un pato (¿o pollo?) que iban a cocinar, que Oliveira se sorprenda por lo fuerte que silba o que “ocho por ocho es la locura o un perro”.
La voz a ti debida, de Pedro Salinas. Recuerdo una noche en que escuchaba a Jordi Soler en Rock 101, leyendo poesía. Y hubo un poema que me dejó helada. Me quedé escuchando a Jordi con su voz nasal hasta el final del texto. Hizo una breve pausa y dijo: Pedro Salinas. Al día siguiente fui a buscar ese poema o a Pedro Salinas en las librerías de Coyoacán. Todavía existía El Parnaso (y no existía internet). Encontré varios libros de él, pero no ese poema. Cuando estudié con el poeta Eduardo Casar, él nos enseñó a Lizalde, Francisco Hernández, Tomás Segovia, y en una clase nos leyó ese mismo poema que había oído en radio. Poco después encontré el libro La voz a ti debida.
Chronicles, de Bob Dylan. Porque para mí, Dylan es el más grande de todos. Cuando salió Chronicles demostró su capacidad narrativa, su inteligencia para contar historias desde los detalles que hacen de cada momento algo trascendente. El lenguaje de la canción es distinto al de la crónica o novela. Él conoce bien la naturaleza de cada uno y quedó demostrado en este libro. Es la historia de un tipo flaco y desgarbado que mandó a la mierda Minnesota y sus implicaciones para convertirse en un referente de la historia universal. Con poco dinero y muchos huevos.
5. Nomina a cinco personas para responder este cuestionario.
Ricardo Liniers, mi sobrino Emiliano de tres años, Fernanda Melchor, Gabriela Warkentin... y Mauricio Clark.