No hay belleza sublime que no tenga algo de extraño.
FRANCIS BACON
Ahora, cuando una infinidad de cuerpos enferman y cifras de muerte contagian trágicamente la literatura, Jazmina Barrera expande la escena editorial mexicana y ofrece sin temor su testimonio como escritora y fuente de vida. Como futura madre escribe el capítulo más trascendental, misterioso y difícil de su existencia: el libro lleva por título Linea nigra y fue publicado en 2020 por Editorial Almadía. Se trata del diario de un embarazo, escrito bajo la tradición ensayística de la autora, como guiño a uno de sus principales exponentes: Michel de Montaigne.
CONSIDERADO POR MUCHOS creador del ensayo moderno, el escritor francés cimentó su pensamiento en la concepción de la práctica filosófica como preparativo para la muerte. No obstante, poco antes de su deceso se desmintió y expuso que realmente la filosofía debería ayudar a los seres humanos a enfrentar la vida. Es en este punto donde el libro de Jazmina fecunda y revitaliza la literatura mexicana. Hay innumerables libros que han intentado narrar la existencia del ser humano hacia un destino carente de sentido, pero muy pocos se han encargado de añadir a la conversación la experiencia de crear vida con la propia. Recordando a Donna Haraway, hay que aprender a morir y a vivir. Y Linea nigra parece introducirnos con destreza en este aprendizaje.
La división del libro en cuatro capítulos es semejante al proceso de la gestación, por lo que quizá contagie la mente del lector con la incertidumbre que trae consigo la decisión de ser madre. Jazmina confirma lo que la sociedad mexicana, enquistada en una tradición patriarcal, aún cuestiona anacrónicamente: el derecho de las mujeres a elegir sobre su cuerpo y sus devenires. Resulta irónico que en una época que se define como moderna, todavía sea necesario debatir un tema que debería haberse cerrado hace varias décadas. El nacimiento de un ser vivo trae consigo múltiples cambios y alteraciones metabólicas, los cuales son narradas como un tributo a todas las mujeres que pasaron por esta etapa y no tuvieron la fortuna de deconstruirla a través del arte.
LInea nigra sugiere múltiples lecturas que acompañaron a la autora para entender su condición como creadora de vida y arte
ACORDE CON los antecedentes plásticos de Barrera —su madre es pintora—, el texto recuerda múltiples obras que representan el misticismo y el dolor del cuerpo-alma en proceso de parto, fundiéndose en la sangre y vida de un cuerpo dentro de otro cuerpo que lo alimenta. ¿Recordamos que Mary Shelley, autora de Frankenstein, estaba embarazada al escribir la obra? ¿O que Virginia Woolf fue perseguida emocionalmente por su familia en torno a la posibilidad de convertirse en madre, debido a su trastorno bipolar?
En una entrevista para Canal Once, Barrera expone que la única obligación del ensayo es entretener a las y los lectores, y que esta combinación de novela, ensayo e incluso aforismo agrieta el pensamiento literario ortodoxo, pues se piensa que quizá sólo a las mujeres les interesaría leerlo. Sin embargo, es una oportunidad para los hombres de relacionarse con el mundo femenino, siempre distinto, evitando apropiaciones. Incrementar el acervo de experiencias sobre la gestación permitirá a los varones conocer por una vez las historias cósmicas, sensibles, poéticas e intelectuales de la maternidad.
ESTE DIARIO es también una poiesis biológica, como el nombre mismo del libro, que responde a la pigmentación vertical que la mujer posee en el punto medio de su abdomen, el cual adquiere una tonalidad oscura en el embarazo para mostrar a la nueva vida el camino hacia su alimento.
Cuando el momento del parto llega, sólo existe una fuerza en el ambiente: el dolor. Es una sensación extrema que únicamente podemos comprender cuando sopesamos por qué una madre manifiesta amor y cuidado de la manera en que lo hace. Todo comienza a tener sentido cuando dos cuerpos se separan y la existencia detiene su tiempo. Seguramente no hay actividades menos reconocidas que el arte y la labor maternal, porque se ejercen sin poner como requisito que se pague remuneración alguna.
La obra adquiere otros matices cuando, de súbito, la protagonista se entera de que su mamá padece cáncer. Los detalles sobre el tratamiento y la posibilidad de vencer la enfermedad son pocos, pero necesarios; lo más importante son los sentimientos que causa una vida que se extingue.
En la maternidad resulta imposible renunciar al quehacer diario y dejarse vencer por la tragedia. Todos hemos escuchado alguna vez que quien resiste mejor la muerte de los padres es quien tiene un ser que depende de él y le exige, parafraseando a Jazmina, padres felices.
UNA CARACTERÍSTICA de un buen libro es que intenta acercar a sus lectoras y lectores a otras escrituras. En ese sentido, la parte final de Linea nigra sugiere múltiples lecturas que acompañaron a la autora no solamente para escribir, sino también para entender su condición como creadora de vida y arte. Sobresalen escritoras como Sylvia Plath, Margaret Drabble, Anna Prushinskaya, Carson McCullers y Natalia Ginzburg, entre otras, pero quizá sea Ursula K. Le Guin quien estaría más satisfecha con el trabajo de la mexicana, pues en su libro La mano izquierda de la oscuridad, publicado en 1969, declaró a The Guardian que intentó eliminar los géneros para ver qué quedaba.
Tal vez sea cierto que el futuro de la literatura se encuentra en los escritos de las mujeres y en los lectores varones que busquen entender el universo vital de ellas, alejándose de la tradicional educación patriarcal. En ese sentido, el nuevo libro de Jazmina Barrera es un descubrimiento.