Ida Cuéllar, El secreto del doctor Grinberg

Esgrima

Ida Cuéllar
Ida Cuéllar Fuente: la-fm.es

Durante un viaje que realizaba hace diez años por Tepoztlán, Morelos, el director de cine y músico Ida Cuéllar (Arenys de Mar, Barcelona, 1977), escuchó la historia del científico Jacobo Grinberg, y en una experiencia de sincronía se topó con el libro de poemas Cantos de ignorancia iluminada (1988), del mismo científico, quien desapareció repentinamente en vísperas de su cumpleaños 48, que tendría lugar en diciembre de 1994. El producto de esta sincronía es El secreto del doctor Grinberg (2020), un thriller documental que indaga en la desaparición de este personaje pionero en telepatía y neurofisiología. Hablé con Ida Cuéllar sobre el protagonista, su desaparición y la película.

¿Cómo llegaste al neurofisiólogo y psicólogo mexicano —un chamán para los científicos y un científico para los chamanes—, Jacobo Grinberg?

Me hablaron de él por primera vez en Tepoztlán. Recuerdo aquella mañana como un momento en que mi vida, sin yo saberlo, tomaba una dirección concreta y clara.

Grinberg era un científico creativo, con imaginación y talento fuera de lo común; estaba interesado en la espiritualidad, el chamanismo, en tratar de comprender la naturaleza de la realidad, del mundo en que vivimos. Para él la realidad física no es lo único que existe, hay una realidad psíquica que todo lo penetra; trataba de demostrar que la realidad es conciencia y que vivimos en un complejo sistema holístico en el que todo está interconectado.

La bibliografía de Jacobo Grinberg es muy extensa: 46 libros, publicados entre 1975 (La experiencia interna, Trillas) y 1994 (El yo como idea). Sin embargo hay un silencio, es imposible conseguirlos. ¿A qué consideras que se debe esto, al desconocimiento o la censura?

Hubo al principio, por parte de las instituciones en México, un claro desinterés en mantener viva la figura de Grinberg. En aquella época sus investigaciones eran criticadas por muchos miembros de la UNAM; con Grinberg vivo nadie podía pararlo, pero según me contaron, cuando desapareció les faltó tiempo para desmantelar su laboratorio: “entraron como buitres”, me contó una de sus colaboradoras más próximas. En la UNAM no se encuentran sus libros pero ahora Estusha Grinberg, su hija, está reeditando su obra. Se pueden encontrar en la página web que ella ha creado: jacobogrinberg.com

No creo que haya habido una censura directa. Más bien sus investigaciones no interesaban en los círculos universitarios y científicos de la época. Fue criticado por hacer pseudociencia, pero Grinberg sostenía que cualquier tema puede ser estudiado bajo el método científico.

¿Es posible que Jacobo Grinberg haya dejado este nivel físico para convertirse en gnosis?

Se dice que uno puede trascender, pasar a otro nivel de la realidad llevándose consigo el cuerpo. Así lo afirman muchas tradiciones antiguas, así lo afirmaba Carlos Castaneda y el propio Grinberg lo dejó anotado. Se habla de portales dimensionales, incluso de la conexión con seres de otros planetas. Es un tema complejo y fascinante, obviamente sin evidencias claras de nada.

De hecho el título de la película viene de un libro de Mircea Eliade, El secreto del doctor Honigberger, un hombre que aprende ejercicios yóguicos mágicos para desaparecer de este mundo y entrar en el Shambhala.

Cuando me contaron la historia de Jacobo Grinberg, me di cuenta de que la tarde anterior había comprado poemas escritos por él

¿Por qué dices que El secreto del doctor Grinberg decidió que tú lo hicieras, y no a la inversa?

Empecé a hacer la película por una sincronía: cuando me contaron la historia de Grinberg, me di cuenta de que la tarde anterior había comprado un pequeño libro de poemas escrito por él. Estaba en una tiendita y algo me impulsó a coger aquel libro; el tono y el contenido me recordaron al Tao Te King, de Lao Tse. Me fascinó su historia. Empecé a leer sus libros y no pude parar. Como si una fuerza me impulsara. En nueve años pasé por varias fases. La primera fue de fascinación obsesiva; más que hacer una película, quería descubrir qué había detrás de todo, cómo su obra y su desaparición eran las dos caras de una moneda. Hubo momentos de pausa, de fracaso. Luego llegó un punto en que me sentí un narrador que debía contar la historia de la mejor manera y con los elementos que tenía a mi disposición.

¿De qué manera se relaciona Grinberg con la contracultura mexicana?

Su relación con el movimiento de la contracultura empieza en Nueva York, cuando hace su doctorado con el profesor Roy John. Ahí Grinberg sufre un cambio vital. Experimenta con sustancias psicodélicas que lo llevan a buscar otras dimensiones de la realidad, otros estados de conciencia.

La contracultura de los sesenta influye en su percepción de la realidad; él es fruto de esa etapa en la que hay un claro rechazo al materialismo y la sociedad capitalista: un anhelo de recuperar otras formas de entender y estar en el mundo.

¿Cuál era su relación con Margarita, la hermana del ex-presidente José López Portillo?

Margarita se interesaba en temas esotéricos. Es normal que le atrajeran las investigaciones de Grinberg. Ella estaba en contacto con brujos y chamanes pero es algo que, por motivos obvios, desde la Presidencia no querían que fuera público.

De hecho es precisamente en Los Pinos, con Margarita, donde Grinberg conoce a Pachita. Lo relata en su libro Pachita, a pesar de que le habían pedido que no lo hiciera.

¿En qué momento del filme te conviertes en el agente que investiga este caso?

Desde el principio. Cuando estaba rodando el documental en el año 2011 me sentía más como un detective que como un director de cine. Había algo dentro de mí que quería saber qué ocurrió, leyendo sus obras y tratando de comprender su alcance y el misterio de su desaparición.

De hecho, el comandante Padilla, a cargo de investigar la desaparición de Grinberg, tuvo que sumergirse en su obra: experimentos sobre telepatía, su conexión con los chamanes, la compleja teoría sinérgica... De tal manera que hasta el detective de la policía tuvo que aprender a bucear por estos océanos metafísicos.

Cito: “Había intuido una posibilidad. Según las enseñanzas, el tiempo y el espacio se podían trascender”, “Había allí una puerta dimensional a través de la cual recibiría respuestas a sus preguntas”, “No moriría como el resto de los hombres sino que atravesaría la frontera entre los mundos consciente y voluntariamente. Su cuerpo desaparecería sin dejar rastro alguno”. ¿Podemos tomar estos pasajes de El prototipo (INPEC, 1991) de Grinberg como pistas de su posible huida?

Totalmente. Hay infinidad de citas en este libro y en otros que realmente desconciertan. Es un verdadero misterio cómo Grinberg nos anuncia tantas veces su futura desaparición y la enigmática forma en que se produce: sin dejar el menor rastro.

¿A qué atribuyes su huida, en un año tan convulso para México como 1994?

Los momentos convulsos tienen múltiples capas y afectan tanto lo particular como lo colectivo. Sólo hace falta ver el momento en el que estamos. El virus no es lo único que está pasando en el mundo, vivimos una etapa de incertidumbre en lo político, en lo social. Hay una crisis del pensamiento, el ser humano está perdido porque el sistema de realidad en el que vive no satisface las necesidades del alma. Grinberg trataba de decirnos que la realidad está compuesta de alma. O como dijo Shakespeare: estamos compuestos de la misma materia que los sueños.

¿Somos todos “detectives del mundo”, según dijo el cineasta David Lynch?

Me gustó mucho esta observación de Lynch en su Master Class. Afirmó que no entendía cómo la gente puede llevar una vida totalmente convencional mientras estamos envueltos por todos los misterios de la naturaleza. Todos, en el fondo, estamos dentro de un misterio inexplicable que nos rodea constantemente, una maravilla que no podemos entender pero que nos induce a una comprensión cada vez mayor del universo y de nosotros. Sócrates decía: conócete y conocerás el universo y a los dioses.