Con frecuencia cae en mis manos el material que los grupos emergentes envían para ser reseñados. Y con esa frecuencia me decepcionan porque no se escuchan cosas interesantes ni poderosas; al contrario, la mayoría de las veces se percibe un oficio relajado, vocalistas que no cantan, guitarristas y bajistas limitados, canciones flojas desde la música hasta la letra, y lo que termina de darle al traste a una grabación: faltan productores que logren levantar el sonido y motivar. Se tiene que recurrir a San Gustavo Santaolalla o algún otro reconocido hacedor de hits. Esto me ha ganado enemigos que se enojan y guardan rencor porque le exijo calidad a nuestro rock o a lo que sea que toquen. En seguida afirman que desconozco lo que se hace, antes de tirarme una lista de grupos y músicos que “están haciendo cosas chingonas”. Hago la prueba y siento que vuelvo a caer en la mediocridad.
"Lo que más me gustó de The Black Hat es el trabajo minucioso del guitarrista, Ricardo Mendoza".
Pero eso está cambiando y no gracias al chaca-chaca nacional. El rock en México se profesionaliza desde hace unos años y son los duros quienes ponen la muestra. Empecé a notarlo, por ejemplo, con Black Overdrive, el grupo de stoner y metal que encabeza Iván Nieblas. En la misma línea musical, el guitarrista Ricardo Mendoza (ex San José) me hizo llegar el material de The Black Hat, un cuarteto formado en 2016 con el cantante y guitarrista Manu Danoy, el bajista René Ortiz (exCatana y Les Estuches) y el baterista Javier Galván (exDefecto y Arkaiko). Me sorprendieron. Su primer disco, Stories I Stole From The Poetic Legend, es una patada de canciones que definen su origen postpunk con atmósfera metálica: “Turn It Off”, “Go Way Out”, “Like Roses” y la inquietante “Funeral”.
En 2019 sacaron Rés Públika, un disco potente e implacable porque lo produjo Romain Pasquier, quien ha grabado y mezclado a Ez3kiel y al gran Jean Michel Jarre. Los cuatro de Black Hat se sacaron del sombrero un arsenal de canciones colocadoras como la que da título al disco, o la perrísima “Concreto Social Club”, “Trump’s Not Dead” y la más arriesgada, “The Prayer”, en la que van y vuelven montados en un reggae. El vocalista Danoy suena a Vedder, a Keenan y a Jourgensen, pero canta en francés, inglés y español, lo que pone de golpe en el track del grupo de rock duro Trust. Pero lo que más me gustó de Black Hat y Rés Públika es el trabajo minucioso del guitarrista, Ricardo Mendoza, un tipo que se pasa por el arco del sonido los estilos mencionados y se lanza a experimentar para crear esas atmósferas rematadas por la batería de Galván. Entusiasma escuchar grupos así, con ideas y energía para llevarlas acabo. A The Black Hat te los pones y no te los quieres quitar.