Neil Peart: vivir, no existir

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Foto: larazondemexico

El baterista y hombre de acción Neil Peart falleció a los 68 años por un cáncer que le consumía el cerebro. Rush divide a la feligresía rockera por ser el único grupo progresivo que tocaba con la energía del hard rock. Pero ni sus peores detractores pueden negar que Peart era uno de los bateristas más creativos e innovadores, considerado entre los cinco mejores del género. También fue el principal motor y compositor del trío, cronista de sus travesías, hombre de familia y generador del siguiente rock generacional: sin Rush es muy posible que no hubiéramos escuchado a Primus ni a Tool. Tan parecidos, que terminaron tocando juntos.

Rush fue el grupo que le dio identidad rockera a Ciudad Satélite durante los ochenta. Por eso andamos enrushados. Cuando tocaron en el Foro Sol en 2002 durante la gira Vapor Trials, el chiste en los medios era que había sido un reventón de satelucos. Ver a Peart y escucharlo tocar su compleja batería que parece mandala fue un espectáculo en el que las endorfinas bailaron con una técnica acrobática entre el rock, el jazz, el swing y la improvisación. Se merece un monumento por convertir el solo de batería en una pieza independiente. Antes era el apéndice de una canción, Peart lo liberó como un formato para experimentar.

"Peart se merece un monumento por convertir el solo de batería en una pieza independiente".

Con el bajista Geddy Lee y el guitarrista Alex Lifeson hizo 18 álbumes y diez discos en vivo desde que se unieron en 1974. También fue autor de siete libros de crónicas de viajes que realizó en bicicleta, motocicleta y automóvil a través de Sudáfrica, Europa, América del Norte y América del Sur. Salvo el rol en bicicleta por Camerún, emprendió las travesías a partir de 1998, cuando murió su primera hija, Selena Taylor, en un accidente de coche a los 19 años. Un año después falleció su esposa, Jacqueline Taylor, de cáncer y tristeza. Le tomó miles de kilómetros en su motocicleta BMW asimilarlo y al final la moto se convirtió en su medio de transporte durante las giras. Podía recorrer 300 o 400 kilómetros entre un concierto y otro.

En 2015 se retiró con su estilo espectacular, veloz, preciso, trepidante, y se fue a vivir a California con su segunda esposa, la fotógrafa Carrie Nuttal y la hija de ambos, Olivia. Libertario hasta el final, postura individualista que sostuvo desde joven, vivía regido por su principio elemental: vivir, no existir. Como buen anarco, lo suyo era la acción directa. Colgó las baquetas el 7 de enero, luego de padecer estoicamente glioblastoma durante tres años. El Templo de Syrinx se quedó sin su Sacerdote del Ritmo.

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