PRESENTACIÓN • JULIA SANTIBÁÑEZ
Voz necesaria de la literatura y merecedor del Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana 2020, el chileno Raúl Zurita (1950) desbordó hace años los límites del libro y plasmó versos en el cielo.
No es metáfora. Autor de los volúmenes Purgatorio, INRI, Anteparaíso, en 1982 protagonizó la escritura fugaz sobre Nueva York. Los habitantes de esa urbe leyeron entre nubes las líneas de su poema “La vida nueva”:
MI DIOS ES HAMBRE / MI DIOS ES NIEVE / MI DIOS ES NO / MI DIOS ES DESENGAÑO / MI DIOS ES CARROÑA / MI DIOS ES PARAÍSO / MI DIOS ES PAMPA / MI DIOS ES CHICANO / MI DIOS ES CÁNCER / MI DIOS ES VACÍO / MI DIOS ES HERIDA / MI DIOS ES GHETTO / MI DIOS ES DOLOR / MI DIOS ES / MI AMOR DE DIOS.
Ingeniero de formación, poeta porque no supo esquivarlo, el autor se ha manifestado contra la violencia que padeció por la dictadura en Chile, y la que rompe México desde hace décadas. En esa línea y en diálogo con su anterior escritura aérea, Zurita participaría en días pasados en la Fiesta del Libro y la Rosa, de la Dirección de Publicaciones de la UNAM. Por causas ajenas a la institución —imputables a la empresa de vuelo de drones—, los capitalinos no pudimos leer en el firmamento las frases que ilustran esta página. Con todo, su potencia permanece intocada. “Las imaginé una especie de Réquiem que refleja la desazón por lo que sucede”, afirma el poeta, “como el llanto de los profetas bíblicos, de Jeremías, de Isaías, frente a un Dios que nunca ha estado, que nunca vino, frente a un Dios que no es”.