Los pecados de Michael Jordan

The  Last  Dance, la serie sobre los Toros de Chicago, ha vuelto a poner sobre la mesa el tema del papel del deportista dentro de la sociedad. En los primeros capítulos se narra el nacimiento y ascensión de Michael Jordan. Considerado por muchos el mejor deportista de la historia. Pero a partir del quinto episodio pasa de ser el héroe y un modelo de impecabilidad a convertirse en una figura cuestionable al extremo.

El principal crimen por el que lo cuestionan es haberse negado a hacer campaña en favor de un candidato demócrata. Su aura de figura intachable comienza a resquebrajarse y salen a la luz otras actitudes que se prestan al reproche. Su método de trabajo. Que lo retrata como un tirano con el resto del equipo por exigirles el máximo para hacer al equipo campeón. Y su afición a las apuestas. Un pasatiempo que Jordan describe en esos términos, como un hobby. Pero que parte de la opinión pública califica como un problema de adicción.

Los logros de Jordan, ahí está la serie para quien se interese, son suficientes para ingresarlo en el panteón de los grandes. Sin embargo, se le juzga con todo el peso de la moralidad pacata. Toda figura pública está sujeta al juicio de valor, pero esta sobrevigilancia no debería interferir en la apreciación de su reconocimiento como profesional. Y le cae encima el castigo que le deparan las buenas conciencias a todo aquel que no es virtuoso en su comportamiento: el ataque a su persona.

¿El deportista está obligado a tomar una postura política? ¿Su desempeño desmerece si se mantiene en una postura neutral? Dice el lugar común que las comparaciones son odiosas, pero inevitables. Y al primero a quien se alude en estos casos es a Muhammad Ali. Uno de los activistas más prominentes que ha dado el mundo. Pero el cotejo está fuera de lugar. Los contextos históricos distan mucho uno de otro. Muhammad tenía una causa. A Jordan sólo le pidieron hacer un comercial. Y nadie podía asegurar que haberle dado su apoyo al candidato era garantía de que Harvey Gantt ganara la elección.

"Si de algo es culpable Michael Jordan es de haber arruinado el basquetbol".

Ali fue protagonista de hazañas impresionantes, pero las de Jordan no desmerecen ni tampoco están exentas de corazón. Y una vez más es imposible hacer un comparativo, puesto que el básquet es un deporte de conjunto. Pero una vez puesta en duda la respetabilidad de Jordan ya todo es susceptible de ser censurado. Durante las entrevistas para The Last Dance, él aparece casi siempre con un whisky al lado. Pero lo que más llama la atención son sus ojos amarillentos. Lo que ha desatado especulaciones acerca de su alcoholismo. O incluso del consumo de marihuana. No importa que no vuelva a pisar una cancha, para el fan y para el detractor siempre tiene que comportarse de manera intachable.

Pedirle a Jordan que se comporte como un santo es inhumano. Es robotizarlo. Tiene, como todos, derecho a elegir. Y mantenerse alejado del proselitismo no lo hace mejor o peor persona. O deportista. Aunque el mismo Obama lo haya empinado al señalar que prefirió el mainstream. Jordan nació para jugar basquetbol. Lo comprobó una y otra vez. Y cumplió con su papel a cabalidad.

Observado a la distancia, el gesto de Jordan cobra una relevancia insobornable. En tiempos donde la militancia es susceptible de resultar sospechosa, ejemplos sobran, Residente, Mon Laferte, la postura de Jordan es cualquier cosa menos oportunista. Y la libertad de pensamiento también es una cualidad. Y lo que hizo Jordan al negarse fue también una enseñanza: no pretendas ser quien no eres. Además, sabemos cómo bota el balón. Después del primer comercial viene el segundo y luego el tercero y el cuarto.

En lo estrictamente deportivo Jordan fue un modelo a seguir. Jamás se vio envuelto en polémicas como Brady. Fue altruista en la medida de lo posible. Hasta donde su agenda lo permitió. Como se evidencia en la serie documental, antes de cada partido le dedicaba unos minutos de su atención a un niño con alguna discapacidad. Eso es tanto o más valioso que pedirle a los ciudadanos que voten por fulano o mengano.

Si de algo es culpable Michael Jordan es de haber arruinado el basquetbol. Después de su retiro la liga no volvió a ser la misma. Fue el último eslabón de una dinastía de gigantes, junto al Magic y Larry Bird. No sólo partió en dos el juego, también la historia.