Los derechos del lector

El sino del escorpión

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pirateca.com Foto: Fuente: pirateca.com

Al fondo de su grieta en el muro, el alacrán lee los poemas de Dron (Impronta, 2020) de Carla Faesler, donde la voz poética utiliza la figura materna para transmitir la vivencia social de la violencia y la tecnología: “Mi madre era granadero, / la muerte uniformada, / la calostro veneno. / Sola de carne, / nunca planchó camisas, / jamás sirvió la cruda madrugada, / ni se tragó la tibia del marido / a cambio de aguinaldos conyugales. / No quiso ser un hueso paciente que enterrar”. Esta lectura en pdf es posible gracias al grupo La Pirateca, cuyo lema “Los libros no se roban, se expropian” da sentido a su esfuerzo por circular textos en formato portable. Este grupo ha ofrecido varias lecturas durante el encierro pandémico, y destaca la generosidad de muchos autores por permitir la distribución de sus libros en pdf.

No ha faltado la polémica ni las acusaciones contra esta alternativa en favor de una cultura libre y una visión actualizada de los derechos de autor, el copyleft y los derechos del lector, observa el arácnido, cuando apenas se disipa la polvareda levantada por la publicación en la pirateca.com de la novela Páradais (Random, 2021), de Fernanda Melchor, y del volumen Abigael Bohórquez. Poesía reunida e inédita (Sonora Cultura, 2016). La discusión continúa en medios digitales y ha sido compilada en amplitud por Noticias 22 Digital (asequible en la red), donde destacan las opiniones de la abogada de Random House, Quetzalli de la Concha, y del colectivo La Pirateca.

De la Concha vincula la piratería impresa y la digital al crimen organizado. La impresión ilegal de libros representa una merma para la industria editorial (diez mil millones de pesos anuales), asegura, y señala a esas “mafias” como traficantes de otras mercancías e incluso de personas.

La pirateca, cuyo lema Los libros no se roban, se expropian ,
da sentido a circular textos en formato portable

En cuanto a la piratería digital, insiste en relacionarla con el crimen organizado, al calificar a muchos sitios de contenido gratuito como pantallas para realizar ilícitos cibernéticos como el robo de datos.

El colectivo La Pirateca rechaza tener intención alguna de obtener datos cibernéticos ilegalmente. Su sitio no solicita esa información y junto con muchos otros proyectos y colectivos en el mundo, apoya la idea de que el conocimiento se construye en comunidad y debe ser accesible a las personas sin importar su clase socioeconómica: “queremos construir plataformas para acercar la cultura y el conocimiento a quien lo desee”.

¿Quién vive de sus libros?, se pregunta el arácnido, al urgir la ampliación de este debate hacia la revisión de los derechos de autor, de lector y de la misma legislación de la propiedad intelectual en las sociedades digitales contemporáneas.