Novelas Eternas

El corrido del eterno retorno

Orgullo y prejuicio, de Jane Austen, costó setenta pesos por precio de introducción. Foto: novelaseternas.com.mx

Cada cierto tiempo ocurren fenómenos inexplicables alrededor del libro.

Uno de los más recientes de los que me ha tocado es ser testigo de la colección Novelas Eternas.

El destino del libro (impreso) tiene preocupados, desde hace aproximadamente una década, a los culturosos. Lo que parecía remoto, el auge del libro electrónico, se ha convertido en una realidad gracias a la pandemia.

Cuál es el temor que se esconde en el fondo del desapego al objeto antes llamado libro. ¿Será acaso que al desvincularnos de lo orgánico aceleraremos nuestro proceso hacia la deshumanización?

Desde la masificación de internet la forma de adquirir conocimiento dejó de depender de la página impresa. ¿Será entonces que nuestro temor es un gesto anacrónico, de esos que el romanticismo es dado a inocular?

Para una gran parte de lectores el libro de papel nunca desaparecerá. Pienso lo mismo. Y me atrevo a vaticinar que cuando toquemos fondo, y suframos un despertar en relación a la manera en que dependemos de la tecnología, el libro resurgirá con un poder inusitado. Pero yo pertenezco a una era en que dependíamos del libro como lo conocemos ahora. ¿Pensarán lo mismo las generaciones nacidas cincuenta años después, cuando es probable que el libro sea aún más impopular que en el presente?

Mientras estas discusiones se libran en distintos foros, el mercado nacional del libro da desconcertantes sorpresas. En 2020 se lanzó la serie Novelas Eternas, una colección de clásicos, 99.9 por ciento escritos por mujeres, para ser comercializados por los voceadores. Es una iniciativa de la editorial RBA, que ha colocado en los puestos de periódicos grandes obras de la literatura universal. “La colección —se anuncia— es una joya en sí misma, una espectacular edición de lujo en la que la presentación cobra protagonismo y convierte cada libro en un objeto precioso. Inspirada en la colección Cranford, joya de la literatura victoriana, esta edición recupera las espléndidas cubiertas ilustradas y reinterpreta sus motivos naturalistas en color y con lujosas estampaciones en oro”.

La serie consta de más de cincuenta títulos. Apenas los vio, mi hija me pidió que se los comprara. El primer tomo, Orgullo y prejuicio, de Jane Austen, costó setenta pesos por precio de introducción. El segundo, Cumbres borrascosas, se vendió a ciento cincuenta pesos. El primero lo conseguí sin dificultad. En el puesto de revistas donde me he surtido por años. Pero el segundo me fue imposible. El día que arribaba el camión resulta que a las nueve de la mañana los ejemplares ya se habían agotado.

Como mi hija los quería a toda costa, acudí todos los días que me dijo el voceador que llegarían más ejemplares. No importa lo temprano que me presentara, ya había cinco o seis mamás aguardando. No todas conseguían su ejemplar.

Para la siguiente entrega, Mujercitas, mi hija me hizo prometerle que lo conseguiría. Pero ocurrió lo mismo. El libro se agotó incluso antes de llegar al puesto de revistas. Es decir, y esto me pareció insólito, que existe una mafia alrededor de estos títulos que los acapara antes de que lleguen a los voceadores. Le compré una edición de Alfaguara de Mujercitas, que resultó que estaba resumida y mi hija me reclamó. Entonces le compré la edición de Lumen, que trae el prólogo de Patti Smith.

La ilusión de mi hija por atesorar la colección Novelas Eternas se desvaneció cuando nos dimos cuenta de que sería imposible conseguir los títulos sucesivos. Mi asombro radica en el hecho de que estas obras, ya manidas, hayan despertado la codicia de nuevos lectores. Esto ya no sucede en el comercio de la literatura. Un bestseller, por mucho que venda, es accesible. Pero Novelas Eternas inauguró un mercado negro de la noche a la mañana.

En Mercado Libre se ofrecen ejemplares de Orgullo y prejuicio en 650 pesos algunos y otros en 1,700. Otros títulos, cuyo precio de venta eran los 220 pesos aproximadamente, se venden al doble.

¿Entonces es posible predecir qué ocurrirá con el libro en el futuro? ¿Es acaso el mercado infantil el verdadero mercado de la literatura? Lo que sí es innegable es que hasta ahora el libro electrónico no puede competir con estas ediciones de lujo. Que siguen cautivándonos, no importa cuán esclavos seamos del smartphone.