Pandemia: pensamiento, decisión y dogma

El dolor por la pandemia perdura en una ruta cuyo destino es imprevisible. La urgencia de reactivar la vida social y económica presiona para un regreso a las actividades, en un orden distinto que aún desconocemos. Estas páginas comparan los puntos de vista vertidos por un grupo de pensadores contemporáneos ante el fenómeno que impacta al mundo entero. ¿Cuáles son las posibilidades para la supervivencia, desde el punto de vista de la filosofía y las ciencias sociales? Van aquí algunas reflexiones para este desafío que compromete el destino de la especie humana.

Steven Pinker (1954).
Steven Pinker (1954). Fuente: ethic.es

El Covid-19 ha traído los hechos al centro del mundo de las ideas. El politólogo Timothy Snyder ha definido de este modo al periodismo serio: “Los hechos son nuestro trabajo... importan... son reales, conocerlos beneficia al público y por eso estamos comprometidos con los hechos”.1 Se puede extrapolar este compromiso a las ciencias sociales y las humanidades e interrogarnos sobre las reflexiones que han corrido por los medios y las redes sociales durante la pandemia. Los pensadores postmarxistas opinaron pronto; los de estirpe democrática y liberal fueron más cautelosos. En los primeros suelen confundirse liberalismo y democracia con libre mercado y hegemonía del capital, un error aclarado por Francisco Valdés Ugalde:

La espuria identidad entre libre mercado y liberalismo sólo se acredita si se concibe al Estado como un ente ajeno al ser social, un Leviatán que nos expropia, haciendo a un lado la evidencia histórica de la relación indisoluble entre democracia y razón pública, o sea, “gobierno por discusión”. Esa relación sí evolucionó en el Estado capitalista y fue detenida por los totalitarismos. Es esta herencia liberal con la que penosamente, como toda tarea humana, arreglamos el Estado y la economía para responder a las circunstancias de la necesidad y en ejercicio de la libertad.2

DECISIÓN

En la senda de Valdés Ugalde, el camino para avanzar es el de la ciencia y la gobernanza, entendida ésta como las medidas racionales que pueden tomar liderazgos fuertes pero democráticos. Alemania, Nueva Zelanda, Corea del Sur son buenos ejemplos.

La ciencia no es un conjunto de verdades reveladas sino hipótesis verificables que pueden solucionar problemas específicos y corregirse. No se niega que haya manejos políticos y económicos del conocimiento científico; tampoco la existencia de liderazgos vergonzosos, comenzando por el del Partido Comunista Chino. Sin embargo, las críticas no pasan por opinar en función de la militancia, como sucede entre pensadores de inspiración postestructuralista, marxista y decolonial. El psicólogo y lingüista Steven Pinker señala que si no se respeta la meritocracia científica es muy fácil caer en la sola conservación del poder:

Claro, depende de la voluntad de los gobiernos de planear para el futuro en contraste con el presente, de su disposición a tomar en cuenta el conocimiento científico y de su capacidad de reacción para el bienestar de sus pueblos en vez de concentrarse en mantener el poder y guardar una buena imagen. Un común denominador entre China y Estados Unidos es que en ambos casos sus líderes tardaron en reconocer el riesgo latente porque pensaron que su imagen resultaría dañada.3

Pinker es fiel a su trayectoria como defensor de la razón ilustrada y la ciencia; por sobre todo, posee una concepción de lo humano que entiende la conciencia como parte de nuestra condición biológica. Las culturas vendrían a ser las formas diversas a través de las cuales nos adaptamos a nuestra vida en el mundo, tal como plantea en Cómo funciona la mente. En este sentido coincide con el historiador Yuval Noah Harari en su respeto por el saber científico. Otra coincidencia es que en lugar de pensar el capitalismo como un dispositivo mundial de explotación, ambos reconocen las divergencias sustantivas entre países y regiones.

El psicólogo y lingüista Steven Pinker señala que si no se respeta la meritocracia científica es muy fácil caer en la sola conservación del poder .

En Sapiens, Harari nos devuelve a la realidad de nuestro común destino en tanto especie, olvidado desde la izquierda no liberal por los excesos de la política de identidades, que si bien apunta a distinciones reales por razones de género, clase, etnia u orientación sexual, olvida frecuentemente ese común destino. Es muy crítico respecto al problema ambiental y los efectos de la colonización, desde una perspectiva liberal. Participa del tono apocalíptico, sobre todo en cuanto a los manejos políticos de los datos personales disponibles por medio de la tecnología, pero su punto de partida es el respeto a los hechos:

La gente necesita confiar en la ciencia, en las autoridades públicas y en los medios de comunicación. En los últimos años, los políticos irresponsables han socavado deliberadamente la confianza en la ciencia, en las autoridades públicas y en los medios de comunicación. Ahora estos mismos políticos irresponsables podrían sentirse tentados a tomar el camino del autoritarismo, argumentando que no se puede confiar en que el público haga lo correcto.4

Harari rescata el poder de decisión: no es necesario derrumbar el mundo y hacerlo de nuevo, sino tomar las decisiones correctas sobre manejo de la crisis, información científica y empoderamiento ciudadano.

En la misma orientación, la crítica cultural Beatriz Sarlo piensa el futuro como inmediatez y mediano plazo.5

Propone el fortalecimiento de los sistemas de salud y del papel de la escuela como socialización no sustituible por aulas virtuales. Apunta a la protección de los sectores más golpeados por la pandemia por razones de edad y situación socioeconómica. A financiar el sistema de seguridad social con un nuevo régimen impositivo que no grave al capital productivo que da empleo sino a grandes fortunas reducidas a bienes personales. Sarlo ha tenido una larga trayectoria dentro del latinoamericanismo, área de estudios que se basa en las posibilidades políticas y epistémicas de considerar a la región en conjunto. Su enfoque poco tiene que ver con el latinoamericanismo al uso, interesado en estudios culturales o en el decolonialismo. La autora de Tiempo pasado. Cultura de la memoria y giro subjetivo. Una discusión ha preferido el análisis de las prácticas culturales y sociales al espíritu militante.

Martha Nussbaum, a su vez, confirma el rol de la filosofía en una época en que el miedo a la muerte y al contagio puede inhibir las interrogantes sobre cómo debemos vivir.6 Insiste en el tema de la democracia social, en la necesidad de sistemas de salud universales y en el valor del cuidado, aspectos visibles en libros como Las mujeres y el desarrollo humano. En su vasta obra, Nussbaum ha sido consistente respecto a su interés por el desarrollo sustentable y por el humanismo, la ética y la democracia. Su postura liberal e ilustrada la acerca a la ciencia del mismo modo que a la comprensión de la diversidad cultural en un mundo global. Desde esta perspectiva se hace la pregunta inevitable: ¿se sostendrán las democracias ante el miedo a la muerte y la crisis económica, ya que el fortalecimiento de la gestión estatal ante las crisis puede convertirse en pretexto para arrodillar a la ciudadanía?

Los casos de Viktor Orbán (Hungría) o Narendra Modi (India) señalan autoritarismos validados por el voto que no tienen por qué convertirse en la norma general. No obstante, el ya mencionado Timothy Snyder, autor de Sobre la tiranía, teme por el futuro de la democracia en Estados Unidos en medio del reino de la posverdad que significa el gobierno de Trump. Este temor es compartido por Steven Levitsky, autor —con Daniel Ziblatt— de Cómo mueren las democracias. Levitsky se interroga por América Latina, dada la debilidad de sus instituciones democráticas. Las distintas izquierdas, liberales o no, celebran exultantes el regreso del Estado a raíz del Covid-19, pero éste no es una entidad benéfica o maléfica, sino un conjunto de instituciones que pueden convertirse en máquinas de corrupción y despilfarro. El caso venezolano, por ejemplo, es paradigmático en cuanto al uso del Covid-19 como pretexto para que la tiranía de Nicolás Maduro despliegue un control de la población todavía más férreo. No siempre el Estado es la solución.

Los pensadores citados comparten que la pluralidad, la transparencia, los contrapesos y la vigilancia ciudadana son vitales en el fortalecimiento de las democracias, las cuales deben explorar caminos de apoyo alternativo a la ciudadanía ante los estragos de la pandemia. Estos caminos dependen, insisto, de decisiones racionales y están en nuestras manos.

Paul B. Preciado afirma que las políticas sanitarias responden a la lógica de la globalización que sacrifica a las personas en favor del poder de los Estados nacionales y de la Inmunidad de la Comunidad Europea .

DOGMA

En su libro En defensa de la ilustración, Steven Pinker muestra con una apabullante cantidad de datos las mejoras en la vida humana en cuanto a educación, muertes violentas, promedio de vida, nutrición y servicios públicos. Tales mejoras son producto de la razón aplicada a resolver problemas de la vida en sociedad y del auge de las democracias liberales. En El nacimiento de la biopolítica, Michel Foucault alude a la intervención del Estado liberal moderno en la vida y la muerte de los individuos; pero lo que para Pinker son logros, para Foucault son dispositivos de control y disciplinamiento político y social, presentes sobre todo en algunas instituciones como las cárceles. No obstante, si en algunos sitios se aplicaron las prácticas más brutales de la biopolítica no fue en las democracias liberales europeas del siglo XX, sino en países como la Unión Soviética y China.

Por este motivo llama la atención que el pensador camerunés Achille Mbembe, autor de Necropolítica, se refiera al neoliberalismo como política para la muerte, que administra quién puede vivir y quién no frente a la emergencia de la pandemia, aunque olvida la historia del socialismo prosoviético africano y la existencia de países como Cuba, Venezuela y Corea del Norte.7 Lo mismo hace la filósofa y socióloga Maristella Svampa al subrayar la emergencia de las derechas reaccionarias y olvidar convenientemente las políticas kirchneristas y los desastres del socialismo madurista y castrista.8

En la misma línea, tanto el filósofo italiano Giorgio Agamben como el pensador surcoreano Byung-Chul Han y el español Paul B. Preciado9 apuntan a que las medidas contra el coronavirus (confinamiento, distanciamiento corporal) obedecen a objetivos definidos de control social y prolongarán los peores horrores del capitalismo neoliberal actual. Preciado afirma que las políticas sanitarias responden a la lógica de la globalización neoliberal que sacrifica a las personas en favor del poder de los Estados nacionales y de la “inmunidad” de la Comunidad Europea, lo cual se refleja en las políticas de confinamiento y distanciamiento corporal, reproducción fiel de las políticas migratorias. De manera similar, Maristella Svampa señala el protagonismo del “Leviatán sanitario” que se adueña del mundo desigual y cruel en el cual vivimos. Byung-Chul Han aduce que la masa de datos disponible a partir de nuestra huella en el ciberespacio ha sido utilizada por varios gobiernos asiáticos en el combate a la pandemia, con resultados superiores a las democracias occidentales, lo cual abona en favor del capitalismo neoliberal de marca férreamente autoritaria. El autor de La sociedad del cansancio olvida que Alemania, país donde vive, se ha anotado un éxito con sus políticas respecto al manejo del coronavirus.

Se trata de un ejercicio del poder y la política que anula la opción racional de darle crédito a la ciencia y la gobernanza frente a la pandemia. Las afirmaciones de Svampa sobre la relación entre crisis ambiental, depredación mundial del capitalismo neoliberal y el Covid-19 están por confirmarse y estudiarse a fondo, pero ella las presenta como si fueran un hecho.

Martha Nussbaum (1947).
Martha Nussbaum (1947).

Por su parte, Judith Butler pareciera desconocer el retroceso de las enfermedades infecciosas y virales en el siglo XX luego de masificación de las vacunas. Ella plantea que si se descubre la vacuna contra el virus causante de la pandemia actual, es muy posible que el supremacismo blanco europeo y trumpista se apropie de ella y excluya al resto de la humanidad. Al parecer ignora que en todos los continentes se está buscando la vacuna y que el primer equipo científico que la descubra tarde o temprano verá replicada la solución. Más atento a los hechos, Steven Pinker nos recuerda en el texto citado que somos una especie muy apetecible para virus, bacterias y gérmenes, pero también contamos con un sistema inmunológico y una inteligencia que ha permitido, por ejemplo, erradicar la viruela que sólo en el siglo XX mató a 300 millones de personas.

Irónicamente, las religiones se han inclinado ante la evidencia científica de un modo que no tiene registro en pandemias del pasado. Es prudente que así sea, aunque se escandalice el filósofo Giorgio Agamben,10 al preguntar qué piensan las iglesias de los funerales en soledad y del salvaje egoísmo de la gente que no quiere enfermarse. ¿Agamben tendrá familia y la misma debe someterse a la lógica sacrificial de la política antiliberal que subyace en el pensamiento del filósofo, la misma que describe a lo largo de su obra? Se puede reclamar que semejante interrogante es indigna del autor de Homo Sacer. El poder soberano y la nuda vida, un texto que, entre paréntesis, comprendí de inmediato como venezolana: Venezuela es un perfecto ejemplo de la nuda vida, de la existencia como trayecto hacia la muerte; es un expaís con gente pisoteada, enferma, hambrienta, perseguida y torturada, pero no erradicada del todo.

Agamben le resta importancia al coronavirus, visto como simple pretexto para imponer en Italia el estado de excepción, el inevitable destino de las democracias liberales. El esloveno Slavoj Žižek ha denunciado a su vez la histeria racista y el sentimiento antichino para luego profetizar que este sistema económico caería bajo el impacto del coronavirus, como el malvado enemigo de la protagonista del filme Kill Bill, de Quentin Tarantino.11 Žižek, marxista-leninista-lacaniano, ha afirmado reiteradamente su rechazo a los experimentos soviéticos y al estalinismo, pero se declara comunista aunque no es fácil precisar a qué se refiere. Dice trascender la socialdemocracia y el Estado de bienestar y plantearse respuestas para la desigualdad y la crisis ecológica, pero se ha centrado sobre todo en explicar cómo el capitalismo neoliberal se manifiesta en el más escondido rincón de la vida humana, de toda sociedad y cada psique. El regocijo de Žižek ante la imagen de la ciudad china de Wuhan sin gente en las calles consumiendo, tiene cierto toque de desvarío que lo emparenta con Franco Bifo Berardi, quien sueña con un mundo que se desmorona, con el capitalismo que explota en mil pedazos, con guerras, enfrentamientos mortales y millones de octogenarios muertos. De semejante ordalía saldrá un mundo purificado. Parecerían proclamas de ISIS, cuyo comando ha declarado que Alá mandó la peste como castigo a los cruzados idólatras y a los chinos perseguidores de musulmanes.

El filósofo Slavoj Žižek ha denunciado la histeria racista y el sentimiento antichino para luego profetizar que este sistema económico caería bajo el impacto del coronavirus .

LO QUE SE PIENSA

Más allá de la actualidad noticiosa del Covid-19, las opiniones poco sustentadas de ciertos pensadores, quienes deberían ser más prudentes dado su prestigio, han de llamar nuestra atención. Con su carga de pánico global, la pandemia es una oportunidad insuperable para culpar de todos los males, una vez más, al capitalismo y la democracia liberal, sin necesidad de demostrar nada; de nuevo, entra en funcionamiento la vena hiperteórica de pensadores postestructuralistas y marxistas que heredan el afán de explicarlo todo y de cerrar los ojos por conveniencia ante ese lugar de la desilusión llamado lo real. No es casualidad, por cierto, que hayan circulado tan pronto sus primeras y apresuradas declaraciones sobre la pandemia; tal rapidez obedece a que forman parte de toda bibliografía que se respete en múltiples facultades y departamentos de ciencias sociales y humanidades en todo el mundo.

Como hombres y mujeres latinoamericanos, como miembros de un mundo global y como académicos, escritores e intelectuales, sería oportuno reflexionar sobre la formación que le brindamos a las nuevas generaciones y las vías por las que las invitamos a pensar. Estamos formando, en las ciencias sociales y sobre todo en las humanidades, a jóvenes incapaces de entender lo que significan la ciencia y la tecnología, impermeables al dato, convencidos de que las dificultades de los lenguajes teóricos actuales y su supuesta rebelión contra el sistema validan un ejercicio intelectual basado en el desprecio por la realidad.

Si nuestra preocupación actual por el mundo tras la pandemia tiene algún sentido, la ciencia, la tecnología, la gobernanza y la democracia deben ser los temas centrales. Cabe entonces un buen ejemplo de revisión honesta del propio pensamiento respecto al mundo, como propone Beatriz Sarlo:

Siempre que me creí capaz de predecir algo sobre el futuro, me equivoqué. Confié en la llegada próxima e inevitable de la revolución; confié en que el regreso de Perón movilizaría unas fuerzas y controlaría otras; confié en lo que, a fin de los años 1960, se llamó el sindicalismo clasista; confié en la omnipotencia de las ideologías; confié en la productividad del conflicto no simplemente como dimensión inevitable de la escena democrática, sino como el mejor modo de tramitar las diferencias sociales y políticas. Hoy siento que se han debilitado esas confianzas o que se han convertido en testimonios de una historia que yo no comprendía, porque pedía que los hechos se ajustaran con mayor disciplina a mis esquemas y deseos.12

Slavoj Žižek (1949).
Slavoj Žižek (1949).

Referencias

1 Entrevista de Juan Cruz a Timothy Snyder: “Me preocupa que líderes autoritarios saquen provecho del sufrimiento”. https://elpais.com/cultura/2020-04-26/timothy-snyder-esta-crisis-puede-acabar-por-restar-atractivo-a-los-autoritarismos.html

2 Francisco Valdés Ugalde: “Liberar al liberalismo”. https://www.letraslibres.com/mexico/politica/liberar-al-liberalismo

3 Entrevista de Luciana Vásquez a Steven Pinker: “No se necesita una dictadura totalitaria para controlar una pandemia”. https://www.lanacion.com.ar/el-mundo/coronavirus-steven-pinker-no-se-necesita-una-dictadura-totalitaria-para-controlar-una-pandemia-nid2355482

4 Yuval Harari: “El mundo después del coronavirus”. https://www.lavanguardia.com/internacional/20200405/48285133216/yuval-harari-mundo-despues-coronavirus.html

5 Beatriz Sarlo: “El futuro después del Covid-19”. https://www.clarin.com/politica/-futuro-despues-covid-19-adelanto-capitulo-beatriz-sarlo_0_Q-0SeLdYx.html

6 Entrevista de Jairo Mejía a Martha Nussbaum: “La pandemia ha reactivado el deseo de una democracia social”. https://www.efe.com/efe/espana/destacada/nussbaum-la-pandemia-ha-reactivado-el-deseo-de-una-democracia-social/10011-4220792

7 Entrevista de Diogo Bercito a Achille Mbembe: “La pandemia democratiza el poder de matar”. https://lavoragine.net/la-pandemia-democratiza-poder-de-matar/?fbclid=IwAR0iP5_tT-erxw3miDa209rQ5ApY2WTNosTWZLpzlMAkLhdXyVjVsXpNT8U

8 Maristella Svampa: “Reflexiones para un mundo post-coronavirus”. Fiebre. Pensamiento contemporáneo en tiempos de pandemia, ASPO, Buenos Aires, 2020. https://drive.google.com/file/d/1k-YzHu9LgPajOuqz8WS5XKjfbjEqAvM/view

9 Salvo las notas 10 y 11, los artículos aquí citados de Slavoj Žižek, Byung-Chul Han, Franco Bifo Berardi, Judith Butler, Giorgio Agamben y Paul B. Preciado están en Sopa de Wuhan, compilación de Pablo Amadeo, disponible en https://www.elextremosur.com/files/content/23/23684/sopa-de-wuhan.pdf

10 Giorgio Agamben: “Aclaraciones”. http://comunizar.com.ar/giorgio-agamben-aclaraciones/

11 Slavoj Žižek: “Un claro elemento de histeria racista en el nuevo coronavirus”. https://www.bloghemia.com/2020/03/slavoj-Žižek-un-claro-elemento-de.html

12 Beatriz Sarlo, art. cit.