Iván Monalisa es chileno (o era). Es mojado. Es ilegal.
Es transexual. Es una vestida. Es prostituta. Es escritriz.
Y es también el protagonista de El viaje de Monalisa (2019), el documental de Nicole Costa que narra un doble periplo, el de un chileno hacia Nueva York y el de Iván hacia Monalisa.
En 2014 la editorial chilena Sangría publicó La misma nota, forever, el primer libro de relatos de Iván Monalisa. Un escritor desconocido que vivía como ilegal en Nueva York. El libro se convirtió en objeto de culto. Contaba historias de travestis que se drogaban con metanfeta y se prostituían en la calle. Monalisa no tenía papeles para salir del país, por lo que no pudo hacer la promoción de su libro en Chile.
La misma nota, forever reveló a un autor salido de la nada con una relación profunda con el lenguaje. Un escritor ajeno a los circuitos literarios tradicionales. Y que pese a su poderosa pluma era imposible rastrear sus influencias literarias. Pero además existe en La misma nota, forever una manera de esgrimir la escritura alejada de los parámetros de lo queer que se puede encontrar en el mercado. No hay una excesiva dramatización de la condición transexual, como ocurre en otros autores (y eso a pesar de que Monalisa tiene un pasado en el teatro), y tampoco exhibe una pauperización de la marginalidad. Se cuentan los hechos tal y como se presentan. Y esto sin abominar de nada y sin ensalzar la crudeza de las calles, con una insobornabilidad que recuerda a Vallejo pero con un estilo único.
Por supuesto que surgieron las comparaciones con Pedro Lemebel, ya que ambos son gays y chilenos. Pero nada más lejano. Mientras que Lemebel se asumía como un artista, un performer, un literato, Monalisa simplemente es. Y en esa afirmación de su personalidad residen sus mayores virtudes literarias. No desea formar parte del mundo de lo arty, su misión es contar historias. Y lo hace como nadie. De dónde sacó el conocimiento, la preparación para relatar los hechos de manera tan fidedigna es un misterio.
Es a partir de esta figura que Nicole Costa construye un artefacto identitario en El viaje de Monalisa. Ésta no es la historia de un exilio más. Es el trip (en ocasiones bad trip) de un escritor trans que se afinca en Nueva York y hace del lenguaje su única patria.
Si algo restalla en la escritura de Monalisa es que es un hombre sin biblioteca. Pero ojo, esto no quiere decir que no esté preparado. Es uno de los espíritus más libres que han poblado la literatura latinoamericana durante la última década.
El viaje de Monalisa arranca con un reencuentro. Nicole Costa lo busca a su llegada a Nueva York y desde que lo encuentra comienza a develar la mística detrás del trans. Con un material de apoyo visual increíble, Costa rescata horas y horas de grabaciones al personaje desde su llegada a Nueva York. Que se conjugan con algunas tomas realizadas en Chile, en la universidad, donde estudiaba para actor de teatro. Y el material es tan rico que pinta el retrato de una época, una era que Monalisa transita como un fantasma, pero con más presencia que cualquiera de nosotros, y que lo lanza a una doble transformación. La de la vestida y la de su conversión en escritor.
Monalisa no desea formar parte del mundo
de lo arty, su misión es contar historias
En la pantalla vemos a Monalisa prostituirse, incluso hay una escena un poco vedada donde se le ve tener relaciones sexuales con un pargo (nombre que se le da a los clientes). Pero sobre todo, cuando pensábamos que se nos había dicho todo sobre el deseo viene alguien a refrescarnos la mirada, a enseñarnos que pese a la tecnología la fantasía (y sobre todo la fantasía sexual) sigue rigiendo nuestras vidas.
Lo que La misma nota, forever vaticinaba era que Monalisa, más que una curiosidad, era un escritor fuera de serie. Y así lo dejó ver Las biuty queens, su segundo libro de relatos. Escrito con una prosa más poderosa y una malicia que sepa de dónde salió, es un triunfo de la lengua.
En el documental hay una escena donde Monalisa defiende su idea de lo decadente frente a un intelectual chileno. Es tal su convicción que por eso su visión del mundo es tan particular. Y por ese motivo su escritura está más viva que casi todo lo que se publica hoy en día.