Sobre Paul Celan una tumba sin sosiego

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JOSÉ ANÍBAL CAMPOS [JAC]: La obra de Celan, desde su muerte, ha estado sujeta a diversas interpretaciones, unas más reveladoras que otras. En general, ha oscilado entre una acogida entusiasta, pero emocional, positivista o trascendentalista, y otra no menos entusiasta, pero influida por teorías hermenéuticas como la llamada inmanencia del texto. Lo cierto es que recién ahora, con las nuevas publicaciones de corte biográfico, podemos empezar a ver al Celan verdadero, al más auténtico. ¿Qué impresión tienes? ¿Cuáles han sido, aparte de tus propias lecturas, tus fuentes teóricas para el acercamiento a Celan?

HÉCTOR ORESTES AGUILAR [HOA]: Las múltiples recepciones de la obra de Paul Celan en nuestro cambio de siglo la han confinado a una tumba sin sosiego. Quiero decir que es muy evidente la disputa que existe entre todo tipo de exégetas para establecer una lectura definitiva de su corpus poético.

Como a muy pocos autores de lengua alemana en el siglo XX, a Celan se le ha abordado desde muchas y muy distantes perspectivas: el psicoanálisis, la filosofía del lenguaje, la deconstrucción, la Cábala, varias tendencias de la hermenéutica, los estudios judaicos. Lo ha dicho bien Arnau Pons: para muchos críticos y académicos, analizar los poemas celanianos se convirtió, más que en un intento de extraer significados de los propios escritos originales, en el pretexto para desarrollar sus propias teorías, discursos y exégesis, la mayor parte de las veces lejanos de la esencia de Celan.

A mí, por ejemplo, los ensayos de Hans-Georg Gadamer sobre los poemas incluidos en Cristal de aliento no sólo no me animan a su lectura, sino que me parecen farragosos. ¿Qué intérpretes de Celan te despejaron el camino para leer con mayor facilidad sus poemas, José Aníbal? ¿Cuándo y en qué circunstancias comenzaste a leerlo?

JAC: Me alegra que menciones tu experiencia con el texto de Gadamer, porque fue el primer trabajo hermenéutico sobre Celan que leí cuando era todavía estudiante de Germánicas (1983-1988). No entendí nada y nunca he tenido la necesidad ni la tentación de regresar a él. En cambio, también me alegra tu alusión a Arnau Pons, de cuyos trabajos críticos sí que he sacado mucho provecho como lector desde que lo conocí en mayo de 2015. Como discípulo de Jean Bollack, Arnau hereda un planteamiento que nace ya con ímpetu renovador con Peter Szondi y que Jean Bollack lleva un paso más allá, al plantear la importancia de la fecha (el Datum) como clave interpretativa de los textos celanianos. Szondi llega a la conclusión de que para abordar adecuadamente a Celan es preciso buscar un equilibrio entre los elementos externos al texto y el texto mismo. A mí, particularmente, esa visión me ha servido de mucho. Y hay que recordar que ambos, Szondi y Bollack, trataron mucho a Celan, de modo que sus conclusiones se derivan de una proximidad no sólo con el poeta, sino el hombre (sus modos de hablar, sus reacciones y gestos al conducirse, la viveza o la transfiguración de sus recuerdos). Eso es crucial.

HOA: Antes de avanzar, quisiera mencionarte que, para los lectores mexicanos, fue fundamental el invaluable trabajo de traducción que llevó a cabo José María Pérez Gay. Él dio a conocer algunos de los poemas celanianos más célebres, sobre todo en el legendario suplemento La cultura en México, de la revista Siempre!, en mayo de 1975.

Por supuesto, Pérez Gay aportó también abundantes elementos para situar a los lectores en español ante la obra de nuestro poeta. Su perspectiva provino de la sociología de la cultura, disciplina en la que se doctoró, pero abrevó, sobre todo, de lo aprendido en el seminario de literatura comparada de Szondi, gran exégeta de Celan, con quien afirmaba haber estudiado el semestre de verano de 1967 en la Universidad Libre de Berlín. En diciembre de ese año, en el único viaje que hizo Celan a Berlín, Pérez Gay cuenta haber asistido a una lectura del poeta en un auditorio casi vacío de su universidad. Eso lo animó a convertirse en su traductor. Apunto esto, porque la recepción de Celan tardó mucho tiempo en normalizarse entre la crítica española, como lo constata un artículo de Andrés Sánchez Robayna publicado en la edición peninsular de Letras Libres en junio de 2005.

JAC: Me parece fascinante (e importantísimo) lo que apuntas. No conocía esos detalles de Pérez Gay y su relación con Szondi. Desde hoy me pondré a estudiarla. Sé de su importante labor divulgadora en México en relación con la literatura alemana. He hablado de ello, precisamente en Viena, con Juan Villoro, en un encuentro en el verano de 2016. La formación de Pérez Gay me parece un buen punto de partida para un tipo de acercamiento transversal a cualquier obra artística. No el molde de aproximación canónica que tanto sirve de coartada para el copy and paste mental de tantos académicos, sino una mirada facetada (como la de los insectos), una visión abarcadora de muchos aspectos en un único análisis.

HOA: Por otra parte, España cuenta con grandes lectores y expertos celanianos, como el poeta, germanista y traductor Carlos Ortega, prologuista de las Obras completas del autor de “Fuga de muerte” —publicadas por la editorial Trotta en 1999—, quien me ha facilitado el acceso al poeta y su poética.

"Para Paul Celan, encontrarse en los pasadizos de la industria editorial con nazis vergonzantes  no fue ni fácil ni agradable.

JAC: A mi juicio, Ortega, aporta una visión transversal, no únicamente filológica ni filosófica, a la comprensión de Celan. (Tiene, por cierto, un proyecto de documental sobre el poeta de la Bucovina que promete ser revelador). Sánchez Robayna, por ejemplo, ha hecho una labor pedagógica y divulgativa importante en lo relativo a una lectura de la modernidad poética en la que, en gran medida, se inscribe la obra de Celan.

Sin embargo en ese aspecto hay un problema, a mi entender, en el desequilibrio editorial existente entre España y América Latina. El poderío editorial español hace que se publique más y que, desde la antigua metrópoli (que dejó de ser guía intelectual a principios del siglo XIX), se transmitan muchos de los moldes interpretativos sobre diversos temas. En España, en efecto, hay algunos buenos exégetas de Celan, pero también mucho fake académico e interpretativo que alcanza una difusión no tan merecida.

HOA: Si tuvieras que hacer una antología de Celan o presentarlo en un estudio introductorio, ¿cuál sería el abordaje que privilegiarías? ¿Lo presentarías, como quiere el canon escolar alemán —que convirtió poemas como el mencionado “Fuga de muerte” en lectura obligatoria— como el poeta judío alemán del siglo XX? ¿Privilegiarías el elemento judío de su biografía a fin de poder explicar el sentido trágico de su poesía?

JAC: En absoluto. El judaísmo de Celan es un elemento más de su vida y su obra. Es parte de su formación y aflora en su dicción poética; se hace más intenso y presente en su obra hacia el final de su vida, tras su viaje a Jerusalén y a raíz de su relación afectiva con Ilana Schmueli, pero no hay que olvidar que Celan es ateo. Si me viese en la engorrosa situación de hacer una antología de Celan, estoy seguro de que abordaría su obra desde esa perspectiva transversal y reuniría, para ello, a un equipo interdisciplinario que aportara la mayor cantidad de visiones posibles y verosímiles sobre los textos y sobre el hombre que los escribió.

HOA: Hay un Paul Celan que debe serte muy próximo: el traductor. Tradujo a grandes poetas rusos, como Osip Mandelstam, judío también, y a clásicos modernos de las letras francesas, entre ellos Paul Valéry y René Char. ¿Conoces al Celan traductor? De ser así, ¿qué es lo que más te seduce de su trabajo en esa disciplina?

JAC: Ése es un aspecto sumamente importante en Celan, pero he de confesar que no le he prestado la atención que merecería. Son varias las razones: en primer lugar, no me interesan demasiado las traducciones hechas por escritores, en las que casi siempre vas a hallar una apropiación más o menos inadecuada del original. Siendo estudiante leí muchas traducciones hechas por grandes escritores cubanos, y la conclusión es que eran prolongaciones de sus obras. Esto es útil para conocer al escritor, sin duda, pero no para adentrarse en el autor traducido. Estoy convencido, además, de que una de las formas en las que el caudillismo español se manifiesta culturalmente es en la costumbre (a mi juicio funesta) de que sean escritores con cierto nombre (malos o buenos) los que más atención acaparan cuando traducen. Es vergonzoso (a juicio de quien, como yo, está formado en la escuela alemana) que todavía uno lea criterios como que un autor o un poeta “es mejor traductor”. No es cierto. En ese sentido, me parece mucho más pertinente estudiar las traducciones de Celan que hay al español y ejercer la crítica a esas traducciones.

HOA: Sin duda. En el ciberespacio he encontrado traducciones equívocas, balbuceantes. Algunas son meras calcas. Traducir a Celan es un reto mayor, inalcanzable para quien no lo haya frecuentado durante largo tiempo.

JAC: Otro aspecto que quisiera abordar contigo es el de la correspondencia entre Celan e Ingeborg Bachmann, que saca a relucir una dimensión de la obra de Celan que no ha sido tan tratada: la profundamente erótica. Un texto como “Corona” es uno de los poemas eróticos más hermosos que he leído: “Wir lieben uns wie Mohn und Gedächtnis” (verso fundamental en Celan que yo prefiero traducir como “Hacemos el amor como amapola y memoria”). ¿Qué te ha aportado a ti la lectura de esta documentación biográfica?

HOA: Te refieres a Tiempo del corazón. Correspondencia Ingeborg Bachmann-Paul Celan (FCE, Argentina, 2012), uno de los libros más entrañables que he leído en lo que va del siglo. Documenta no sólo el erotismo tan refinado entre dos poetas, que tú bien apuntas, sino también muchos aspectos de la intimidad de ambos creadores, y, sobre todo, de la escena literaria alemana de posguerra. Hay pasajes de ese gran intercambio epistolar que son estrujantes, donde puede apreciarse el vaivén emocional de dos escritores habitados por pulsiones extremas. Celan y Bachmann saben todo el tiempo que un vínculo de pareja estable entre ellos es imposible, pero intentan, de cierto modo, hacer de su Fernbeziehung, de su relación a distancia, un acto amoroso constante, una forma de camaradería y de acompañamiento solidario que muy pocas ocasiones se da entre escritores.

A mí me conmueve mucho imaginar a Celan, desesperado, luchando por el chelín, intentando sobreponerse a las adversidades económicas, traduciendo lo más que puede, haciendo circular sus poemas en las revistas literarias más importantes de la Alemania de aquella época (Merkur, Akzente), e intentando cobrarle a sus mecenas aunque fuese la cantidad simbólica que le correspondía por sus breves textos.

Lo digo como es: resulta desgarrador ver a Celan navegar en las aguas literarias y editoriales tan agitadas de la Guerra Fría; aunque no sea muy evidente, el lector deduce, entre líneas, lo difícil que era para él convivir con personajes que le resultaban completamente adversos. Un ejemplo muy claro es Friedrich Georg Jünger, al que menciona con malestar. Pero, en algún momento, Bachmann le plantea recomendarlo con Heimito von Doderer, que a finales de los años cincuenta era todo un jeque de la editorial alemana Beck. Celan no dice nada en contra, porque sabe que se trata de un sello muy importante, uno de los más antiguos del ámbito cultural alemán, pero responde escueto, diciendo que recordaba perfectamente a Von Doderer. Para Celan, tener que encontrarse en los pasadizos de aquella industria editorial con nazis vergonzantes como Friedrich Georg Jünger o Von Doderer no fue ni fácil ni agradable ni tranquilizador.

El volumen mencionado también incluye la correspondencia entre Celan y Max Frisch, quien, como sabes, también fue pareja de Ingeborg Bachmann, quien lo alcanzó en Zúrich. Esas páginas son una radiografía reveladora de época. Son impagables. Nunca me canso de leerlas.

CORONA

PAUL CELAN

VERSIÓN DE JOSÉ MARÍA PÉREZ GAY

En mi mano

el otoño devora sus hojas: somos amigos.

Le extraemos el tiempo a las nueces y le enseñamos a irse:

el tiempo regresa en la cáscara.

En el espejo es domingo,

en el sueño dormimos,

la boca habla verdades.

Mi ojo desciende hasta el sexo de la amada:

nos miramos,

nos decimos cosas oscuras,

nos amamos como amapola y memoria,

nos dormimos como el vino en las conchas,

como el mar en la sangre que la luna refleja.

Desde la calle nos miran abrazados en la ventana:

es tiempo de que lo sepan,

es tiempo de que la piedra se acostumbre a florecer,

es tiempo de que te compadezcas del desasosiego,

es tiempo de que sea tiempo.

Es tiempo.

Fuente: Revista de la Universidad de México, núm. 113, julio, 2013.